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En una renuncia entre tantas
renuncias su ausencia postergó su don. Y ahora crece a la vera de los caminos, entre
los terrenos baldíos y de suerte en algún jardín. La ignorancia general desdeña
sus propiedades, mas su fuerza oculta nos acecha en paz. El fuego que iluminó
alguna vez su grandeza ya abandonó los corazones de los hombres. Vemos ahora
solamente su color.
No es sólo con ella, sino que a
muchas diligentes servidoras hemos ya soltado sus verdes manos. El hombre soltó
sus pies de la tierra y reposa en mares de información que se ha vuelto líquida
y bajo ella no se puede respirar más. Su hogar está hecho de circuitos y mundos
paralelos cuyo fundamento muy pocos conocen. Ninguno de ellos domina sus
comodidades y mucho menos sus necesidades. Pero en el horizonte de nuestra
conciencia nos espera la verbena, lúcida de su despojo y siempre tendiendo su
don.
Santiago Vorsic
EXCELENTE!!! GENIOOO<
ResponderEliminarMAX H
¡Gracias Santi! Empezas y terminás con la imagen de la vida en la verbena, es como si la vida siempre estuviera dispuesta a darnos una nueva oportunidad para salir de esas asfixias torpes a las que sucumbimos de tanto en tanto.
ResponderEliminarPara las mujeres (y los hombres alejados del machismo): el jabón de Verbena de L´Occitane, aunque medio caro y difícil de conseguir es lo mejor para la piel. Con esto que escribís, Santiago, voy a ver si se consigue la planta, por lo que decís anda dando vueltas por ahí. Lo que decís sobre la cantidad de renuncias con la que pagamos el progreso me dejó pensando... algunas ni siquiera habría que hacerlas, es un simple dejarnos estar y abandonar más y más me parece.
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