Fotos de Jorge Oscar
Marticorena, Las Heras y Callao antiguos, cielo perdido
Nueces que dan, al golpearlas,
notas notables y novedosas,
que no molestan
a los nobles transeúntes
de estas calles que recorro.
Y que he recorrido, vagabundo pensativo,
distraído en recuerdos y mínimos universos.
Abstrayéndome de las esquinas
de Callao más allá de Santa Fe.
¿Quién me dio nueces que están siendo claves
para entrar a estas palabras extrañas?
Por suerte sin lógica, pero con el claro propósito
de cumplir este compromiso, un poquito loco,
un poquito absurdo, sí,
pero que me ofreció esta ración de aventura,
este amable desafío que me hace paladear la vida.
Y es que por Callao, más allá de Santa Fe,
me gusta caminar porque sí,
porque es un barrio que me reconcilia un poco,
con esta ciudad que nunca amé, pero fue mía.
Hasta que huí de ella hacia las montañas soñadas,
donde finalmente me atrapó la soledad
en una casa
que amo.
Y en la cual un nogal produce,
a veces, nueces que me ponen en contacto
con los espíritus de la tierra.
Lo cual, para mi edad, está ya muy bien.
En Buenos Aires,
29 de septiembre de 2012
Jorge Oscar Marticorena
Tus nueces amables también ruedan por Callao como aquella luna de Horacio Ferrer, pero son un puente al mundo místico de tu verdadera casa. Al golpearlas dan las notas notables de una balada diferente.
ResponderEliminarJorge, qué buen final... me gusta eso de evaluar las cosas incluyendo gradaciones. De lo malo a lo excelente, está el "muy bien" que, en el fondo, creo es similar al "está perfecto".
ResponderEliminar