Sigilosos pasos de cangrejos lo anuncian. Paradoja de caminar hacia
atrás para poder avanzar. Y con un salto inicia el viaje.
Navegar en el aire espeso y en los mundos de la imaginación. Corren
los minutos, cada vez más alto y profundo. Reflexiones en aquel barco que en su
movimiento nos interna en senderos jamás vistos.
Luego del claro, llegamos a tierra, vuelta a la realidad. De nuevo, un
salto. Y por solo unos segundos…
Volar.
Mechi Palavechino
Buenisimo Mechi!!! Me encanto!Porque creo que la hamaca, cuando somos ya bastante grandes,cerramos los ojos y mientras volamos nos hace sentir chicos otra vez, y cuando eramos chicos........mientras volabamos nos invitaba a soñar.
ResponderEliminarQue tiernoo Mecha!!! Es muy de Enriqueta!
ResponderEliminarMe gustó eso del barco que nos "interna en senderos jamás vistos" ¡Qué imaginaciÓn!
ResponderEliminarMe hiciste hamacarme Mechi. A veces me pasa eso mismo cuando leo una novela que me gusta mucho. Vuelo un rato y luego piso la tierra.
ResponderEliminar¡Qué lindo texto! Y qué lindo que es hamacarse. El texto me hizo recordar esa sensación, ese vértigo, el salto final, el volar, todo. Hace un par de años me subí a una hamaca, me hamaqué con todo, como cuando era chica, y me surgió una inmensa duda: ¿por qué los grandes ya no nos hamacamos? Habría que hacerlo más seguido.
ResponderEliminarTe dejo un regalito musical: http://www.youtube.com/watch?v=CraThUeHL8I&feature=related
Para seguir con la H... ¡Hermoso!
ResponderEliminar