Lydia Zubizarreta Primavera
en la quinta
Quila Quina,
Septiembre 2012
Hola querida Marie A.M.,
Me siento
feliz de haber vuelto a mi entorno: tener por suelo esta tierra, estar junto al
lago, ver los cerros nevados, escuchar el sonido del agua, respirar este
aire. Esta mañana unos Cauquenes, los
conté y eran diecisiete, entraban y salían del lago, exactamente donde lo hago
yo en verano.
Como
siempre, tenemos a la pareja de teros instalada ya que es época de
reproducción. La hembra, siempre echada
sobre los huevos, el macho cerca, vigilante.
Si la hembra sale a alimentarse, la reemplaza el macho. Cuando nacen los teritos se los ve pasear
todos juntos por el jardín, cada día ampliando un poco el circuito. El año pasado eran tres los pichones. Si aparecía un chimango, un carancho, o si
pasaba un gato, un perro, o cualquier otra amenaza, los teros chillaban y los
teritos desaparecían de la vista agachándose en el pasto. Un día, en vez de
tres vimos sólo dos. Al día siguiente,
uno. Unos días más y…ninguno. La pareja de teros andaba callada, sin
rumbo. Daba mucha pena. Más adelante, viendo tantos teros juntos en
el Cipresal, todos con sus gritos, vino a mi mente “Los pájaros”, la película
de Hitchcock. Reconocí el valor de la
cadena trófica. ¡Sin embargo, es una
alegría cuando nacen! Veremos cómo les
va este año.
¡Todo lo que
plantamos en otoño en la Capilla está vivo y brotando! Es tan misterioso. Si uno piensa en qué consiste el plantar y en
qué deviene es puro misterio. Me dirás
que se nota que no soy botánica. Es
verdad, pero hay cosas que superan la lógica de causa y efecto. No se las puede
realmente explicar.
El arroyo
viene lleno de agua de deshielo. En este
momento tiene una corriente muy fuerte.
Si uno lo escucha nota la turbulencia.
Hace pocos años hubo una tragedia.
Dos hermanos, varón y mujer adolescentes, bromeaban mientras tomaban
mate al borde del arroyo. Ella se
inclinó para recuperar algo caído, resbaló y cayó al agua. Inmediatamente la corriente la chupó hacia
abajo entre las piedras. El varón corrió a pedir ayuda. Al volver al lugar,
terriblemente excitado, también se tiró- o cayó- al agua y enseguida
desapareció. Durante días hubo buzos y
helicópteros buscándolos sin resultado.
El bosque
está saliendo del invierno. El suelo
tiene poco pasto y hay mucho palo caído.
Así queda después de la nieve.
También se nota la erosión causada por el pastoreo de ovejas, chivos y
vacunos. Sólo hay árboles viejos, no se
ve renoval. El gobierno colabora con
esta economía pastoril entregando, en invierno, fardos para los animales. Harían mejor en ayudar a estos pobladores a
encontrar otras formas de subsistencia.
No creo que ellos perciban el daño que están causando. ¿Cuánto durarán estos bosques? Para consuelo, mirando a lo lejos hay todavía
inmensidad de bosques sanos y firmes.
Están allí donde aún no hay caminos, ni habitantes, ni bueyes, ni
motosierras, ni ovejas o cabritos. Sólo
algún puma, o jabalí, o ciervo.
En la quinta
los frutales han florecido. No me canso
de admirarlos y de pintarlos. Voy
acercándome a lo que quiero expresar. Es
mi forma de compartir con los que no tienen esto cerca. Borges creía que el aleteo de una mariposa en
Japón influía sobre un hombre del otro lado del planeta.
Lo que yo
siento por esta naturaleza es difícil de expresar. Conrado Nalé Roxlo decía así: “y llevo el
río en los labios/ y llevo el bosque en el alma”. Dejar que eso suceda, dejar actuar esta
naturaleza en uno, y que ya no se sepa donde termina uno y donde empieza lo
otro.
Te mando un
beso.
Lydia
Lydia Zubizarreta
¡Gracias Lydia por acercarnos tanta naturaleza con tu escritura en colores o en palabras!
ResponderEliminarVi los cauquenes y los teros, escuché el agua del arroyo, me dolió el misterio de la muerte, me asombró el milagro de la vida, sentí el peligro de la libertad en la mano del hombre sobre el bosque, extrañé la energía mística que genera dejarse atravesar por el latido de la creación.
Me alegra saberte allí, gozando de tu entorno.
Gracias, Marisa, desde el arroyo te mando un beso.
EliminarMuy lindo Lydia! La impresión más fuerte fue: ¿quién sino Lydia podía recuperar este género casi perdido de la epístola?
ResponderEliminarEste estilo de cartas ya escasean, yo, creo ni las escribo ni las recibo. Mucho mail, mucho skype, mucho teléfono...
Todavía no sé nada de la revista, cuando tenga novedades te aviso!
Muy linda tu carta Lydia! Me encantó, pude ver y acercarme y hasta sentí estar en medio de tanta naturaleza! Gracias!
ResponderEliminarGracias Lydia por recordarnos la experiencia de la naturaleza! Estuve el año pasado por tus parajes: indescriptibles!
ResponderEliminar¿Cómo podemos hacer para vivir en lugares como el tuyo y tener trabajos tan urbanos?
Ignacio, muy buena pregunta! Esperemos que a vos también te llegue el momento, como a mi.
EliminarGracias Lydia, me encantó! Yo soy del campo tambien y me sentí trasladada al sur, solo fuí una vez a San Martín de los Andes y me enamoré, es tan distinto el paisaje del norte....pero cada cual tiene sus numerosos encantos.
ResponderEliminarGracias
¡Un regreso a mi infancia en el campo! Lo que a veces nos parece el "transcurrir de la nada misma" en verdad es un capítulo lleno de misterios: naturaleza, vida, muerte y re-creación. ¡Hermoso!
ResponderEliminar"Me gustó mucho tu carta, Lydia. El ritmo lento de recorrer con la mirada deteniéndote en cada cosa. La naturaleza que se presenta con su baño de realidad y de misterio. Me resultó fresca, renovadora."
ResponderEliminarGracias a todos por leer mi carta! Siempre me gustó escribir cartas y esta carta es cierto que la escribí primero a una amiga "del alma" con quien tenemos este tipo de comunicación, ahora no le ponemos estampilla, solo ponemos el mouse en enviar. Cuando tengan la posibilidad de venir a visitarme va a ser un placer llevarlos por estos lugares. Así que por favor, no dejen de avisarme.
ResponderEliminar