Ari Brizzi, Densidad 14 (Ilust. Blog)
Sucede cada tanto que se conjugan las circunstancias y la disposición del alma. Todo parece fluir –como si el cielo se abriera.
Las vivencias de estos momentos se presentan con tanta claridad que es fácil tentarse de dar explicaciones demasiado precisas, desde asociar los hechos a una fecha significativa hasta conectarlos con una causa cualquiera, en forma demasiado determinante.
Cabe esta tentación pero están también los que en todo acontecimiento desesperadamente descubren señales. Hoy sin embargo suele ser más habitual un rechazo a buscar significaciones ulteriores o a comprometerse con ellas. Son muros, laberintos construidos entre las cosas y su espesor o su más allá.
“No creo en las señales”, me decía ayer mi hijo.
“Tampoco yo, si las señales apuntan a un significado acotado, cerrado”, le respondí.
“Así podría aceptarlas… si son poesía”.
Y una vez más vi a la poesía como fisura en nuestro mundo tan resignado a la indiferencia del más acá. Al final algo se quiebra y la coraza cede.
Mimi Blaquier
Qué buena imagen la de la fisura Mimi. Un muro que se agrieta y deja ver lo que hay tras de sí. Nos pone en contacto con dimensión de lo real para la que estabamos ciegos. Una fisura que es un puente. Desgarros que liberan
ResponderEliminarQué buena imagen la de la fisura. Una grieta en el muro de una cotidianeidad esclerosada que nos permite ver aquello para lo que estabamos ciegos. Fisuras-puente. Roturas, vacíos que favorecen.
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