Foto tomada por Teresita Suriani en el Cementerio de la Recoleta
Por más que lo piense, lo razone, lo analice por todos lados y me de cuenta de que esto, esto de existir, de nacer, respirar, vivir, vivirnos hasta el hartazgo y morir. Sí, sí o sí morir. Por más que todo cierre, que me cierre que no hay razón, no hay un por qué. Como en esos juicios de las películas en que todo encaja menos por qué el asesino hizo lo que hizo. Falta el motivo. Sí, entiendo racionalmente que Dios existe, que creó el mundo con su omnipotencia. Lo que nunca va a quedar claro es ¿Por qué? ¿Por qué Dios? ¿Cuál es el motivo? ¿Qué loco impulso y de qué te llevó a hacernos? Por más que entienda que eso no tiene respuesta ni explicación, al menos no para nosotros. Sí, por más que todo eso me atormente, no puedo evitar rezarte, todos los días, y pedirte confiada ayuda- a veces sólo te uso cuando me siento asustada-, y agradecerte, y cantarte y cumplir con miles de cosas. Pero más importante que todo, rezarte, hablarte, encontrar consuelo en confesarle al silencio inescrutable de tu ausencia, o tu presencia. Y lo que no te confieso te encuentro sabiéndolo igual, como un ojo vigilante al que nada se le escapa. Y es que por eso me sorprende tanto el hecho de rezarte, y no saber quién es ese “te” que está del otro lado de mi oración. Y en el acto de rezar no hay nadie delante, no hay nadie frente a quien fingir, no hay personas que complacer, ni apariencias que conservar. Somos sólo Vos y el silencio y la oscuridad y el secreto sin testigos, y mi yo, disminuido, desgarrado, inexistente casi, puesto que nadie podría dar cuenta de nuestros momentos de soledad, de invisibilidad.
Y el hecho de que te rece así tan sinceramente, a pesar de la cabeza que me pesa como piedras, la cabeza que se cae, se tambalea y no soporta más el peso de sus propios pensamientos y la inutilidad del ser, y de la existencia. Sí, a pesar de la cabeza. Ese hecho me hace pensar que eso es la fe y, por lo menos en mí, siempre sobrepasa a mi extremo más racional y lo vence, y lo utiliza para formular las palabras del “yo creo” y “confieso” y “por favor, ángel de la guarda, no me dejes sola, nunca, en la oscuridad” y el “no sé cómo, pero sé que hay alguien ahí, atrás de mi espalda, como cuando era chiquita”. Y pienso que eso es la fe, y es eso, y estoy harta de que me digan que no es un sentimiento, porque no, no estoy diciendo que lo sea. Es eso y una seguridad, un escalofrío en las entrañas que no pueden dejar de hacerme sentir, sentirme a mí misma, y no poder negarte, literalmente no poder. Y cuando no está eso no hay nada, si no lo sentís en las entrañas no hay nada, sólo tu cabeza. Y tu cabeza no puede darte un escalofrío tan frío y nítido en el alma.
Y por eso no entiendo cómo pueden decir que hay gente que vio la verdad, recibió el don de la fe y lo rechazó, y por eso se condenarán. ¿Cómo podemos decir eso? Si no lo podemos manejar y el sentido común nos dice que nadie, pero nadie, que sienta que se le levantó el velo y supo una parte de la verdad, podría rechazarla. Si alguien no cree es simplemente porque no cree, no lo siente, no piensa que esa sea la verdad, así como nosotros pensamos que muchas cosas que otros creen verdaderas son falsas. Y ¡qué ridículos!, me indigna cuando escucho que dicen: ‘les fue otorgado el don de la fe pero lo rechazaron’. Es la contradicción más grande del mundo. La fe, ese gancho que nos sacude, que puede mover montañas. Sí, ese, cuando te agarra no tenés elección, no decidís creer, simplemente crees. Y ya no sos vos la que reza, son tus entrañas.
Teresita Suriani
"¿Por qué? ¿Por qué Dios? ¿Cuál es el motivo? ¿Qué loco impulso y de qué te llevó a hacernos?"... A mí también se me ocurren interrogantes por el estilo y... obviamente, las respuestas no aparecen. Y trato de calmar mi sed de conocimientos: ¿no será que yo esté pretendiendo abarcar Lo Infinito en mi finitud? - También yo experimento ese tipo de fe: en continuo cuestionamiento, en razón de las contingencias cotidianas y de las otras, más "existenciales" que configuran el (tras)fondo de mi vida. Lo sé: Es la vida en lucha por la perseverancia en la fe que sólo terminará con mi último suspiro... Mientras tanto, en el viaje a travésde la vida: compartamos nuestros sentires.
ResponderEliminar¡Qué lindo Teresita! ¡Qué gran regalo recibiste!
ResponderEliminar¡Quién puede saber lo que ocurre en el corazón de un hombre! Sólo Dios. Ionesco se pasó toda su vida pidiendo la gracia de la fe (no lo decía con estas palabras, él decía que "quería creer y no podía") y según él, nunca la recibió. ¡Qué paradoja! ¿no? Todo es un gran misterio.
¡Gracias! Tu texto es muy esperanzador.
Tu texto sólo me deja pensando en una frase de una canción:
ResponderEliminar"Si se corriera el velo y yo te viera..."
No estoy de acuerdo Tere, por lo menos no en una buena parte. Yo creo que la fe es un convicción, i aún cuando no sientas nada, si sabés que Dios está ahí, si sabes que, si estás convencido de su entrega, de su Amor, de su misericordia, si crees que se puede amar, porque el nos amo, entonces eso tiene valor, entonces queda una esperanza, la única y verdadera esperanza. y nunca entiendo a qué se refieren con "la cabeza", ese dualismo entre cabeza y corazón, o cabeza y entrañas, cabeza y espiritu, no lo entiendo, me parece un dualismo insensato... disculpame, espero que no moleste que me exprese en mi modo de ver las cosas, me parece un buen ámbito para un dialogo sincero.
ResponderEliminarCreo también que habría que diferenciar los distintos ambitos a los que hace referencia el verbo sentir. Me parece que una cosa es la conmoción del espíritu y otra cosa es el sentimiento de la carne y de la psyque. A este ultimo es al que me suelo referir cuando hablo yo de "sentir", y creo que la convicción de la fe de algún modo conmueve siempre al espíritu, por eso creemos.
ResponderEliminarTere, me gustó mucho el texto!
ResponderEliminarMe hiciste acordar a una vez en la que un cura, confesándome, después de yo haberle planteado mis mil y una dudas sobre la religión me dijo: "pero esto es cuestión de fe, no de razón." Relacionado con lo que dice C.A. Novadomus, pero sin compartir: es cierto que hay una distinción entre fides et ratio. Hay cuestiones de fe que si las pensamos racionalmente no tienen ninguna lógica, tal vez por nuestras limitaciones, pero carecen de lógica al fin....
Este tema es uno de los que ocupa un gran lugar en mis cuadernos a lo "Querido diario". Es un tema que no tengo solucionado, pero definitivamente me llevo muchas cosas de tu textp.
Muchas gracias!
Cariños!
Muy buena vivencia puesta en un relato! Pienso que los motivos que mueven a Dios sí, pueden explicarse, pero quizá conozcamos el por qué de la Creación de Dios cuando estemos con Él y en Él definitivamente.
ResponderEliminarSaludos!
Novadomus gracias por el comentario, por supuesto que no molesta, más cuando ni aún yo que lo escribí lo tengo muy en claro, traté de expresarme lo más claramente posible. Me confunden mucho las distintas acepciones del verbo sentir, yo creo que en el caso de la fe está subestimado, tuve la misma discusión con mi papá porque no logramos diferenciar convicción de sentimiento. A lo que voy más allá del tipo de fe que cada uno crea que tenga particularmente, es que no entiendo cuando juzgamos al que no cree, esa es mi conclusión del último párrafo. No lo entiendo porque justamente la fe no es algo que se pueda obligar y definitivamente no puede entrar exclusivamente por el lado racional, a mi entender.
ResponderEliminarAh! y otra cosa. No me parece insensato el dualismo entre cabeza y espíritu, en el sentido en que lo vivo en carne propia como decía en su comentario más arriba Sofi. Por ejemplo si me preguntan si tiene algún sentido todo este mundo no lo sé, ni por fe ni por razón, y entonces puede que todo sea un juego macabro, quiero decir, sufrimos! unos mucho más que otros, y todos diferente por supuesto. Como que racionalmente no me cierra por ningún lado y puedo llegar a caer en un pesimismo muy desesperanzador, y a eso me refiero con la cabeza que me pesa como piedras y la inutilidad aparente de la existencia, y sin embargo creo en que debe haber un por qué oculto, una razón divina, que no la conozco, y ahí está mi fe y mi confianza en un sentido, en la bondad de Dios. Si me siento dividida y encuentro dicotomía entre fe y razón en este sentido por decir un ejemplo.
ResponderEliminarMuchas cosas, aún sin ser de fe, carecen de lógica (o no se las puede comprender por esta vía), pero rebosan de logos, de sentido, la lógica es un modo imperfecto y limitado de abordar el sentido de las cosas, y ni siquiera creo que la facultad lógica agote las posibilidades de la racionalidad humana... pero por eso prefiero hablar de intelecto y no de razón, o raciocionio, el intelecto es mas amplio que la razón a la que engloba, el intelecto es la capacidad de leer el interior de las cosas, y es una facultad del espíritu humano. Para mí el corazón o las entrañas, que muchos identifican con los sentimientos, son símbolos de la interioridad, justamente de eso, del espíritu, del intelecto, de otro tipo de sentimientos, de los sentimientos que nos hablan de una conmoción honda del espíritu, no los sentimientos del cuerpo y la psiquis: el funcionamiento cerebral que responde ciegamente - maquinalmente- a los estímulos. La diferencia de un tipo y otro de sentimientos es la diferencia entre el hombre y el animal.
ResponderEliminarY por otro lado creo que la fe es un don, pero también exige de una disposición del alma, de un acogimiento. Y creo que no existen los ateos sino solo los teofobos, los que rechazan a Dios, porque todos en la profundidad de su ser saben que Dios existe. Es como una intuición, un sentimiento interior, en ese sentido del que dije antes pero esta vez diferente del de la fe, esta intuición es natural. Cuando se toma conciencia de la propia existencia se toma conciencia de la existencia de Dios.
ResponderEliminarLa fe lo que hace es iluminar nuestras facultades para que podamos avanzar lo necesario en el conocimiento de Dios.