Me fui a
comprar un gabán.
Gabán
Loden que ayer había visto en la vidriera. Me recordó mis tres visitas a Viena.
¡Tres visitas!
Una
durante el exilio en Italia. Alguien me
dijo que no me quejara, que muchos otros la pasaron mucho peor. O quizá yo
mismo me lo dije, debatiéndome en las garras de la culpa del sobreviviente.
Las
otras dos visitas ya como profesional que va a llevar su contribución a una
reunión científica. Otra cosa, pero siempre desde esta prudente convicción de
no creérmela demasiado, tanto como para
estar mejor preparado para cuando las vacas sea flacas.
Pero
bueno, ahí conocí los Loden vieneses,
que me resultaron inaccesibles.
Unos
pocos años después de la última vez en Viena, como cumpliendo un ciclo
fatídico, volvieron las vacas flacas.
Las
saludé con esa extraña mezcla de odio y respeto que uno al final elabora y
esperé, sin demasiadas esperanzas, el próximo ciclo.
Qué vida
trajinada. Qué suerte que he tenido, dentro de esos trajines, exilios, dolores,
sinsabores y placeres.
Las
vacas se han ido a pastar a algún otro desdichado lugar. Aprovechemos que no
están.
Me metí
en la tienda y compré el gabán. Contento, tenía ganas de más, pero ya era tarde
y tenía tarea en casa.
Subí al
auto y, escuchándolo a Ravi Shankar y
sus músicas de la India, paré en el supermercado y compré algunas cosas y el
diario. Ya en el auto, quería hojear el
diario pero Ravi Shankar se repetía por
cuarta vez y sentí que era suficiente. Extraje el CD y entonces una voz
conocida me saca del diario.
¡Hola
Aliverti, tanto tiempo sin encontrarte!
En Radio
Nacional recuerdan a locuciones,
locutores y humoristas famosos. Nombres
que me enganchan a mis recuerdos y a esos altibajos de la fortuna y los
infortunios en que me metieron mis paseos por la vida. Tanto me atrapan los
chicos y chicas de la radio, que me quedo absorto, sentado en el auto en el
jardín de mi casa, escuchándolos.
Y de pronto
vuelvo a este mediodía de sábado.
- ¿Qué
fui a hacer al centro?
- ¡Ah,
me compré el Loden!
Jorge Oscar Marticorena
En
casa, domingo 2 de septiembre, 2012. No se ven
vacas por el campo
Jorge, me sumergiste por unos momentos dentro de un mundo personal de recuerdos, asociaciones de ideas y vivencias de diferentes texturas y variado peso específico. Tal como ocurre en los monólogos interiores. Y me queda resonando una pregunta ¿por qué el exilio?
ResponderEliminarLas mañanas de sábado tienen un atractivo especial para mí. Me encanta salir a caminar, andar por el barrio, sin prisa. Son ideales para poner un poco la máquina en punto muerto, pensar la vida y pensarse.
Muy bueno Jorge! Una anécdota personal: mamá tiene un Loden y cada una de las tres mujeres estamos haciendo lobby a ver si nos toca cuando decida regalarlo. Una vez, yo vivia todavía en casa, estudiaba filosofía, tenía unos 20 años y me iba a la facultad en el tren, me puse el Loden sin prestarle atención al hecho. Una mujer en el tren me dice: ¿me dejás mirar la etiqueta de tu tapado? Se la muestro y me dice: "con razón! ¿vos sabes que es un tapado muy bueno?" Con mi mejor cara de hay cosas más importantes, le dije que no, pero que mío no era!!
ResponderEliminarMuy lindo y con humor!
ResponderEliminarLydia