En nuestro español hay varias palabras de origen
guaraní; y varias de ellas empiezan con ñ. La más conocida tal vez sea ñandu
(escribamos el guaraní según las pautas del Congreso de Montevideo, de
1950). También están el ñakurutũ (‘buho’, ‘lechuza’), el ñangapiry (especie
de arbusto), el posesivo ñánde (‘nuestro’) y el personal ñande (‘nosotros’).
Pero una ñ me trae malos recuerdos. La yerba
Ñandutí hacía por Radio del Pueblo un concurso de fútbol. Había que adivinar el
resultado del clásico del siguiente domingo. Era Boca contra Independiente.
Dije para mí que no tenía sentido poner 2 a 2, porque muchos iban a ganar y el
premio, mil quinientos pesos moneda nacional, entonces se iba a repartir entre
muchos ganadores. Dejé entonces una carta en el buzón, con mis señas y el
resultado 5 a 1 a favor de los rojos: cosa casi imposible, porque el partido
era en la Bombonera y el árbitro, el peruano Arturo Yamasaki, muy localista
(ese año la AFA contrataba árbitros extranjeros en algunos clásicos, como para
buscar más objetividad).
Pero, para mi sorpresa, todo iba mal para Boca y
bien para mí (traicionaba a mis colores por el vil metal). Sí, porque Arsenio
Erico hizo cinco goles y mi resultado parecía inamovible. ¡Pero todo mal! En el
minuto 44 el paraguayo anotó el sexto… y adiós a mi plata.
Era justo castigo, por dos razones. Una, por haber
jugado contra el club de mis amores; otra, porque ñanduti quiere decir
‘telaraña’ y Erico nos hizo una telaraña de goles. Menos mal que tuve un
desquite en 1968, porque una tarde de domingo Boca le ganó 5 a 0 a
Independiente con dos goles de Pocho Pianetti, dos de Patota Potente y uno de
Romerito.
Raúl Lavalle
¡Muy divertida la historia Raúl!
ResponderEliminarParece una asociación libre digna del diván de un psí. Yo me acordaría de ese gol de último minuto cada vez que viera una Ñ. Hubiera desarrollado incluso algún síntoma histérico. Algo así como tener nauseas o estornudar cada vez que viera una Ñ.
¡Me alegra compartir con vos la simpatía xeneize!
No creo que haya sido un castigo del destino porque bien dijiste que era un resultado imposible para tu universo mental, jaja
¡Jajaja, qué grande Raúl! También yo comparto la pasión azul y oro, a punto tal que siempre recuerdo que un profesor de griego me permitió sentarme en el fondo del aula con la portatil sobre el banco (portátil, qué antigüedad...) y mi oído sobre el artefacto, porque la clase coincidía con un partido por la Libertadores del Boca de Bianchi, Román, Palermo, Guillermo y tantos otros. El profesor daba la clase sobre Ifigenia y cada tanto me miraba con su ojos interrogadores para ver si había alguna novedad. No me lo olvido más. Esa libertadores la ganamos, digo para matizar con algo más reciente aquel mal recuerdo, que de todas formas pasó a ser simpático - intuyo yo - después de poder hacer esta maravillosa catársis de la que disfruté renglones arriba.
ResponderEliminarQué recuerdos, Martín! Me acuerdo haber escuchado esa anécdota casi surrealista en los años de cursada que sólo era creíble, si estaba un profesor de Griego como el autor de esta nota, jaa!!
ResponderEliminarMarisa!! Qué decepción la mía, saberte xeneize! Nunca lo habría pensado, jaa!! ¿Dónde quedaron tus principios filosóficos?! Jaa!!
En casa era imposible no ser de Boca. Cuando nacías te esperaba la camiseta. Hasta Juan, mi marido que era de Independiente, cuando se casó conmigo se "convirtió" a Boca.
EliminarUn día lo escuché gritando los goles de Boca y le pregunté: "¿Qué hacés gritando los goles de Boca?" Y me dijo: "No sé. Es un sentimiento."