http://hemisferiosud.blogspot.com/2011/09/la-mula.html
Devaluados,
pesificados, así y todo hemos logrado volver a París, sueño de todo pequeño
burgués sudamericano. Un insensible no nos ha citado en Café de Flore ni en Les Deux Magots sino en Starbucks. Es como si en San Juan de
Puerto Rico te invitaran a comer goulasch en un restaurante de la colectividad
húngara.
Al lado del
azúcar y de los palitos para revolver, veo un folleto sobre la red Commerce
Équitable, que esa cafetería integra. Parece que semejante organización
busca asegurar un precio “justo” a los productores de café en lugar de pagarles
lo que indique el perverso mercado. En el folleto se muestra la foto de
Santiago y su familia, cuarta generación que viene trabajando en los cafetales
bajo el duro sol guatemalteco (el epíteto, lo de duro, lo puse yo porque me lo
imagino pero jamás he estado en Guatemala). En la foto están todos sonrientes.
Parece un aviso de pasta para dientes. La publicación informa que, gracias a Commerce Équitable, Santiago aumentó sus
ingresos y pudo comprarse una mula. Con urgencia busco en el teléfono el
significado de mule, por las dudas
hubiera entendido mal el francés. Sí, sí, quiere decir mula, nomás. Y une quiere decir una. Una mula.
Nos
alegramos. Ahora que disponen entre todos de semejante equipamiento, los hijos
y nietos de Santiago ni pensarán en abandonar su actividad para estudiar
medicina, desarrollar software o
instalar una cadena de cafeterías en el primer mundo. Serán como su colega
colombiano Juan Valdez, que los madrugó como treinta años en esto de ser feliz.
Los
franceses también se felicitan por hacer realidad, por fin, los ideales
solidarios e imaginativos del 68, ahora bajo el atractivo nombre de
responsabilidad social empresaria (concepto parecido al de “literatura
comprometida” que Borges comparaba con el de “equitación protestante”).
Pensándolo
bien, es preferible que se queden en Guatemala con la mula a que sigan
fatigando quenas con la insoportable canción El cóndor pasa, que hace cuarenta años se resiste a desaparecer de
los bulevares de París. Siempre sonará El
cóndor pasa a menos de tres calles de distancia de cualquier punto ya sea
que toquen hondureños, bolivianos,
sanjuaninos, hasta se la he escuchado a una colorida banda senegalesa.
El hecho que
refiero sucedió en enero de 2012 en el Boulevard Saint Michel y decido
conservar el folleto como una señal de mi dificultad para comprender el rumbo
que va tomando este planeta.
Muy bueno Marcelo!!!
ResponderEliminarLamentablemente hay demasiados de esos folletos con la cara de Santiago a modo de autocongratulación por haberle conseguido "une mule"...
Son demasiados los folletos...
Comparto la indignación.
Me gustó mucho tu texto! Una pena que hayan terminado en el Starbucks, pero gracias a eso ahora tenés una prueba más de la mediocridad humana!
Un beso!
¡Sublime! Me encantó la prosa. Y me sumo a la indignación y a la dificultad para comprender a dónde vamos.
ResponderEliminar¡Es un placer leerte Marcelo! Comparto la extrañeza frente a ese parche a la "mala conciencia" a que huele la RSE. ¿O será una simple estrategia publicitaria?
ResponderEliminarMarcelo, me encantó tu Generosidad en Granos...La manera de escribir y cómo expresaste tu desconcierto y la ironía de esta cultura en la que la generosidad está a menudo encorsetada en las reglas y las siglas del mercado.
ResponderEliminarMuy bueno! Me encanta tu habilidad para encontrar situaciones absurdas y sacarles lo gracioso de adentro.
ResponderEliminarTodo un estilo. Grande Marcelo.
ResponderEliminarExcelente. Faltó aclarar que la foto es de la mula de Santiago, para que nadie se confunda.
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