Foto tomada por Andrés Suriani
Pies descalzos changuito,
aquellos que llevas con orgullo,
tus huesos se quiebran,
tu corazón más duro que el marfil.
Changuito caminas sobre las brazas
¿por qué no te quemas?
Chango eres de roble chico.
Changuito por qué no te quedas y juegas,
tú cantas como si fuera el último día,
ries como nunca en tu vida.
Ay changuito, Ay changuito,
cuéntale a la luna tus secretos,
Ay changuito, Ay changuito,
háblame a través de tus ojos
Changuito siempre viviras
Andrés Suriani
Qué poético Andrés y expresivo. Me pregunto esta coincidencia de dos escritos con una palabra que, con esta acepción se la escucha poco, yo ni sabía el origen, más que el uso que le damos, ahora me doy cuenta absolutamente desviado, en los supermercados; y lo que me pregunto es porqué será que miramos con tanta ternura la vida sencilla y simple de algunos, esa idealización que compartimos con los llamados "filósofos del terruño" de la Rusia de fines de siglo XIX. Han pasado más de cien años y seguimos anhelando algo, no sólo sin conseguirlo sino cada vez mirándolo desde más lejos...
ResponderEliminarDoloroso y alegre a la vez. La vida reducida a sus elementos básicos: la aceptación de toda su dureza junto con el gozo del presente.
ResponderEliminarUna mirada ascética, Andrés.¡Gracias!