sábado, 10 de noviembre de 2012

Extañezas de Antaño del Señor Inquisidor (José Manuel Flores Eudave)






No puedo conciliar mi vida. Es cosa, por demás, contradictoria. Un día te ilusiona con encumbrados cielos,  al otro, moribundos pasos arrastran tu  pesar… “Me fragua y me funde”, como la canción.
Para todos aquellos que yo no puedo entender, que yo no voy a entender, que yo no quiero entender. No puede haber conciliación de lo inconciliable, no puede haber razón de la sinrazón, en definitiva, no puede haber orden en el corazón de los hombres.
¡Ay Dios! Si un día nos encontrásemos te echaría en cara tantas cosas, que te sentirías culpable conmigo. ¿Por qué si es la tuya una suma inteligencia, acaso no es perfecta como todos tus atributos?
Dicen que hubo un tiempo en el que la noche floreció de primavera. Pero… ¡qué me importa a mí, la primavera! ¿Para qué saber que hay primavera, si sólo puedo ver las sombras de humos frágiles moviéndose en la aurora? ¿Tu voz? ¿Dónde se escucha tu voz? ¿Acaso quedó algún eco?
¡No! Lo cercano nunca podrá ser para nosotros extraordinario, acaso no lo sabes tú que hasta los judíos te rechazaron… ¿Y lo lejano? A quién le importa lo lejano si está allá… lejos.


 José Manuel Flores Eudave




9 comentarios:

  1. A mí también me cuesta, José, conciliar mi vida (y ni te cuento conciliarla con la de los otros...) pero nunca creí que era un problema general sino más bien mío. De hecho veo a gente que le resulta más natural hacerlo; así como a mí hay ciertas cosas que me salen sin ninguna clase de esfuerzo y es algo que valoro especialmente. En concreto: veo tanta variedad en las experiencias y sensaciones humanas sobre la existencia que me pregunto cuán determinadas son las mías propias. En tu texto es muy clara la expresión de la evidencia de ciertas certezas, pero ¿quién te asegura que no vivas vos, y tal vez pronto, la noche en la que florezca la primavera?

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  2. En realidad esto se lo digo al Gran Inquisidor y no a vos ¿se entendió no?

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    1. Qué tal Ángeles?
      Te entiendo bien, en realidad, aunque hago un ensayo tratándome de poner en la piel de Ivan Karamazov y de su inquisidor, sin embargo, hay una impronta personal importante. Gracias a Dios no soy ateo, pero en momentos también me cuesta mucho conciliar mi vida, a veces confío poco en la humanidad, en el hombre, porque confío poco en mi. Pero también creo que esa imperfección me hace buscar con más intensidad Sentido y Verdad.
      Un abrazo!

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  3. Uhhh, acá está la otra cara de Enseñanza de Marita. De repente pasé de ese optimismo a acordarme de ese inquisidor estremecedor.Es esa alternancia que mencionas: "Un día te ilusiona con encumbrados cielos, al otro, moribundos pasos arrastran tu pesar… " No puedo responderte a nada, pero sí creo como dice Angeles, que si bien las experiencias son tan variadas y personales, somos muchos los que compartimos ciertas 'inconciliaciones' Justo mi mamá me mandó esta frase de Frida Kahlo que dice: "”Yo solía pensar que era la persona mas extraña en el mundo, pero luego pensé, hay mucha gente así en el mundo, tiene que haber alguien como yo, que se sienta bizarra"
    Mejor estar irreconciliados en compañía, o no?

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    1. Qué tal Teresita? Creo que todos compartimos inconciliaciones, también me pasa a veces que creo que yo soy el único bicho raro de todo el mundo, pero creo que hasta los santos más grosos las vivieron, si no, no me cierra el asunto. Es parte del ser humanos. Si fuésemos Ángeles sería otra cosa… ¿o no Ángeles? Je. Abrazo.

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  4. José, ¡tu grito es el del existencialismo del siglo XX! Una rica variedad de poesía y arte en general se ha tejido en torno a los inconciliables que vos contás.

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    1. Qué tal Ignacio?
      Sí , creo que es la voz del existencialismo y de todas las corrientes ateas en general. Cuando se desconfía del hombre, se desconfía de la humanidad en general y se desconfía también de Dios. Una cuestión central del ateísmo es la incapacidad para aceptar el mal, y conciliar la libertad del hombre con la idea de un Dios bueno y omnipotente. Pero las posturas que niegan a Dios, tienden también a reducir al hombre y a sacarle valor y dignidad.
      Abrazo!

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  5. Es raro José leerte en la piel de ese personaje. Y le has dado un matiz diferente. Carece de la dureza del de Dostoievski. Es un inquisidor, poético, nostálgico y al que no le falta cierta ternura. Tiene un tono de lamento regañón. O al menos así me llegó a mí.
    Me gustó el final. La exigencia del Reino ahora. Es en esa impaciencia a mi modo de ver donde más coincide que el de "antaño"

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    1. Qué tal Marisa?
      Sí, es algo básicamente distinto de lo que había hecho hasta ahora, cómo le decía a Ángeles, creo que no es sólo un ensayo sobre el inquisidor que nada tiene que ver conmigo, sino que pasa también por una cuestión personal.
      Sí, este inquisidor tiene un matiz distinto, en el fondo creo que está ansiando eso que niega o que quiere negar, y su ansia es nostálgica y poética. Quiere ver el Reino ahora, sin tener que dar vueltas, y sin enfrentarse con su humanidad de la que está decepcionado.
      Un abrazo.

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