lunes, 7 de enero de 2013

Paraíso (María Echevarría)







Espero que no les moleste, pero no voy a hablar del Paraíso con mayúscula. O tal vez sí, pero no del de Adán, Eva y la serpiente. Voy a hablar de mi paraíso, mi Paraíso personal. Es algo tan sencillo y cotidiano, tan simplón, que me da un poco de vergüenza contarles. También me pasa que es algo tan chiquito que cuando estoy mal o desenfocada ni pienso en ir a ese paraíso, porque lo subestimo. No le doy el crédito que se merece. No me doy cuenta del inmenso poder que tiene en mí. Basta de vueltas. Mi paraíso es salir a regar el pasto. Así nomás. Sentir el agua entre mis dedos, el olor a tierra mojada, el sol del atardecer y los fascinantes colores que suele dibujar en el cielo, la sensación de sentirme parte de esa tierra que piso (a veces incluso me descalzo, y ahí la satisfaccion es total). Todo eso y muchas cosas más que no termino de entender hacen que este acto tan prosaico sea mi Paraíso terrenal. Es un lugar y un momento en el que recargo energía. Puedo estar con mil cosas en la cabeza, o con distintas preocupaciones, pero ahí, en ese espacio, vuelvo a ser una. Vuelvo a ser yo.



María Echevarría

4 comentarios:

  1. ¡Es cierto, María! ¡Qué lindo es regar! Yo lo asocio también con las vacaciones, el tiempo libre, el ocuparse de las plantas, "darles de beber" como algo totalmente gratuito. Ser parte de ese círculo del don. Es verdad que llena de alegría.
    Me gusta como lo expresás: "Vuelvo a ser una, a ser yo"

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  2. Coincido, María, con su sentimiento de felicidad, pues yo también solía sentirlo en forma parecida. Hacía poco que había construido mi casa, aun desocupada, pues aun seguía soltero y vivía al lado, planté gramilla - plantín tras plantín, a mano - y luego había que regarla todos los días. Eso lo hacía después de volver del trabajo, en pleno verano... ¡Qué placer celestial me parecía eso! El susurrar del agua saliendo del regador de mano y esa atmósfera fresca que se creaba alrededor - muy sedante e inducía a reflexionar...¡Podía estar regando horas...!

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  3. Coincido plenamente María! Regar el pasto es algo sublime!

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  4. María, qué interesante eso que volvés a ser vos. Es como un acto reconstituyente. Yo no sé si tenga un acto similar, sobre todo que esté tan al alcance de la mano y de los pies. Tal vez, mi paraíso terrenal es, cuando se me da, ir de huésped a un Monasterio Trapense y más si el lugar es frío y en altura. Ahí veo todo de nuevo, pienso, medito, escribo, por lo general llevo una película, un buen vino(jaa!), camino, respiro hondo y vivo. Feliz Año!

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