miércoles, 12 de octubre de 2011

Chance (Federico Caivano)



-Chances para ser mejor. Chances para tomar un camino más directo a la felicidad. De eso hablo. –le explicaba Daniel a su esposa mientras paseaban al pequeño Martín alrededor del parque.

-Ah, ya te entendí. Esas oportunidades que se aparecen cada tanto, sí.

-No, no. Oportunidades hay muchas, pero las chances de cambiar tu vida son pocas.

-Por eso, son esos momentos que te cambian la vida, como dije.

-… Sí. –dijo resignado Daniel, la mirada perdida dentro de su propia memoria.

-Che, ¿esos no son María Laura y Carlitos? –dijo ella señalando en dirección a los juegos para chicos.- ¡Qué casualidad! Vamos a saludar.

La cara de Daniel se transfiguró en un cuadro de Picasso. Una angustia que no había sentido en años lo recorrió de arriba abajo: una sensación de que le habían clavado un destornillador en el medio del estómago, desde dentro, y que hacían girar lentamente, haciéndolo girar a él también, pero para el lado opuesto.

-Sí, qué casualidad. Recién me acordé de ella.

Corriendo ella, mirando a la nada él, se acercaron los dos a las hamacas donde los esperaba la otra pareja con su hija, que también los habían visto de lejos.

Se saludaron y se pusieron al día hablando de cosas sin mucha importancia. A Daniel le vinieron recuerdos de la juventud con María Laura, cuando hablaban del futuro como si estuviera lejísimos y como si nunca se fueran a dejar de ver por más de una semana. Pero con cada año las distancias se hicieron más grandes, y no sólo en tiempo y espacio.

-Perdí mi chance… eso es lo que pasa. –pensaba mientras se excusaba ante los demás para llevar a Martín a las hamacas, que había empezado a balbucear justamente para indicar que quería hamacarse. Cuando lo sentó, Martín empezó a reír. -¡Ja! ¿Viste Martincito cómo te conoce papá?

-¡babá, babá, babá! –gritaba el chico saltando en el asientito de la hamaca.

Daniel, con lágrimas en los ojos y sosteniéndolo contra su pecho mientras le hacía cosquillas y lo oía reír pensaba:

-Miles de futuros que no serán nunca. Pero no me importan, porque no existirías vos.

Federico Caivano 

9 comentarios:

  1. Me encanto Fede. La casuística es de locos, hay que saber vivir el presente aceptando las luces y las sombras del pasado, y proyectándose hacia el futuro. Lo que importa es lo que sucedió, no lo que pudiera haber sucedido. Este es el mejor mundo posible, la mejor historia posible, como nos decía en nuestro curso mi queridísimo profesor Enrique Corti y si no lo fueran sería imposible vivir mejor. Es importante saber agradecer lo que se tiene y saber que no hay mal que por bien no venga.
    Pero ¿cómo? ¿no era que no habías llegado a presentar el texto? o ese fue tu alter-ego ruso... no es la materia y la antimateria en los distintos mundos paralelos ocurren cosas diversas. Un gusto tus escritos Fede.

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  2. Muy lindo Fede!!! Lleno de ternura por el final!!!
    Tomar decisiones de las que te pueden cambiar la vida siempre es super difícil y siempre tenemos el "y si...?" pensando en haber elegido otro camino. Pero siempre hay algo bueno en las elecciones, un resultado, un fruto y eso es lo que importa!
    No sé si tiene sentido pensar en el "y si...?", salvo para distraernos, imaginar y soñar con una sonrisa en la cara!
    Beso!

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  3. Eso es lo que quise decir cuando dije que la casuística es de locos, eso del "qué hubiera pasado si no pasaba lo que pasó", pero no sé si se llama casuística, creo que tiene otro nombre...

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  4. ¡Qué tristeza!
    La que se lleva la peor parte es la mujer de Daniel. Ni nombre le pusiste, Fede. ¿Para qué se casó con ella si estaba enamorado de la otra?
    ¡Cobarde!

    ¡Pero esa musiquita que acompaña la lectura dan ganas de dejarse llevar y volver a empezar! De dejarse hamacar con Martincito que no tiene idea de nada. El pobrecito.

    PD: Para que te consuelen ya los tuviste a Novadomus y a Sofi. Jijiji

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  5. El otro día mi marido se encontró con su primera novia, él la reconoció, ella no, habían pasado 48 años!!!! Me la presentó, no hubiera hecho falta, en cuanto la vi me imaginé que era la novia de la que me había hablado cuando yo lo conocí, hace 47 años!! Increíble! La que se entendió perfectamente con ella fuí yo, la encontré encantadora. Qué buen gusto tiene mi marido!

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  6. ¡jajaja! Buenísimo Lydia. ¡Eso se llama saber mirar en profundidad!
    Bienvenida al blog. Les presento a todos a esta bellísima artista plástica que vive en Quila Quina.
    Un honor tenerte cerca.

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  7. ¡Muchas gracias por todos los elogios! Realmente es maravilloso esto de ser imperfectos perfectibles. Que siempre podamos estar mejor pero no por eso se invaliden todas las cosas (y más que nada, todas las personas) que nos hicieron y hacen ser lo que somos ahora. Nadie nos quita lo bailado, ¡pero la música no se detiene hasta el final!

    PD: ¡Bienvenida Lydia!

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  8. Federico, siguiendo en la línea de que "nadie nos quita lo bailado", Bioy Casares continuaba: "Sí, ¿pero quién nos lo devuelve?".
    creo que hasta que no encontremos algo que realmente nos lo devuelva, no hay que sólo conformarse con lo ya bailado! Sino parece el "show must go on" un poco triste de Mercury. Y la vida da tantas sorpresas!

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  9. Es el drama que vive el hombre. Tu texto me suena a existencialismo: la angustia por elegir un camino y sufrir los otros tantos que dejo afuera por elegir aquel.
    La vida es un misterio, a veces, demasiado insondable para nuestras apetencias.

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