martes, 13 de septiembre de 2011

Cliente (Martín Grassi)


(Ilustró Marisa Mosto)


No lo puedo creer... suena el teléfono y no atiendo ni a mi vieja, ni a mi hermano, ni a mi amigo con el que me iba a ver a la noche, ni a mi mujer que me quiere mandar a hacer compras, ni mi abuela desde el más allá... no, es una máquina estúpida que me advierte que mi vida acaba de dar un vuelco apocalíptico, arengándome a tirar el libro de San Juan por la ventana y abrazar el mundo nuevo al que puedo acceder por solo $30 mensuales. ¡Qué barato!... cómo me idiotizo también con la máquina... ¿barato?... Es una estafa hecha y derecha, un insulto a mi nombre, al de mis viejos y al del mismísimo Adán. Menos mal que es una máquina y puedo gritarle todo lo que me surge desde el más recondo hueco de mi estómago... no sé si hubiera podido darme tales licencias ante una voz humana (la de la maquinita claramente no lo es, aunque se le parece): creo que aún mantengo cierta humanidad detrás de mi ser cliente perpetuo de miles y millones de servicios que nacen en cada estación del año (milagro de una primavera constante).
Cuelgo. Mmmm... ¿habré hecho bien?... quizá la oferta me convenía... ¿sería cierta? No creo, siempre hay gato encerrado (pobres los gatos, los usamos para señalar lo peor de nosotros... con lo buenos que son). Pero no sé, al amigo de Juan le ofrecieron un servicio de la gran puta a dos mangos... ¡Qué boludo! La negrita me va a matar... mejor no le digo nada... 30 mangos y tenés internet en tu casa, Wi-fi, 6 megas, todo... en vez de garpar cerca de un Roca, me sale tres Belgrano... con lo que sube todo. La verdad que era una verdadera ganga... verdaderamente una verdad incontrastable, una especie de ego cogito cartesiano, indudable, claro, distinto, exclusivo, personal, mío, y solo mío... bueno, mío y de otros ciertos millones de personas que son clientes también del servicio. Ah, pero colgué... ¡La puta madre! Es que me tienen tan harto con carteles, avisos, publicidades radiales, televisivas (¿vieron la pelotudez de lo del espacio publicitario?: te avisan que vienen 3 minutos de publicidad para que puedas no ver –y así no comprar, porque culo veo, culo quiero-, y después durante el programa que estás viendo te venden más cositas que en el super)... harto de todo esto... ya ni sé qué necesito. Quizá necesite despegar de Cabo Cañaveral para ir directo a la luna y evitar cualquier tipo de oferta... aunque tendría que conseguir antes un Cupón para comprarme el traje de astronauta, sino me va a salir un huevo. ¡Para qué colgué! ¿Y si no vuelven a llamar? Ya extraño la dulce voz de la máquina y su forma tan sensual de decirme “30 pesos, nada más, y tu vida cambiará de un golpe”.... ¡y qué golpe!
¡Está bien! A reflexionar: no somos meros clientes de infinitos servicios, somos más... consumidores de infinitos productos, productores de infinitos bienes de uso y bienes de servicio... Uy, tengo que ponerme a promocionar mis talleres de filosofía, eso sí es un servicio a la comunidad. En fin, antes fue la revolución industrial la que nos alienaba, ahora será la revolución de los servicios, y pronto la revolución informática... siempre seremos unos alienados resentidos...

 Martín Grassi

6 comentarios:

  1. Martin Luther! Jajajajaa, me hiciste reir mucho con tu texto!!! Casi que no te reconocía como el autor!!!
    Me gustó mucho!!! Y bueno... seguimos creando necesidades innecesarias... Después de eso hay que bancarse el marketing que viene detrás.
    Qué loco si un día suena mi teléfono promocionando un taller de folosofía... Curioso...
    Beso grande!

    ResponderEliminar
  2. ¡Muy divertido Martín!
    Me hiciste reír con lo del cupón de descuento para el traje de astronauta.
    ¡Qué real que es ese tironeo interior!
    Ese empujón a un cambio de perspectiva constante que amenaza con desfigurar lo que pensamos son nuestras prioridades.

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias Sof y Marisa! Por lo pronto, me espanta a veces sentirme un vendedor más de servicios (muy sutiles y "elevados", pero servicios al fin). Si alguna vez me atienden y, maquinalmente les cito a Platón, corten sin dudarlo!! jaja
    Muchas gracias Marisa por la imagen!! Buenísima!! El hombre y su banjo en el medio de la nada: puede ser una nueva definición de la felicidad!

    ResponderEliminar
  4. Yo algunas veces he respondido esos miles de mensajes de texto con promociones que me llegan al celular con algún insulto, aunque no lo lea nadie. La descarga ayuda y de alguna manera creo que el ápeiron los recibe y eso me basta.

    ResponderEliminar
  5. Querido Martín, un grande! Muy irónico en la verdad. El engaño del consumismo es hacernos creer que somos los únicos... (pero tratar a todos por igual en esa situación.)
    Muy sagaz!
    A propósito... ¿cuánto cobrás el taller de filosofía? Jaja!

    ResponderEliminar
  6. Muy bueno Martin! El martes pasado conteste un Mensajito de texto al 424 por una promoción de 3000 mensajes gratis por cinco dias. No solo ya se me acabo el fichin, sino que desde ese dia me llegan alderredor de 10 mensajitos del 424 a cualquier hora ,ofreciéndome nuevas promociones y sorteos... agotador. Un abrazo y gracias por poner en palabras esta sensación de cliente!

    ResponderEliminar