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El Hijo de la Bestia
No me duelen tus golpes
una y otra vez en la cara
No me
duele la saña ni el odio
No me duele lo que hacés;
sos vos
Me duelo yo
Me duele mucho más
saberme igual, saberme vos
Me duele ser capaz del demonio
y cargar
en mis manos la sangre
de quien hoy me golpea o no,
y en mi espalda la angustia del espejo
en el que me reconozco:
Soy también la Sombra
Soy la implosión del abismo en su llanto
espeso
Soy la cizaña comiéndome comiéndote
Duele lastimar
Duele odiar
Duelo
Duélome yo doliéndote
sufriéndomete
sin ver nada
sin vergüenza
y perdido en el rugido de mi Tormenta
Duéleme saberme hijo de la Bestia
y querer caer hacia lo Alto.
Guillermo Barber Soler
Muy bueno y muy crudo. Yo también a veces me duelo doliéndo(los/te).
ResponderEliminar(Me gustó mucho la ilustración)
Muy bueno, Guillo! Hay versos que son muy contundentes, por ejm. "en mi espalda la angustia del espejo en el que me reconozco" dos puntos y enumerás las cosas que sos! Tiene un ritmo vertiginoso. Creo que contenido y forma se hacen uno. Te felicito!
ResponderEliminarMe espanta leer lo que escribiste, Guillo. Mi mirada se desliza rápida sobre los versos sin animarse a meditarlos. Como cuando paso un película de terror haciendo zapping.
ResponderEliminarMe hizo acordar a lo que Tarrou la revela a Rieux en La peste de Camus:
"Yo sé a ciencia cierta (si, Rieux, yo lo sé todo en la vida, ya lo está usted viendo) que cada uno lleva en sí mismo la peste, porque nadie, nadie en el mundo está indemne de ella. Y sé que hay que vigilarse a sí mismo sin cesar para no ser arrastrado en un minuto de distracción a respirar junto a la cara de otro y pegarle la infección. Lo que es natural es el microbio. Lo demás, la salud, la integridad, la pureza, si usted quiere, son un resultado de la voluntad, de una voluntad que no debe detenerse nunca. El hombre íntegro, el que no infecta a casi nadie es el que tiene menor número posible de distracciones. ¡Y hace falta tal voluntad y tal tensión para no distraerse jamás! Si, Rieux, cansa mucho ser un pestífero. Pero cansa más no serlo.”
¡Gracias!
ResponderEliminarEsperemos que este dolor de sabernos victimarios, que nos desgarra, sea oportunidad de convertirnos a esa voluntad tan difícil de la que hablaba Tarrou. Y esperemos -recemos- que no sea entonces tan difícil.
¡Abrazos!
EXCELENTE GUILLO
ResponderEliminarMAX HUNICKEN
Me impactó tu texto. Ese ritmo vertiginoso de quien cae en el abismo. Tuve la sensación de que al entregarte a él en el poema en cierta forma lo conjurabas.
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