Lazos (Link) Claudio Marenghi

    Cada cual se asombra de lo que quiere… A mí siempre me asombró que con un conocimiento tan limitado se pueda llegar tan lejos… Me refiero a las ciencias: la física, la química, la biología, la medicina… Esos saberes rigurosos, metódicos y sistemáticos, que recortan la parte de la realidad que les interesa y la estudian hasta lo inimaginable… Miles de científicos trabajando desde hace siglos, avanzando peregrinamente, sabiendo que al final nunca podrán siquiera llegar a conocer la esencia de una mosca, como decía Santo Tomás… ¿Y cómo van a pretender saber qué es una mosca, si ni siquiera saben lo que es un átomo? Cada dos por tres, aparece una partícula subatómica nueva: protones, electrones, fotones, bosones, leptones, neutrinos, hadrones, quarks… Y con ella, el replanteamiento teórico del mundo cuántico… Ni siquiera con la imponente “Máquina de Dios” se llega a develar este minúsculo y misterioso microcosmos… Nuestro conocimiento es pobre… Nuestras redes teóricas nunca atraparán los grandes misterios de la naturaleza… Por más que nos vanagloriemos, no somos sus creadores…

     Sin embargo, siempre me asombró que un saber tan limitado haya hecho posible avances tecnológicos tan impresionantes… Podríamos citar miles de ejemplos, pero como hay cientos de enciclopedias y libros sobre estos temas, no tiene mucho sentido… Se me antoja tomar como caso dentro de este tecnomundo en que vivimos, a nuestra ya casi familiar ‘internet’. ¡Qué revolución produjo internet a escala mundial en tan poco tiempo! ¡Y qué de cambios en nuestros hábitos! Google. YouTube. Facebook. Twitter. Wikipedia. Skype. Yahoo. LinkedIn. Cuevana. Taringa. My Space. Ebay. Megaupload. Fotolog. Blog. De hecho, compartimos este espacio y estas reflexiones, porque estamos ahora dentro de un blog, ¿no? ¡Se hacen humo las barreras del espacio y del tiempo para quienes desean comunicarse! ¡Notable milagro de la ingeniería informática!

     No caben dudas de que internet nos genera un nuevo espacio vital virtual a cada uno de nosotros. Hablo desde mi experiencia, lisa y llanamente: un día de mi vida se reparte entre atender las cosas de mi casa, mi familia, mi trabajo, algún que otro amigo, algún programa de televisión, alguna película cada tanto y, lo que es seguro, alguna horita frente a esta maldita PC metido en la red. ¿No me digan que internet no forma parte ya de su vida cotidiana? No quiero pensar que soy el único adicto… Es más, fíjense: buscamos trabajo por internet, mucha gente directamente trabaja sin salir de su casa por internet, complementamos nuestros estudios por internet, chateamos con amigos por internet, compramos y vendemos cosas por internet, vemos películas por internet, escuchamos música por internet, disfrutamos de juegos en red por internet, charlamos por teléfono por internet, participamos de foros de actividades que nos gustan por internet, hay gente que hasta se enamora por internet…

   Pero hay otra cosa que me asombra aún más… La paradoja de haber intercomunicado informáticamente el planeta y tener problemas para cruzar la calle y relacionarnos con el vecino… El mundo ya es un globo, pero sigue en pié el eterno problema de que a partir de un ‘yo’ (tesis) y de un ‘tu’ (antítesis) podamos llegar, por fin, a un ‘nosotros’ (síntesis)… (Me simpatiza esta tríada dialéctica, aunque no por eso sea hegeliano)… ¿Será que  en el fondo “el hombre es un lobo para el hombre” y que tantos adelantos para favorecer la comunicación humana terminan siendo contraproducentes? ¿Será que no hacen falta hierros candentes porque “el infierno son los otros” y que la sociabilidad es un epifenómeno? ¿Será internet un buen medio para fortalecer los lazos entre las personas o más bien para frivolizarlos y favorecer, en definitiva, la proliferación de un desierto social cada vez más egoísta y hermético? Yo creo que, como todo gran medio de comunicación, debe ser bienvenido siempre que lo usemos como corresponde, porque es sólo un “medio” y depende de nosotros llevarlo a un buen “fin”… Aunque hay que estar alertas ante el peligro de transformarnos de a poco en mónadas liebnizianas sin puertas ni ventanas, como parece pasarles a estos compañeros de piso en este link…