lunes, 19 de septiembre de 2011

Correrse (Fernanda Ocampo)

Escena de la película El lado oscuro del corazón, B.A., 1992, Eliseo Subiela 
(Ilustró Marisa Mosto)



Correrse… moverse de un lugar, apartarse, distanciarse, separarse, alejarse, distinguirse.
Correrse de los peligros y riesgos que ponen la vida en emergencia.
Correrse de los excesos y del goce destemplado sin obligaciones ni deberes ni miramientos.
Correrse de la rebelión, la permisividad y la ligera autoindulgencia.
Correrse de las faltas e injusticias de las “malas compañías”.

Pero no correrse tanto…

No correrse hacia ese lugar donde, bien lo sabes, no puedes ser hallado… donde quedas cómodamente resguardado. Donde no pueden herirte ni las balas ni los flechazos, pues tu piel, revestida está de acero y de titanio. Donde la respiración es helada, y donde el corazón estrujado, se consume entre barrotes, doblegado.
Correrse, pero no correrse tanto…
No correrse hacia ese palacio donde, tú lo sabes, la risa es ahogada y la sal en sus rincones mezquinamente atesorada. Donde la rigidez de las formas no da lugar a la delicia de las travesuras. Donde tú, diminuto príncipe triste, atormentado y solitario, reinas con tu pesado y severo báculo, como en un castillo de espejos habitado por espectros.
Ojala puedas correrte sin correrte demasiado...
Pues si has de correrte de los peligros y riesgos que ponen la vida en emergencia, ten cuidado de que tu disposición a la vigilancia no sea excesivamente cauta, y de que no sea un miedo cobarde el que te impide actuar.
Si has de correrte de los excesos y del goce destemplado sin obligaciones ni deberes ni miramientos, ten cuidado de no mutilar el deseo, la capacidad de disfrute, y la vitalidad.
Si has de correrte de la rebelión, la permisividad y la ligera autoindulgencia, ten cuidado de no convertirte en tirano y cruel juez de ti mismo.
Si has de correrte de las faltas e injusticias de las “malas compañías”, ten cuidado de no elevarte en un pedante e indiferente modelo de pulcritud moral, y acepta que tú también cualquier día puedes ser una de ellas.
¡Qué difícil, el arte de correrse!

Fernanda Ocampo

5 comentarios:

  1. muy lindo, es sabio correrse de ciertas cosas en ciertos momentos, pero también saber caer en ellas también.

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  2. Qué lindo Fer! cuánta valentia requiere correrse, y cuánta humildad correse pero no tanto.
    Como aceptar la "paleta de colores que Dios nos tiene reservada" pero apuntar a ser blancos de todas maneras...

    F. Beccar Varela

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  3. Quizas no haya que correrse tanto después de todo. Digo... por aquello de que, "quien guarde su vida..." o aquello otro acerca de que "No son los sanos los que necesitan..."
    Quizás haya que involucrarse y calibrar en el ida y vuelta las fortalezas y debilidades de todos nosotros miembros de la trama.

    Me encantaron las imagenes que usaste: atesorar sal en los rincones, respiración helada, el corazón estrujado entre barrotes, piel de acero...
    ¡Gracias Fernanda, siempre haciéndonos pensar!

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  4. Muchas gracias a las tres por sus generosos comentarios!! Marisa, me quedo especialmente con lo que señalaste al final, porque (me pareció) llega bien al fondo de la cuestión: que no somos autosuficientes, que es una ilusión creer que podemos “salvarnos solos”, y que la vida sin el Otro no sólo es imposible, sino también semejante a “una nada”. Porque, como dijeron alguna vez, “sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida”. Gracias, y saludos!

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  5. Qué lindo texto, Fer!! Me sorprendiste, porque no te tenía escribiendo así! Realmente, correrse es correr-se, es abandonar el centro de sí mismo, ese centro claro-oscuro, vivo y muerto... ese centro que es vitalidad y exigencia, y donde siempre encontramos al Otro. Correrse es ir contra la re-ligación, es morir en el palacio solo y con esa sonrisa que esbozamos cuando estamos henchidos de orgullo: una sonrisa desesperada. No correrse es mantenerse en la comunión. ¿Con qué verbo designaremos mejor el tomar distancia de lo inhumano, sin abandonar lo humano que en su seno habita? Me hace pensar a la frase de Terencio: "Nada de lo humano me es ajeno". Gracias Fer, un lujo!!

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