Marc Chagall
Cuando lo hondo es un
espacio físico, aparece en lugares adonde me enseñaron que no debo acercarme:
lo hondo del mar, la parte honda de la pileta, “son lugares peligrosos, que te
pueden tragar”.
Creo que algo de mi
terror a esos abismos materiales es lo que me hace retroceder cuando me
encuentro ante otro tipo de hondura, que también es como un espacio, sólo que
intangible, y sin embargo mucho más hondo que el fondo de cualquier mar.
No alcanzo mi hondura,
la hondura que toda persona tiene. Cuando creo que me animo a caminar hacia mi
parte profunda, siento que voy pisando sobre un puente colgante, armado con
sogas deshilachadas y tablones de madera crujientes, que en cualquier momento
pueden quebrarse y hacerme hundir en ese fondo incalculable (qué ridículo el
miedo a uno mismo).
No alcanzo mi hondura,
los crujidos me detienen, vuelvo hacia atrás, quiero volver a pisar tierra, superficie, lo más rápido posible,
terreno firme, solidez de un suelo estático.
Esa hondura del alma,
como todo abismo, tiene esa capacidad de repeler y atraer a la vez. Ya sé que nunca voy a hundirme si pretendo
acercarme calculando cada pasito que doy, no se puede saltar de a poco, no
puedo hundirme despacio. Si algún día me lanzo, será en un salto arrebatado,
con los ojos cerrados. Pero no es confianza ciega, es confiar en que no
necesito mis ojos, es confiar en que voy a ser atajada por la mirada de otros
ojos que no van a ser los míos.
Noelia
Vanrell
Tus textos Noelia siempre me ponen frente a mis debilidades. Porque aunque hables de experiencias personales tuyas, no se si a los demás les pasa pero a mi me pasa que me siento identificada.
ResponderEliminarMe anima el final de tu reflexión, me gustaría estar en el grupo de los que te atajen.
Gracias Marisa. Tus palabras siempre me reconfortan mucho!(no sólo las de tus comentarios, también las de tus textos) Y justo la imagen de Chagall, es mi pintor favorito y no conocía esta obra suya!
ResponderEliminarYo tampoco la conocía. Y luego de leer tu texto me vino Chagall a la cabeza, sencillo y mágico, profundo, melancólico y esperanzado a la vez. Busqué imagenes suyas y estaba esta de la señorita en el fondo del mar. Me pareció apropiada. Pero aparece en un solo blog y sin referencias...
ResponderEliminarEl cuadro se llama "Sirena azul" aparentemente. Arrastrando la imagen en Google encontré otra página donde estaba con su nombre.
ResponderEliminarLa imagen del mar como lo terriblemente insondable, inestable y profundo es muy arquetípica. Joseph Campbell, un antropólogo que sigue a Jung, dice que en los mitos el mar representa el inconsciente, la parte de nosotros a la que vemos que no vamos a tocar fondo nunca. Tiene sentido.
Quizá, como diría el Prof. Lavalle, haya que hundirse de un "sake". Y es que a veces el alcohol (en su justa medida) apaga un poco esa máquina de seguridad llamada razón y nos revela a nosotros mismos, pero no como otra cosa, sino como un abismo, como una botella sin fondo.
ResponderEliminar