La estrella, de Edgar Degas
Necesitás hacer una cuarta firme, segura. Sin eso, te va a
faltar impulso para hacer un giro completo. Armá los brazos, mirá a un punto
fijo hacia el cual te dirigís. Si no, vas a tambalear y, tal vez, caigas.
Muchas veces bailamos: en la vida, en el pensamiento, en las
acciones. Queremos cambiar, dar un giro, pero para eso necesitamos una postura
firme, una base a partir de la cual movernos. Es raro que los cambios los
hagamos arrancando todo de raíz, siempre hay vestigios de lo anterior.
Es peligroso el giro. Cambia mucho las cosas, dependiendo de
cómo éste sea. A veces pensamos que cambiamos porque el impulso del giro fue
grande y, sin embargo, giramos en el lugar. En este caso, el cambio es interno:
de una base firme, un pensamiento, fui buscando nuevas respuestas en distintos
lugares que me condujeron nuevamente a él, redescubriéndolo.
Otras veces con un giro nos trasladamos, ahí el cambio nos
lleva a otro lugar. Partimos de un pensamiento, pero al explorar llegamos a
nuevas ideas, un vuelco en la vida, decisiones importantes.
Finalmente nos preguntamos ¿hacia dónde queremos dirigirnos?
¿Qué buscamos? Nunca damos un giro si la pregunta no está planteada; no hay giro sin búsqueda, sin un punto
al cual dirigirnos. No hay giro sin valor:
siempre está la posibilidad de caer, y siempre, la posibilidad de levantarnos.
Para ello, tener valor es necesario.
Sin giros, un baile pierde parte de su belleza. El giro
provoca una tensión que al desenvolverse brinda armonía a la totalidad, una
terminación más perfecta. Es un
movimiento en tierra que busca elevarse. Con el pensamiento, en estos
giros, estas búsquedas, intentamos elevarnos a la verdad, acercarnos, sondearla
y luego adentrarnos en ella. Todo depende si estamos realmente dispuestos a dar
un giro.
Mechi Palavecino
Mechi, me hiciste pensar en cómo habían sido los giros más significativos en mi vida y sobre qué me había apoyado para darlos. Y sólo me aparecen nombres. Los nombres de todos aquellos por los que estoy en estas coordenadas.
ResponderEliminarNunca lo había pensado así, pero es cierto, para hacer un giro es necesario tener un punto fijo de referencia y partir con los pies firmes en el piso, si no, es muy probable que caigamos.
ResponderEliminarMuy linda comparación. Siempre me das la sensación de que tus textos son muy femeninos, Mechi. No sé dar giros; no sé bailar. ¿Será que no tengo un punto firme y fijo? Besos.
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