"El
río no duerme, canta", Lydia Zubizarreta. Poster que ilustra su próxima exposición.
En el principio era la Palabra
S. Juan 1,1
Las palabras que elegimos, la forma en que las pronunciamos,
van formando algo dentro de nosotros que se expande alrededor. Reconocemos a las personas por su voz, pero
es a través de sus palabras que las conocemos.
Sus palabras van creando un paisaje personal.
Comparemos. Está la
persona cuyo universo de palabras se parece a una playa junto al mar, en
invierno, con el viento que pega fuerte.
Otra, en vez, evoca un paisaje ondulado de campo bien cultivado. Aquél es un bosque oscuro, y aquél otro
también es un bosque pero no es oscuro, sino que sus árboles forman una rica
gama de formas y colores. En este otro
se nota un vasto lago calmo. Ésta es un
jardín de rosas, bien guardado. Esta
otra es un jardín donde no hay ni una flor.
Aquél hace pensar en un río que pasa entre sauces, serpenteando. Otros pueden hacer pensar en altos picos con
cóndores volando de tanto en tanto. El
bebé que dice “Mamá” está describiendo todo su mundo.
Cuando las palabras faltan hay un espacio vacío. Cuando las palabras no hacen falta se siente
el cielo cerca.
Los distintos idiomas separan a las personas como si hubiera
una gran muralla como la de China. En
América del Sur tenemos la ventaja de hablar y entendernos en castellano con
todos los países, a excepción de Brasil, cuyo idioma es muy cercano al
castellano y no crea barrera entre nosotros.
“Hablan el mismo idioma” se dice de la gente que se entiende bien.
El Antiguo Testamento, las cartas y los hechos de los
apóstoles, el Nuevo Testamento, son Palabra de Dios. Sus tres formas de lenguaje son paisajes
distintos que se enlazan.
La mentira es degradante.
No sabría cómo describir un paisaje hecho de mentiras, sería la nada
revestida de apariencias falsas.
El lenguaje es pensamiento dice Heidegger. No hay distancia entre uno y otro.
En Dios no hay distancia entre la Palabra y el Ser.
Lydia Zubizarreta
Una maravilla esa comparación que hacés, Lydia, entre las personas, sus palabras y los paisajes.
ResponderEliminarMuy propio de tu don de artista del color, de la sutileza de tu percepción.
Yo te identifiqué a vos inmediatamente con ese jardín de rosas bien cuidado. Y también me hiciste pensar que uno no no controla el paisaje que irradia.
Muchas gracias, Marisa! Qué lindo lo que me decís.
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