No creo en los paragüas.
creo en
el agua
viva
recorriendo
mi piel.
No creo en los preservativos.
creo en
el amor
desnudo.
en la
carne penetrando la carne
encarnando
el alma.
No creo, tampoco, en las murallas.
creo en
la intemperie.
en un
hombre
abrazando
a su
hermano.
Guillermo Barber Soler
Enseguida que leí tu texto me acordé del pasaje del Adan Buenosayres que critica al burgués y a sus muchos cuidados:
ResponderEliminar"Este hombre es culpable de haber interpuesto siempre un preservativo entre su ser y los más nobles reclamos de la naturaleza: no acarició jamás a un niño, como no fuese con guantes de caucho, ni se acercó a mujer alguna sin previas, cuidadosas y mutuas esterilizaciones. Junto a los lagos de Palermo consultaba la dirección de la brisa, para evitar que le trajera las insalubres emanaciones del agua en reposo. Este Adán, señores, habría desinfectado el Paraíso, árbol por árbol, y sólo hubiera comido la manzana fatal si se la hubiesen dado hervida y en compota".
Linda profesión de fe, muy valiente sobretodo!
Me gusta tu estilo simple de palabras, y en la idea de vivir en la "intemperie".
ResponderEliminar¡Muy bueno Guillo!
ResponderEliminarA mi me hizo acordar al primer Adán, al instinto de cubrirse luego de haberse sabido en falta: "He tenido miedo porque estoy desnudo, por eso me escondí." El miedo y la desconfianza, nos impulsan a llevar escudos.
PD: ¿Ahora què hago con los kilos de pantalla solar que tengo en casa?