Max
Hünicken Segura, Mishima tras el rostro del mar
El rostro de Mishima parece ser nuestro
interrogante, de él sabemos que fue un gran escritor, que amaba las tradiciones
de su querida tierra, que buscaba por doquier los signos vitales de un Japón
que no negara su real y natural existencia. Sin embargo no sabemos que buscaba en el pabellón dorado
de Occidente. Seguramente necesitaba adentrarse en aquella cultura, para poder
fundamentar su lucha, ya no la de su “amigo
Hitler”. Quién sabe, capaz que sintió intriga por querer conocer esa fuerza
americana, y sentirse a gusto con su cuerpo, con las comodidades y liviandades
de un capitalismo que estaba destiñendo el color de su bandera. Para ser más
exactos, Mishima conoció bien a la serpiente verde, así
llamada por él, será que ese color simboliza la vitalidad de la moneda
americana. Será que su sed de identidad y pertenencia, se asemeja a su “Sed de Amor”. Mishima es un autor que
despierta interés, su vida es un meandro de curiosidades y contradicciones.
Justamente esas contradicciones desdibujan el rostro de este último
samurai.
El
peligro de la
existencia es uno de los
temas que atraparían a Mishima, dado que
el sentido de la vida, de la suya y de su tierra madre, iban por el mismo atajo
de una idea de belleza, que entrelazaba los fundamentos de una tradición. Por
ello es auspicioso decir: “El verdadero
peligro no radica sino en vivir. Claro está que vivir no es más que el caos de
la existencia, y más aún: es el afán loco y erróneo de ir desmantelando
instante a instante la existencia hasta ver restaurado el caos inicial, y
entonces, con la fuerza que da la incertidumbre y el miedo originado por el
caos, volver a recrear instante a instante la existencia - [. .
.]”. Lo inusitado de la muerte
sería vida simbólica para la filosofía de la acción, para esa existencia hecha
de fluctuaciones que vivenciaba este guerrero de la belleza, al jugar con la
identidad. Siempre Mishima nos hablará de la identidad, de una bandera que
flamea por la sangre de una sucesión de la tierra que nos ve crecer, pero el
rostro de este extranjero, de esta fuerza que fomenta el miedo, sigue latiendo
con enérgica palidez. Ahora bien, no podemos dejar de mencionar la idea de
patriotismo, el honor de su causa, la visión de una existencia que se esconde
en la gloria de las ceremonias, en las nimiedades de los colores que enarbolan
ese banquete color púrpura, color oro. Las
ideas de belleza, patria y honor se conjugan en una sola idea madre, consejera
como Natsuko, de la armonía del péndulo, de la oscilación, de aquella que nos
habla con la voz de Schopenhauer. Esa idea es la muerte como forma de
existencia:
“Algo humedecía su puño y, bajando la mirada, vio que, tanto su mano como el paño que envolvía la
hoja, estaban empapados en sangre. También su taparrabos estaba teñido de un
rojo intenso. Le pareció increíble que en medio de aquella agonía, las cosas
visibles pudieran ser todavía vistas y las cosas existentes, existir”
Parece que el
rostro de Mishima se hace carne en la pulsión de excitación, de aquel guerrero
suicida que ve en la inmediatez de la muerte, la sonrisa cómplice de una
filosofía.
Es fresca la brisa
de la primavera, es tediosa la nieve del invierno, mas este literato japonés,
nuestro querido Yukio, sabe que su hiel es alegría para el luto, de vacíos
intentos de sentido que traen los nuevos signos de la modernidad.
Este literato
anhela ser el último romántico que deja al descubierto su corazón, no
sucediendo lo mismo con sus facciones, que se humedecen con
la sangre de la adrenalina. Este revoltoso de la acción nos invita a sentir con
la religión de su amor la inmanencia de su sombra sobre el tapiz de la alegría,
cuando otros lo nombran con elocuencia y, sin saber de su rostro, le dicen,
Yukio eres nuestro guía:
El Guerrero
Corazón valiente
Corazón sensible,
¡El temor le da coraje,
Cuando la necesidad
Es un camino que lo atrae!.
Corazón valiente
Corazón con ideales,
Pensamiento profundo
Del guerrero poeta
Que se aflige
Con la injusticia,
Con la novedad sin cauce.
Corazón de hombre
Corazón salvaje,
Cuando la ira
Gobierna sus señales.
Corazón con fines
Corazón con heridas
mortales,
Las que el guerrero se ha
ocasionado
Con la tristeza del alma
perdida
En laberintos mundanales.
Maximiliano Hünicken
Antes que nada les aclaro a los lectores que este texto es un fragmento de un trabajo mayor sobre el escritor japonés que Max generosamente me permitió "editar" para el taller.
ResponderEliminarYo no lo conocía a Mishima, Max. Ahora a partir de lo que escribiste y hurgando un poco en su vida me dieron muchas ganas de leerlo.
Me resultan muy conmovedoras estas líneas suyas que citás leidas a la luz de su muerte:
"Le pareció increíble que en medio de aquella agonía, las cosas visibles pudieran ser todavía vistas y las cosas existentes, existir”
¡Gracias por tu sentido homenaje este guerrero escritor, a "la tristeza de su alma perdida en laberintos mundanales" !
Maxi, me pareció fascinante toda la reseña de Yukio Mishima. Parece ser un escritor profundo, al leer las citas expuestas. Me gustó mucho el tono lírico de la reseña, no sólo informa sino que hace padecer el sentimiento del escritor. Un abrazo!
ResponderEliminargracias MARISA. TE DEBO A TI LA SINTESIS, DADO QUE ME SOBREPASE UN POQUITO CON AL EXTENSION, SERA EL ENTUSIASMO. JAJAJA.
ResponderEliminarUN BESO
GRACIAS QUERIDO HECTOR. SÍ LO ES. MUY POLEMICO TAMBIEN POR ALGUNAS DECLARACIONES, Y SU VIDA AGITADA. PERO BUENO, NADIE ES PERFECTO. MAS ADMIRABLE ES SU ACTITUD, FRENTE A SU MAESTRO, CUANDO A KAWAWATA LE DAN EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA, MISHIMA TAMBIEN ESTABA NOMINADO, Y DECIDE BAJARSE DE LA NOMINACION, PORQUE CONSIDERABA INAPROPIADO COMPETIR CON SU MAESTRO. Y QUE DESPUES DE TODO EL TENDRIA OPORTUNIDAD DE SER NOMINADO EN OTRA OCASION. IRONIAS DE LA VIDA Y EL DESTINO. MISHIMA SE SUICIDA.
ResponderEliminarABRAZO HECTOR.
Gracias Maxi, me encantó, espero poder leer más adelante el trabajo completo.
ResponderEliminarUna leve tormenta nocturna
me ha dicho: "caer es la esencia de una flor".
Después llegaron los cobardes.
Este es Jisei no ku de Yukio Mishima
El Jisei no ku o poema de despedida es parte del ritual del seppoku o harakiri. Es un poema corto (puede ser un haiku) que se escribe antes de la autoinmolación.
EXACTO QUERIDO MUSA. ES ASI. EL RITUAL DEL HONOR, PARA DESPEDIRSE DE ESTE MUNDO INDIGNO.
ResponderEliminarABRAZO. ME ALEGRO
MAX