Pablo Suarez, El bien y el mal, pintura acrílica sobre tela.
1,78 x 1,78
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Qué chasco, el chasco, su chasco...
Pensaba en todo, desde la mínima fracción de tiempo, hasta el concepto general de la búsqueda. Los momentos flotaban en el universo, al alcance de la mano, listos para usarlos, bajo el concepto de la libre elección.
Vio algo que lo atrajo, algo en todo eso que flotaba. Brillaba de una manera extraña, fulgurante, nácar, perlado...
Controlar la necesidad de “tener” fue imposible, inmanejable, superior a su fuerza de voluntad. Estiro la mano, cerró y el movimiento fue directo a su pecho. Apretó con fuerza, toda su fuerza, hasta el punto de oprimir el corazón.
En ese momento una figura de la razón se apareció frente a él, sin ojos, todo colores, fiel a su consciente. En una mano portaba la duda a la hora del saber, en la otra portaba la decisión de querer ver. ¿Qué pierde y qué gana?, fácil, todo.
Difícil llevar en su pecho toda esa duda, ¿qué hay en sus manos?
Fue la elección de su vida querer ver, fue la historia de su vida el chasco que se llevo. Nada valía, era solo algo que brillaba, pero un brillo sin contenido.
Pensaba en todo, desde la mínima fracción de tiempo, hasta el concepto general de la búsqueda. Los momentos flotaban en el universo, al alcance de la mano, listos para usarlos, bajo el concepto de la libre elección.
Vio algo que lo atrajo, algo en todo eso que flotaba. Brillaba de una manera extraña, fulgurante, nácar, perlado...
Controlar la necesidad de “tener” fue imposible, inmanejable, superior a su fuerza de voluntad. Estiro la mano, cerró y el movimiento fue directo a su pecho. Apretó con fuerza, toda su fuerza, hasta el punto de oprimir el corazón.
En ese momento una figura de la razón se apareció frente a él, sin ojos, todo colores, fiel a su consciente. En una mano portaba la duda a la hora del saber, en la otra portaba la decisión de querer ver. ¿Qué pierde y qué gana?, fácil, todo.
Difícil llevar en su pecho toda esa duda, ¿qué hay en sus manos?
Fue la elección de su vida querer ver, fue la historia de su vida el chasco que se llevo. Nada valía, era solo algo que brillaba, pero un brillo sin contenido.
Lo perdió todo, pero aunque sea no dudó.
Ariel Mansilla
Ay Ay Ariel... esto tiene el espíritu de la verdadera tragedia antigua... y el cuadro de Suárez qué potencia... Yo me otorgo el beneficio de la duda (pero no de la que hablás vos que es la segunda alternativa en el texto) sino la tenue posibilidad de que tal vez no todo intento de ver termine igual. Pero sí. Edipo, Aquiles, Antígona sabían cómo terminaba el asunto e igual actuaron como si hubiera una mínima rendija de posibilidad. Y el Chasco fue implacable!
ResponderEliminar¿No hay lugar para el arrepentimiento? Acabo de leer Medea y me preguntaba eso también. Creo que para eso se nos otorgó el don del tiempo... es mi humilde visión...
ResponderEliminar"Y dijo Yahveh Dios: «¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.» Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde habiá sido tomado. Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida." Gn 3, 22 - 24
Ariel, tu texto me hace pensar en la experiencia del poder de la libertad y me trae a la memoria el relato de Jules Lequier:
ResponderEliminar“Un día, en el jardín de mis padres, en el momento de encender una hoja de arbusto, me maravilló de pronto sentirme el amo absoluto de esa acción aunque fuera algo insignificante. ¡Hacer o no hacer! ¡Las dos en mi poder del mismo modo! ¡Una misma causa, yo, en el mismo instante capaz, como si fuera un ser doble, de dos efectos totalmente opuestos! Y de una u otra manera autor de algo eterno, pues cualquiera que fuera mi elección, en lo sucesivo será eternamente cierto que en determinado punto de la duración ha tenido lugar lo que yo haya preferido decidir. No soportaba mi asombro, iba, venía, mi corazón se batía precipitadamente.” (Oeuvres, Paris, Baconnière, 1952, p.14)
Un relato en otro jardín.
Javier recuerda el relato del Edén y allí también la elección de la pareja tiene algo de chasco, de un chasco que en este caso busca reparación.
Cuando ye era chica siempre le poníamos chascos a mi abuela o ella a nosotros(Había algunos muy divertidos). De ahí que la palabra chasco tiene para mí algo de tomada de pelo, ¿no?
Ariel
ResponderEliminarEl tema de la libertad es un tema apasionante, en lo personal aún no me cierra del todo el hecho de que seamos libres, entendiendo libertad como posibilidad de elección. Para serte sincero estuve esperando el comentario de la profesora Mosto antes de comentarte, y su comentario me permite a mí decir un par de cosas.
Primero, que el chasco en tu relato no es solo a la elección mal realizada, sino que también puede entenderse a la posibilidad de elegir, es un chasco cuando elijo mal pero también la misma posibilidad es una especie de chasco: “Que chasco, el chasco, su chasco”.
Segundo, la pregunta final de la profesora Marisa me hizo pensar en la misma palabra indicada en el diccionario:
1. m. Burla o engaño que se hace a alguien.
2. m. Decepción que causa a veces un suceso contrario a lo que se esperaba.
En la primera definición es transitiva, el chasco es un engaño a un otro. En cambio, en la segunda definición es también reflexiva, puede sucederme a mí mismo o a otro. Entonces sí, un chasco es también una tomadura de pelo, pero esa acepción casi no la escuchaba, como que ha ganado la de decepción, en la actualidad no usamos mucho, “¡hagámosle un chasco a fulanito!”, pero sí, “me he llevado cada chasco”. Deberíamos reutilizar esa acepción, me gusta por el doble significado.
Tercero, el párrafo a continuación es ambiguo, pues no sé si sigues hablando del sujeto que tiene que elegir o si de la razón que aparece allí, si puedes aclarármelo, te lo agradeceré, te digo exactamente mis dudas sobre ese párrafo:
En ese momento una figura de la razón se apareció frente a él, sin ojos, todo colores, fiel a su consciente. En una mano portaba la duda a la hora del saber, en la otra portaba la decisión de querer ver. ¿Qué pierde y qué gana?, fácil, todo.
1. Uno, me gusta que sea “una figura de la razón” y no “la figura de la razón”, con el artículo indefinido le da mil rostros a ella misma, y no la encierra en una sola.
2. Pero, “fiel a su consciente”, ¿el consciente de quién, de la razón o de él?, pues ambos aparecen en la misma línea.
3. ¿Qué pierde y qué gana?, fácil, todo. No entiendo la respuesta, qué es lo fácil, que es todo.
Te lo pregunto porque de acuerdo a tu respuesta, cambia la configuración del sujeto o de la consciencia.
A pesar del título, ¡Tu relato no es un chasco!
Martín