miércoles, 10 de octubre de 2012

Naturaleza (Lydia Zubizarreta)

Lydia Zubizarreta Primavera en la quinta





Quila Quina, Septiembre 2012



Hola querida Marie A.M.,
Me siento feliz de haber vuelto a mi entorno: tener por suelo esta tierra, estar junto al lago, ver los cerros nevados, escuchar el sonido del agua, respirar este aire.  Esta mañana unos Cauquenes, los conté y eran diecisiete, entraban y salían del lago, exactamente donde lo hago yo en verano. 
Como siempre, tenemos a la pareja de teros instalada ya que es época de reproducción.  La hembra, siempre echada sobre los huevos, el macho cerca, vigilante.  Si la hembra sale a alimentarse, la reemplaza el macho.  Cuando nacen los teritos se los ve pasear todos juntos por el jardín, cada día ampliando un poco el circuito.  El año pasado eran tres los pichones.  Si aparecía un chimango, un carancho, o si pasaba un gato, un perro, o cualquier otra amenaza, los teros chillaban y los teritos desaparecían de la vista agachándose en el pasto. Un día, en vez de tres vimos sólo dos.  Al día siguiente, uno.  Unos días más y…ninguno.  La pareja de teros andaba callada, sin rumbo.  Daba mucha pena.  Más adelante, viendo tantos teros juntos en el Cipresal, todos con sus gritos, vino a mi mente “Los pájaros”, la película de Hitchcock.  Reconocí el valor de la cadena trófica.   ¡Sin embargo, es una alegría cuando nacen!  Veremos cómo les va este año.
¡Todo lo que plantamos en otoño en la Capilla está vivo y brotando!  Es tan misterioso.  Si uno piensa en qué consiste el plantar y en qué deviene es puro misterio.  Me dirás que se nota que no soy botánica.  Es verdad, pero hay cosas que superan la lógica de causa y efecto. No se las puede realmente explicar.
El arroyo viene lleno de agua de deshielo.  En este momento tiene una corriente muy fuerte.  Si uno lo escucha nota la turbulencia.  Hace pocos años hubo una tragedia.  Dos hermanos, varón y mujer adolescentes, bromeaban mientras tomaban mate al borde del arroyo.  Ella se inclinó para recuperar algo caído, resbaló y cayó al agua.  Inmediatamente la corriente la chupó hacia abajo entre las piedras. El varón corrió a pedir ayuda. Al volver al lugar, terriblemente excitado, también se tiró- o cayó- al agua y enseguida desapareció.  Durante días hubo buzos y helicópteros buscándolos sin resultado. 
El bosque está saliendo del invierno.  El suelo tiene poco pasto y hay mucho palo caído.  Así queda después de la nieve.  También se nota la erosión causada por el pastoreo de ovejas, chivos y vacunos.  Sólo hay árboles viejos, no se ve renoval.  El gobierno colabora con esta economía pastoril entregando, en invierno, fardos para los animales.  Harían mejor en ayudar a estos pobladores a encontrar otras formas de subsistencia.  No creo que ellos perciban el daño que están causando.  ¿Cuánto durarán estos bosques?  Para consuelo, mirando a lo lejos hay todavía inmensidad de bosques sanos y firmes.  Están allí donde aún no hay caminos, ni habitantes, ni bueyes, ni motosierras, ni ovejas o cabritos.  Sólo algún puma, o jabalí, o ciervo. 
En la quinta los frutales han florecido.  No me canso de admirarlos y de pintarlos.  Voy acercándome a lo que quiero expresar.  Es mi forma de compartir con los que no tienen esto cerca.  Borges creía que el aleteo de una mariposa en Japón influía sobre un hombre del otro lado del planeta. 
Lo que yo siento por esta naturaleza es difícil de expresar.   Conrado Nalé Roxlo decía así: “y llevo el río en los labios/ y llevo el bosque en el alma”.  Dejar que eso suceda, dejar actuar esta naturaleza en uno, y que ya no se sepa donde termina uno y donde empieza lo otro.
Te mando un beso. 
Lydia



 Lydia Zubizarreta



10 comentarios:

  1. ¡Gracias Lydia por acercarnos tanta naturaleza con tu escritura en colores o en palabras!
    Vi los cauquenes y los teros, escuché el agua del arroyo, me dolió el misterio de la muerte, me asombró el milagro de la vida, sentí el peligro de la libertad en la mano del hombre sobre el bosque, extrañé la energía mística que genera dejarse atravesar por el latido de la creación.
    Me alegra saberte allí, gozando de tu entorno.

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    1. Gracias, Marisa, desde el arroyo te mando un beso.

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  2. Muy lindo Lydia! La impresión más fuerte fue: ¿quién sino Lydia podía recuperar este género casi perdido de la epístola?
    Este estilo de cartas ya escasean, yo, creo ni las escribo ni las recibo. Mucho mail, mucho skype, mucho teléfono...
    Todavía no sé nada de la revista, cuando tenga novedades te aviso!

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  3. Muy linda tu carta Lydia! Me encantó, pude ver y acercarme y hasta sentí estar en medio de tanta naturaleza! Gracias!

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  4. Gracias Lydia por recordarnos la experiencia de la naturaleza! Estuve el año pasado por tus parajes: indescriptibles!
    ¿Cómo podemos hacer para vivir en lugares como el tuyo y tener trabajos tan urbanos?

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    1. Ignacio, muy buena pregunta! Esperemos que a vos también te llegue el momento, como a mi.

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  5. Gracias Lydia, me encantó! Yo soy del campo tambien y me sentí trasladada al sur, solo fuí una vez a San Martín de los Andes y me enamoré, es tan distinto el paisaje del norte....pero cada cual tiene sus numerosos encantos.
    Gracias

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  6. ¡Un regreso a mi infancia en el campo! Lo que a veces nos parece el "transcurrir de la nada misma" en verdad es un capítulo lleno de misterios: naturaleza, vida, muerte y re-creación. ¡Hermoso!

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  7. "Me gustó mucho tu carta, Lydia. El ritmo lento de recorrer con la mirada deteniéndote en cada cosa. La naturaleza que se presenta con su baño de realidad y de misterio. Me resultó fresca, renovadora."

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  8. Gracias a todos por leer mi carta! Siempre me gustó escribir cartas y esta carta es cierto que la escribí primero a una amiga "del alma" con quien tenemos este tipo de comunicación, ahora no le ponemos estampilla, solo ponemos el mouse en enviar. Cuando tengan la posibilidad de venir a visitarme va a ser un placer llevarlos por estos lugares. Así que por favor, no dejen de avisarme.

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