H. Matisse Femme a cote d´un echiquier
http://claudiamolteniryan.files.wordpress.com/2011/03/matisse.jpg
Llegar a la casa y encontrarte a la espera.
La
mesa lista.
¿Qué trono vale las manos que me reciben
y el
pecho que me abre un hogar?
Guillermo Barber Soler
Guillo! Ese estilo "minimalista" como vos lo llamás, o "sintético", de una extensión breve, me gusta mucho en lo que venis mostrando. Me recuerda al haiku que siempre admirador pero nunca pude escribir uno. Te felicito!
ResponderEliminarAhora, me cuesta identificarte en esa experiencia. Es como muy adulto, no sé. Ja!
Cuando editaba notas para un noticiero en uno de los canales de televisión en que trabajé, el jefe de noticias me solía decir "breve y bueno= dos veces bueno". Me va!
ResponderEliminarMak: No subestimes a Guillermo, que por lo poco que lo conocí, es todo un señorito!
Abrazo!
Muy linda la imagen del hogar como la verdadera conquista del ser humano y la mujer hospedando al varón, sirviendo la mesa de la comunión.
ResponderEliminarTe confieso que la primera vez que lo leí Guillo la reacción que tuve fue sentir que eran unos versos que me introducían en el túnel del tiempo: el elogio a la mujer esperando al varón en la casa con la mesa puesta.
Pero luego pensé que lo esencial de los versos pasaba por reconocer la capacidad construirse mutuamente un hogar como figura del Reino.
¡Muy linda la imagen que elegiste!
La misma plenitud siento cuando mi mujer me espera así en casa y el vacio consecuente cuando, por motivos de estudio o trabajo, no puede hacerlo.
ResponderEliminarMe parece este texto un lindo encuentro de las dos intimidades del varón y la mujer para hacerse una.
gracias!
¡Gracias por los comentarios!
ResponderEliminarHéctor, ¿por qué te cuesta identificarme con esa experiencia? Admito que uno puede tender a asociarla con la mujer que espera al varón que llega con su saco, corbata y maletín después de un día de oficina. Pero la poesía minimalista busca la intuición en su mínima expresión. Es también la novia que me invitó a almorzar y me esperó con la comida hecha, o la madre que me recibe cuando vuelvo de la facultad (Ceci Giudice me pidió permiso para escribírsela en una tarjeta a su mamá por el día de la madre).
Entiendo que a mí me costó, una vez que la vi escrita y la volví a leer tiempo después, disociarla de esa imagen un poco sepia (el túnel del tiempo, dirá la Dra. Mosto) de la que quiere liberarse Julia Roberts en "La sonrisa de la Mona Lisa".
Creo que habla de la mujer como receptora, como creadora de hogar. La noción de hogar me es muy importante y soy muy sensible a su presencia. Como dice Ignacio, es el "encuentro de dos intimidades", o como dice Marisa, "la capacidad de construirse mutuamente un hogar".
La elección de la imagen fue en línea con este querer evitar caer en una cosificación anacrónica de la mujer. Quise mostrarla en su mundo de sueños, entre la razón de un tablero de ajedrez y la belleza desbordante de unas flores. Es como un silencio suave, tierno y receptivo.
No sé qué más aclarar. Lo que sí, la experiencia la viví. Qué sé yo, quizá tengo experiencias "de adulto". Pero ciertamente no son "de camisa y corbata".
Tenés razón, Guillo. Cuando lo leí quizás, tuve el mismo problema de vos, de disociarla de esa imagen un poco sepia. Me ganaron mis preconceptos y te imaginé más viejo, algo así como Pato siendo recibido por Mariana, jaa! Gracias por las aclaraciones.
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