CHURRINCHE
Churrinche. Parece un grito. Quizás lo sea. Un grito rojo. No sé de dónde me vino esta manía de mirar pájaros, pero ya no me deja; no hay lugar donde vaya que no me despierte la curiosidad de ver qué pájaros encontraré. Cada encuentro es la confirmación perentoria de que no puedo ser otra cosa que realista: el churrinche se me impone con su presencia, su color, su sabia exhibición. Está ahí, no lo inventé, porque no se me hubiera ocurrido algo así. Podría decir, como Sartre, que su existencia está de más, pero no lo diría para dar a entender que es absurda, sino todo lo contrario: su existencia está de más porque me habla desde la abundancia de sentido. No era necesario hacer también un pájaro rojo sangre, que dice suavemente “churrín churrín”, confirmando amablemente su nombre, no era para nada necesario. Pero está ahí, se deja descubrir, se muestra, me convence de que su estar de más es, como diría Marechal, un llamado. El churrinche me trae el llamado de Quien es fuente de toda abundancia, por eso ver a ese diminuto pajarito rojo me alegra y me emociona. Me alegra estar en su presencia y sentir frente a él “la atención pura sin mezcla” de la que habla Simone Weil, atención pura que es oración; me emociona comprender su llamado y responder desde el silencio de la contemplación. Hasta el tiempo deja de fluir en ese momento sagrado en que el churrinche me trae el mensaje desde el centro de la creación. Su belleza simple y compacta, como una fecha certera, rompe toda resistencia: el churrinche está ahí, existe, y no era necesario. Alguien me lo envió – lenguaje secreto- para aliviar mi soledad.
Paola Delbosco
¡Me emocionó mucho tu texto Paola!
ResponderEliminarLlena el alma de esperanza.
Siempre que me detengo a mirar un pájaro me acuerdo de vos y de otra amiga mía que tiene tu misma pasión y me siento muy torpe porque nunca sé sus nombres. No olvidaré de aquí en más a tu churrinche-mensajero-de-los-dioses. Ahora voy a empezar a buscarlo en todas partes. ¡Es hermoso!
¡Un honor tenerte en el taller!
¡Bienvenida!
Justo hoy, mientras almorzaba, y recién había comentado el texto de Marisa, pensaba: "Le voy a enviar un email a Paola Delbosco para que se integre al Taller del Alfabeto" Y mirá vos, abro ahora en la tarde el blog y lo primero que encuentro es un texto tuyo. Tan lleno de esperanza como dice Marisa, pero también tan lleno de vitalidad y de fuerza. Al leerte, me pasa como dice Giuseppe Ungaretti, "me ilumino de inmensidad"...
ResponderEliminar¡Un honor tenerte por aquí!
No puedo creer ese color... es como el de la flor del Notro que me encanta. Qué bueno tenerte participando Paola!
ResponderEliminarEste blog cada vez me gusta más: uno aprende muchas cosas, tengo un primo a quien le dicen Churrinche y no sabía que era un pájaro: uno es extranjero también en su propio idioma, a veces utilizamos palabras sin saber qué significan originariamente. También estoy aprendiendo de pájaros varios!
Qué lindo!
ResponderEliminar¡Qué genial, Paola! ¡Bienvenida!
ResponderEliminarUn texto hermoso por donde se lo mire. Por donde se lo oiga...
Si el personaje de Sartre hubiera descubierto este carácter maravilloso del estar "de más" seguramente ni se le hubiera ocurrido suspender su propia existencia superflua. El "yo estaba de más para toda la eternidad" resuena, con la magia de tu texto, de otra manera. De MEJOR manera!!!
¡Qué hermoso! Me llena de felicidad toda vez que constato que aun hay quienes se deleitan con la observación de las "pequeñas" criaturas de Dios - para elevarse a Él por su intermedio. Por consiguiente, todavía hay esperanza...
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