lunes, 14 de enero de 2013

Pobreza (José Manuel Flores Eudave)

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Pensando en lo que un gran amigo le preguntaba una vez a un conocido suyo que se encontró después de mucho tiempo, me dio por escribir esto. Le preguntó que si le podría vender su vida, ¡wow!, ¡qué pregunta!  Pero, se refería a una venta no como un negocio de libertades, sino que más bien le pedía las razones por las que valdría la pena vivir a su modo, encarnarse en su ser, ¡Ufff! ¡Qué pregunta todavía más complicada! ¿No? Sin darle muchas vueltas al asunto, la conclusión a la que llegaron ambos, fue que ninguno le podría vender su vida  al otro, ya que ninguno tenía razones contundentes para afirmar que era bueno vivir la propia. Según mi amigo, aunque era un tipo tranquilo y paciente, su vida era una flor de quilombo, con luces y sombras, con altos y bajos, pero según él, con más bajos que altos y con más sombras que luces, con lo cual no encontraba argumentos que hicieran atractiva su vida.    Pero, nada que ver, este era un tipo lleno de dones.
Siempre que lo recuerdo me hace pensar si yo podría vender la mía... Es decir,  ¿serán muchos los beneficios que se siguen de ser y vivir lo que somos, o será que si buscamos, quizá no encontremos razones valiosas que nos muevan o puedan mover a otros?... ¿Sería bueno que lo que vivo,  pudieran vivirlo otros?... ¿Por qué?... Sin duda, esta es una cuestión  difícil de responder para la mayoría de los mortales, cada uno tendrá respuestas, cada uno tendrá sus razones.
Pero, ¿no será que a veces queremos poseer la Vida?  Vivencias, cosas, placeres e incluso personas. No quiero ser un estoico ni mucho menos, pero creo que muchas veces pensamos que tenemos todo bajo control y que entre más cosas nos pertenezcan, nuestra vida será mejor, más feliz. Hasta que la realidad nos da un providencial golpe en la frente… en un momento las cosas que teníamos bajo control se nos escapan de las manos, lo que creíamos poseer ya no nos llena, ¿Qué hacemos ahora?... Ansiamos y predecimos el futuro, sujetamos el presente y no queremos que se vuelva pasado. Luego queremos que el pasado se haga presente. Luego que el futuro no pase. ¡Sí, somos seres humanos!
Por eso admiro mucho una virtud, la he visto en muchas personas, y ojalá la pudiera cultivar como se debe, surge de la confianza en la vida, tiene familiaridad con la sencillez, con la gratitud y con la alegría.  He visto a mucha gente de campo, allá en mi pueblito, Chiquihuitero (*), que por ejemplo, confía totalmente en los buenos temporales que traerá la providencia, y tanta es la confianza que cuando el año no responde, dicen: Si Dios quiere y nos da licencia, el próximo año será mejor.  He visto también a algunas madres, que ante la lamentable tragedia que causa la pérdida de un hijo levantan la frente y dan gracias por su vida. He visto a familias sencillas allá en San Rafael, Mendoza  que con alegría  comparten la mesa con los huéspedes, sirviendo y dando sin esperar. He visto a amigos sacerdotes y consagrados, confiados de vivir sin muchas posesiones para sí, habiendo dejado sus ambiciones, y mirando con esperanza el camino que les propone Aquel por el que entregaron su vida.
Creo que ellos entendieron bien que todo nos fue dado, entonces por qué nos haremos tanto lío; por todo esto pienso que fuerte es el que confía, el pobre de corazón sabe que todo es un don y por eso confía, y porque confía se  entrega, da. Podemos hablar de un súper-hombre que no es el que tiene la voluntad de poder, sino el que tiene la voluntad de entrega. ¡Qué raro misterio! La virtud de la pobreza es aceptar que todo nos fue dado, que no poseemos en sentido propio, nada.

José Manuel Flores.

(*) El que hace chiquihuites(canastos) de carrizo o bambú, el pueblo tomó el nombre por un chiquihuitero muy conocido entre la gente de los pueblos vecinos. Estos decían vamos a ir al chiquihuitero,  dando el nombre por el uso,  ganándole  la partida a San Isidro que es el Santo Patrón.


2 comentarios:

  1. José, ayer lei en un suplemento cultural un testimonio de una escritora que llemaba a hacer un balance de la propia vida... parece que es un tema recurrente del fin de año, de principio de año, de la mitad de la vida, o de la juventud, donde todo está por hacerse... O quizás ¿de todos los días de la vida? ¿tenemos un Pepe Grillo que nos molesta constantemente?
    Me gustó tu texto porque intenta presentar algún criterio desde donde elevar el informe a Pepe Grillo: la sencillez de corazón. El saber que no todo está en nuestras manos. Tu criterio me saca varios kilos de la mochila...
    ¿Por qué somos tan duros con nosotros mismos?
    ¡Qué sabia que es la gente de tu pueblo!
    ¡Gracias!




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  2. ¡Qué interesante y profunda reflexión! - "Pero, ¿no será que a veces queremos poseer la Vida?" Y me imagino que, como siempre ocurre con la posesión, que lo sea en forma excluyente y egoísta: sólo mía, nuestra; y que la Vida terminaría degradada a vida nomás. Pero, "Podemos hablar de un súper-hombre ... que tiene la voluntad de entrega." Entregarse es darse a otro(s) o al Otro, es compartirse y participar en la pertenencia de la Vida, que no tiene límites y, por lo tanto, tiene poder infinito.¡Gracias!

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