domingo, 6 de enero de 2013

Palabra (Eugenia Guastavino)

http://es.123rf.com/photo_6811673_dos-bastante-a-ninas-diciendo-secretos-y-sonrientes-en-el-patio.html (Ilust.blog)


¿Hablo o me callo? ¿Aporta algo lo que estoy por decir?
La palabra es nuestro medio de comunicación propio. A través de ella nos damos a conocer, revelamos nuestro mundo interior,  ese que no se ve tan claramente desde fuera y que nos gusta mostrar a quienes sentimos que nos valoran, que quieren saber quiénes somos.  Y por ella podemos también develar lo que habita en el  interior del otro, escuchar aquello que no es obvio, sus porqués, sus vacíos, miedos, ilusiones, creencias, alegrías. Así la palabra nos permite vivir  encuentros que son alimento de nuestras vidas.
Pero la palabra también puede envilecernos o  empobrecernos,  cuando nos entretenernos con conversaciones  mezquinas  en las que no damos ni recibimos nada bueno.
O puede también  herir  como un cuchillo filoso que nos deja el alma sangrando con heridas difíciles de curar o que no cierran nunca.
Hay palabras que  nos dejan esperando, pendientes, colgando, a la espera de su cumplimiento; y otras que  nos violentan como la mentira, palabra muerta, cáscara vacía que beneficia a su emisor y hace daño a todos los demás.
Sabemos  también  de la palabra no dicha, esperada, buscada,  necesaria, supuesta o interpretada, que puede no llegar  nunca y haría tanta falta…
¡Pero todos conocemos  para nuestro bien palabras felices  que nos contienen, abrigan, consuelan, divierten, hacen reír, entretienen con mil historias, conmueven en la poesía  y nos alegran la vida!
¿Hablo o me callo? ¿Aporta algo lo que acabo de decir?...


 Eugenia Guastavino

2 comentarios:

  1. ¡Gracias Eugenia! ¡Claro que aporta algo (y mucho) lo que acabás de "decirnos"! Me hiciste pensar en todas "las cosas" que hacemos con la palabra. En el poder "real" y no sólo teórico de la palabra.
    Pensaba que con la palabra se consuela, se alienta o se humilla, se hiere y también se hace reír y se cura ("talking cure" bautizó Berta Pappenheim al psicoanálisis), se enseña, se aprende, se toma postura.
    Se "crea" ("Y dijo Dios"...).
    se pone un nombre y se nombra,
    se conspira (como en Babel, "hagamos una torre...")
    se redime, ("Y la Palabra se hizo carne")
    y se pide perdón y se perdona.

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  2. Mágico mundo el de las palabras! Terrible responsabilidad utilizar las palabras adecuadas, convocantes.
    Gilson para explicar a las palabras usa la hermosa metáfora de boyas en medio del mar: nuestro pensamiento indefinido, indeterminado, necesita tomarse de esas boyas que son las palabras para ser él mismo. ¡Qué misterio!
    Gracias Eugenia por tus palabras!
    Feliz 2013 para todos!

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