De la serie de Las cárceles,
Piranesi
“Se declara al acusado
culpable de homicidio en primer grado con una pena de 25 años” me dijo
aquél tipo de bigote y canoso que parecía importante ya que estaba en una silla
más alta que la mía. ¿De qué valían mis explicaciones, mis palabras? Si ya
varios tipos de traje elegante habían hecho lo imposible para explicar por mí
lo que había pasado, aunque en el fondo no correspondiera tanto con la
realidad. Muchas personas hablando de mí, de mis actos, y ni me conocían, ni me
habían visto, incluso algunos hablaban por hablar, dejándose llevar por la
corriente, por los que todos decían.
Sé que parezco sospechoso, pero no era mi intención matarlo.
Los que me gritan asesino, ¿acaso estaban allí? ¿Acaso estuvieron en mi
conciencia, en mi mente, en mis pensamientos? ¿Acaso conocían la situación?
¿Acaso lo conocían? O incluso, ¿acaso la conocían a ella y lo que vivía en ese
infierno?
Su belleza era tanta que me abrumaba, me tenía perdidamente
enamorado, la quería para mí; y sin embargo tenía que compartirla con aquél
ruin malvado agresivo violento. Tan frágil, tan hermosa, tan amable, tan
valiosa, tan admirable y tan golpeada.
Si tenía la fuerza para llevar esa actitud, esa jovialidad, esa postura, ese
optimismo ¿por qué no tenía la fuerza para denunciarlo? ¿Para dejarlo? ¿Para
elegir otra vida? ¿Para alejarse de aquél monstruo adicto?
¡Me gritan asesino! ¿Por qué? Si tan sólo entré porque
quería impedir que siga lastimándola. Sólo quise detenerlo y así tenerla a ella
para mí. ¡Me gritan asesino! ¿Y él qué era? Si es un asesino el que mata el
cuerpo, ¿qué es aquél que mata el alma? ¿Si yo tengo que pagar 25 años, cuánto
debía pagar él? O incluso, ¿qué pena llevaba ella? Una pena peor que 80 años
encerrado en una cárcel es estar encerrada en la vergüenza, en la humillación,
en la inseguridad, en la tristeza.
¡Me gritan asesino! ¿Por qué? Si tan sólo quise echarlo de
esa casa, evitar que se siga llenando las manos de la sangre de mi divina amada
que sólo quería para mí solamente mía. Escriben blasfemias en las paredes con
mi nombre, manchan mi dignidad, dañan mi integridad. ¿Acaso conocen los
detalles? ¡¡¿Acaso escucharon alguna vez mi versión?!! Si tan sólo quise
sacarle el cuchillo con el que me amenazaba a mí y a ella, mi compañera de la
vida. ¿Acaso pensé en ese momento que los abogados no iban a poder demostrar
que intentaba defenderme? ¿Acaso se me cruzó por la cabeza en esa milésima de
segundo de desesperación y forcejeo que si le clavaba el cuchillo para intentar
detener a un borracho envuelto en violencia indomable, le pegaría a un pulmón y
lo mataría? ¿Acaso el impulso es racional, acaso puede controlarse?
Me equivoqué, lo sé, y su pena es peor que la mía: la
muerte. ¿Pero mi pena es merecida? ¿Y la de ella? Compensación, expiación,
multa. La pena es algo que uno tiene que pagar. Y sin embargo hay penas que
duran toda la vida y se pagan con el tiempo, con el alma. Ya pago mi pena
viviendo, porque también la he perdido a ella. Los golpes fueron demasiado
fuertes, la hemorragia incontrolable. ¿Cuánto más tendré que pagar? ¿Cuántos
años tendrá Dios para mi pena? ¿Acaso toda una eternidad? Que Dios disponga mi
pena, si a ella intenté salvarla de la suya.
Las penas que cargo en mi vida son muchas, no me den más
penas, y menos sin conocerme. Asesino me gritan, asesino fue aquél que la mató
en cuerpo y alma. Haré oídos sordos. Sólo Dios me juzgará. Confío en Él y en su
misericordia.
Nicolás Balero Reche
NICO MANEJAS BIEN LOS TIEMPOS DE ATENCION DEL LECTOR. ME GUSTO MUCHO
ResponderEliminarESTA PARTE ES LA QUE MAS ME LLEGO:
Me equivoqué, lo sé, y su pena es peor que la mía: la muerte. ¿Pero mi pena es merecida? ¿Y la de ella? Compensación, expiación, multa. La pena es algo que uno tiene que pagar. Y sin embargo hay penas que duran toda la vida y se pagan con el tiempo, con el alma. Ya pago mi pena viviendo, porque también la he perdido a ella. Los golpes fueron demasiado fuertes, la hemorragia incontrolable. ¿Cuánto más tendré que pagar? ¿Cuántos años tendrá Dios para mi pena? ¿Acaso toda una eternidad? Que Dios disponga mi pena, si a ella intenté salvarla de la suya.
Las penas que cargo en mi vida son muchas, no me den más penas, y menos sin conocerme. Asesino me gritan, asesino fue aquél que la mató en cuerpo y alma. Haré oídos sordos. Sólo Dios me juzgará. Confío en Él y en su misericordia.
Wow... el texto me puso triste... el sufrimiento que condensa y sobre todo la incomprensión me duelen!! aparto la vista de la pantalla y cierro los ojos, trato de concentrarme en el olor a torta de damascos que acabo de hacer para así compensar un poco el bajón que me entró... Pobre protagonista!!! una cosa es segura, su sufrimiento y su pena no han sido en vano, porque no solo su amada no sufre más de los abusos sino que ha impedido que ese hombre lastimara a otras... y en nombre de todas esas otras posibles: gracias!
ResponderEliminar¡Muy buen relato Nico! El monólogo revela poco a poco la situación del personaje que sólo se conoce cabalmente al final.
ResponderEliminarMuy interesante cómo jugás con los dos "significados" de la pena. Y realmente al que lee le da también mucha pena tanta pena acumulada...