Salgo de mi casa tempranito. El sol está recién empezando a asomarse. Es una mañana fresca y limpia. Yo estoy abrigado. No tengo sueño, dormí bien esta noche al igual que la anterior, aun así a mis huesos y a mis músculos les hubiera gustado quedarse un ratito más en la cama. En un principio, casi me convencen, sin embargo logré tomar fuerzas de quién sabe dónde y me puse en pie ¡Tengo una entrevista con el día, y ni aunque llueva o truene me la pierdo!
Camino lento, a mi ritmo. Tengo tiempo. Levanto la vista y miro a la mañana de frente. La luz a esta hora me gusta más que a cualquier otra, incluso que a la tardecita. Siempre me entristeció que termine el día. A veces me pasa, cuando miro el atardecer, que me sorprendo con los ojos llenos de lágrimas y en seguida me reprocho dejarme llevar tan fácilmente por mis emociones. A la mañana, al contrario, mi corazón rebosa de alegría, robándole las luces y los colores al alba. Se llena de canto con los zorzales, de verde con los campos y de azul con el cielo.
Siempre me gustó pensar la mañana como una maestra, una maestra en la esperanza. Ella me dice con voz clara que todavía se puede crecer, que sin importar lo que pase vendrá cada día con sus brazos de sol a abrazar el mundo. En ella adquiero una estable confianza en mí mismo y en la vida.
Mañana, mañanita ¿De qué profundos negros abismos me libraste en mi vida? ¿Cuántas veces te busqué, con la noche en el corazón y lágrimas en los ojos, esperando encontrarte, tocarte? ¡Qué lindo es tenerte otra vez a mi lado, mi luz de la mañana!
A todo esto, muchos podrían decir que, al igual que la mañana, la tarde también puede ser una maestra, una maestra en fin y fatalidad. Si tuviera que responderles, diría que sí... pero esa lección (¡ay!) no me gusta escucharla.
Joaquín Cuevillas
Muy tierno Joaquín. Todos esos diminutivos y tu reparar en los detalles, están llenos de ternura. Lo que escribís se parece a lo que silenciosamente irradias a tu paso.
ResponderEliminarMe gustó especialmente esa unión del aire de la mañana con la esperanza que se revela a un andar sereno.
A mi no me pasa eso de asociar el atardecer a los finales... yo los asocio más bien con la intimidad del regreso al hogar. (Te lo cuento porque a lo mejor te ayuda a amainar esa tristeza)
¡Bienvenido al taller!
Gracias
Qué lindo Joaquín lo que decís... es tal cual! cómo te llena de ganas de vivir la luz de la mañana...! y el aire, sobre todo en el campo, que tiene esa cualidad de despabilarnos y limpiarnos los pulmones al mismo tiempo. Me gustó eso de que se te llena el corazón de canto con los zorzales.
ResponderEliminarJoaquín, muy lindas y esperanzadoras palabras. Me gustó mucho la expresión de "¡Tengo una entrevista con el día, y ni aunque llueva o truene me la pierdo!"
ResponderEliminarEs tan cierta esa cuestión del encuentro, de la entrevista con el día. Creo que tenemos que profundizar mucho la idea acerca de que cada día es un encuentro que se nos regala.
Gracias!
Muy linda descripción, pero bueno... a mí me encanta el atardecer y la noche. Las mañanas las siento más autoritarias, amaneció salió el sol y no te podés hacer el distraído... hay que, como decís, ir a la entrevista ineludible! Durante muchos años que daba clases de 8 a 9.30 am creo que las dí literalmente dormida... recién a eso de las 9.30 me empiezo a despabilar, por eso me gusta más mi actual casa que sólo recibe el sol directo y pleno recién a las 11 hs. Pero me gustó mucho lo de la maestra de esperanza, así que voy a empezar a pensar así a ver si les tomo un poco de cariño!
ResponderEliminarEs la grata imagen de ir a la facu temprano jajaja!
ResponderEliminarLo malo de la mañana es que no te deja quedarte despierto hasta tarde la noche anterior. Recién a partir de las 2am la cosa se pone copada. Al menos para mí.
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