Melina Litauer, Cuarto de hora
El tiempo,
destructor de amores.
Depredador de recuerdos.
Falsificador de memorias.
Tiempo que parece trascurrir,
pero que no discurre como un río.
Solo deja rastros,
gotas que humedecen nuestro pasado,
momentos derramados como partes de un collar roto.
Pero tiempo que te va ofreciendo vida,
sucesión de instantes aleatorios,
concordantes, vacíos,
aislados, inconexos,
que de pronto cristalizan y parecen tener sentido.
Y creemos entender el amor, la pasión,
la muerte y su dolor inacabable
que te deposita en la soledad.
Esa soledad que, amarga,
te acompaña en las muchedumbres,
que puede atenuarse con un amor nuevo
aunque sepas que, por siempre,
la tendrás de compañera.
Sin embargo sé que el futuro
es la tierra de las maravillosas experiencias
posibles.
A las que no es juicioso buscar,
basta con reconocerlas y animarse a hacerlas
propias.
Cuando
aparecen.
En
casa, de abril al 2 de Mayo - 2013.
Después
de ver Elegía, de Isabele Coixet
Jorge Oscar Marticorena
Qué texto tan tuyo, Jorge. Con tu apego a todas esas experiencias que aunque amargas jamás abandonarías ya que siempre sos capaz de verlas en su aspecto más irrenunciable. Y el final esperanzador hablando del futuro que todo lo puede! Me encantó lo de no insistir tanto en la búsqueda sino más bien en el reconocimiento. No ví Elegía, iré tras ella!
ResponderEliminarMe sentí identificada con esa imagen del collar roto en un momento cuyos fragmentos "cristalizan y parecen tener sentido" en otro. A veces pasa, ¿no? uno vuelve la vista atrás y desde el presente, lo que parecía deshilachado empieza a dibujar una figura.
ResponderEliminar¡Muy bueno! Es tal cual, y me sumo a lo que comentó Marisa.
ResponderEliminar