Francisco Ribalta, Cristo abrazando a San Bernardo, 1624-1626, 158x113cm, óleo sobre lienzo
Ilustró Noelia Vanrell
Un abrazo
sostenido en la espera
en tus brazos
de carne herida y palpitante
Un abrazo
esperado en el llanto
descubierto en silencio
inconfesado deseo
Tu abrazo
promesa callada
de tu palabra dicha
y de mi no escucharla
Mis brazos
de carne cobarde
que se cierran, no se abren
que aún temen abrazarte
Noelia Vanrell
Noelia, tu poesia me recuerda a los comentarios de Nouwen sobre el hijo mayor en el cuadro de Rembrandt "El Regreso del hijo pródigo". Con las manos duras y estrechadas sólo mira desde afuera cómo los otros se abrazan... ¿Cuánto porcentaje de miedo tendrá la cobardía? ¿y qué más aparte de eso tiene? Voy a rastrear un poco en los libros de ética.
ResponderEliminarA mi en cambio, Noelia, me recuerda a la cantidad de veces que aparece en el Antiguo y Nuevo Testamento la expresión "¡No teman!" o "¡No temas!".
ResponderEliminarMe da mucha paz ese imperativo viniendo de Quien viene, Conocedor del alma humana.
¡Gracias Noelius!
ResponderEliminarMS