domingo, 16 de octubre de 2011

Chau, Che (Jorge Oscar Marticorena)

Roberto Jacoby, cartel intervenido que forma parte de 1968: el culo te abrocho
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. (Ilust. blog)






El chau informal de la despedida breve.
El che afectuoso, de confianza o confianzudo,
informal iniciador de confidencias,
reproches, agresiones o amores.
Tres letras rioplatenses que nos identifican,
nos mitifican.
Que en esta América de yugos latinos
son usadas para nombrarnos,
como marca ardiente sobre nuestro cuero,
sobre la soberbia de esta ciudad
que, puerto de miradas lejanas,
se creyó la más europea de Latinoamérica.


Es verdad que en su hablar
cariñosamente,
dejó entrar muchas palabras de Europa.
De la admirada Europa.


Pero casualmente, quizá sigilosamente,
también se incorporó,
deslizándose tal vez desde los suburbios,
esta palabrita nativa que hoy nos da nombre,
y que le ha dado nombre a uno de nosotros que,
nos guste o no,
se ha convertido a la vez en símbolo, en mito,
y en imagen de confusa explotación política y comercial.


Es muy difícil ser indiferente a ese personaje.
Yo para nada lo soy.
Con desacuerdos, con críticas, con dolor.
Te digo

Chau Che…

Compañero.


En casa, con algún apuro. 25 de Septiembre de 2011

Jorge Oscar Marticorena

2 comentarios:

  1. Che, Jorge, me gusta mucho este estilo tuyo tan familiar y como que uno está leyendo a alguien muy conocido y cercano. Es un detalle que justo nos conozcamos hace mucho, no tiene que ver con eso. Es un aire que caracteriza tus escritos. Y creo que es lo que precisamente decís sobre el chau y el che (la palabra y el personaje). Es algo que despierta confianza y una especie de reconocimiento. Algún día hablaremos sobre el Che, supongo que lo has vivido más que yo y tendrás una impresión algo más realista que los que sólo lo conocemos "de oídas" y a destiempo. Saludos!

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  2. Tiempos de violencia y utopía.
    Tendríamos que aprender a separarlas.
    En nuestra época parecería que llegan y se van en bloque, como un matrimonio indisoluble.
    Conceptualmente se repelen pero la bronca se obstina en mantenerlas unidas y la utopía retrocede cada vez más, fiel a su etimología.

    ¡Gracias Jorge! ¡Y que sea un chau a la violencia!

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