Velocidad Arte
Urbano Fabián Burgos
La anécdota no es mía, la escuché hace poco y me pareció que
valía la pena compartirla.
Va un muchacho caminando por la calle, paseando por las
arboladas calles de San Isidro una soleada tarde de sábado. Va mitad pensando
en sus cosas, mitad disfrutando del día. En eso, se encuentra con una chica de
su misma edad, preciosa, que parecía estar esperando para cruzar. Cuando se acerca
se da cuenta de que es ciega y le ofrece ayudarla. Ella, muy agradecida y
alegre, acepta el ofrecimiento. Cruzan la calle sin ningún problema. Al llegar
al otro lado siguen charlando y ella, muy inocente, le pregunta:
- ¿Y vos? ¿Agradecés tener vista?
Él ya no pudo ver el mundo del mismo modo.
El mundo es gratis, el aire es gratis, el sol, la luz, los
ojos para ver los colores, las manos, los brazos para abrazar, para levantar y
para bailar, el oído, la música, los olores y sabores, la verdad, la inteligencia
para buscarla, la palabra, la sonrisa, la naturaleza, los otros, el universo
entero es gratis y se nos da. ¿Nos damos cuenta de semejante regalo?
Cuando mamá estuvo internada en FLENI me di cuenta que hablar, comer, ¡caminar! son un milagro. Uno se acostumbra a la salud, ¿será por eso también que el mal es visto como una ausencia?
ResponderEliminarYo cada tanto, cuando salgo a caminar después de mucho tiempo encerrado (que es cuando me doy cuenta de lo que no uso), recuerdo de repente que tengo piernas y que podría no tenerlas o me podría lamentar si no las tuviera. Con la vista también me pasa, cuando veo algo muy lindo. Pero cualquier agradecimiento se queda corto.
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