Armando Arteaga, Mayo del 68 en Paris (Ilust. blog)
Creo que aprendí primero esta palabra que a sumar y a restar. Esta palabra que creemos entender sólo nosotros, los argentinos, pero que a medida que crecemos, nos damos cuenta de que no solamente en Argentina tiene un significado, sino que hubo una persona que la llevó consigo, que la personalizó, y la hizo famosa. Sí, supongo que todos habrán podido notar que hablo de Ernesto “Che” Guevara, un ciudadano de éste país que se dice que tuvo un ideal. No creo que éste sea el espacio para comenzar a discutir si capitalismo o comunismo, si Rusia o EEUU, si médico o guerrillero. Sin embargo, me gustaría aprovechar esta letra “CH”, para compartirles un breve diálogo que tuve con un taxista en Cuba en el 2009 cuando tuve oportunidad de ir; justamente hablamos acerca de la tan famosa “Revolución”… y los “rebeldes”.
- Así que mañana se cumplen los cincuenta años de la Revolución cubana… ¿y qué piensa usted? ¿Está a favor de la Revolución?
- Mirá, la verdad que ya no hay ni a favor ni en contra. Yo lo que te puedo decir es que mañana se cumplen cincuenta años de que me despierto y me dicen que nuevamente ganó el gobierno de los “rebeldes”, que siguen al poder. Ganó y no los voté, ganó y nadie los vota.
- Bueno, Argentina tampoco está muy lejos de eso…
- Pero nena, vos te despertás y vas, agarrás la boleta del que querés, y la metés en un sobre. Ejercés tu derecho. Tenés un derecho. Yo no siquiera… y no hablo sólo de política, no puedo decidir qué quiero comer, qué quiero leer, qué remera me quiero poner, ni siquiera qué música escuchar… ¿me entendés? No me sacaron un derecho, acá me sacaron mi libertad.
Y no, gracias a Dios no lo entendí. Sigo sin entenderlo completamente, porque por suerte seguimos viviendo en un país donde todavía podemos expresarnos. Ese día me acuerdo que el taxista hizo un silencio, y nosotros también. Estábamos todos los que habíamos viajado: mamá, papá, mi hermano y yo. Y no sabíamos qué decirle. Nos sentimos agradecidos, de aquello que pocas veces nos acordamos de agradecer… esta vez había agradecer que éramos libres. Pero lo que más nos dolía es que no estábamos ya hablando de una libertad física, sino que ese día me sentí libre espiritualmente hablando; me sentí libre de elegir lo que quisiera.
Vos no entendiste Paulita, pero seguramente tus papás como yo sí entendieron de lo que hablaba el taxista.
ResponderEliminarTe recomiendo que leas "Antes de que anochezca" de Reinaldo Arenas. Para enteder el por qué de la revolución y el luego qué...
¡Gracias! ¡Qué linda oportunidad tuviste! Ahora podés valorar tu situación y ayudar a conservarla.
Una revolución de cincuenta años no es revolución. Pero parafraseando a Ortega y Gasset con su dicho que las personas son sus circunstancias, los países también lo son. Cuba es sus circunstancias: una pequeña isla de 10 millones de personas en un mundo de 7000 millones de personas obligado por los EEUU y desamparado por el Mundo a encerrarse en sí mismo es también un crimen ¡Un embargo mundial de 50 años!
ResponderEliminar¡Reinaldo Arenas, qué gran escritor! Profesora Mosto sus consejos literarios son siempre oportunos. El libro es desolador en sí mismo, un documento contundente contra el régimen castrista y porque su eterna búsqueda por la libertad (social, artística, sexual) son luchas que lo terminan matando. El libro nos muestra a una Cuba inhumana, pero no nos quedemos con ello, ya que su destino de él es parte de su propia vida. Reinaldo Arenas va a USA, el país de las libertades, y como un macabro juego del destino, esa misma libertad adquirida lo termina destruyendo, esas luchas ganadas le llevan a su propia muerte porque termina muriendo de Sida, su lucha por una libertad sexual en el país de las libertades lo terminan obligándose a suicidar.
Cuba es un tema sensible y polémico, al igual que el Che. ¿No entiendo porque empezaste hablando del Che Guevara y lo dejaste abandonado? Solo aparece como título de tu relato y después en el primer párrafo, fuiste la única que se atrevió a nombrarlo, no lo hubieras dejado, pobre Che…
Martín