La filosofía me buscó a mí. La palabra resonó en mis oídos como un canto de sirenas. Y no dudé en entregarme aún sin saber demasiado a dónde me conducía. Un velo blanco, terso e inmenso se desplegó sobre todo el horizonte del mundo. Un brisa suave lo agita, lo hace ondular, lo levanta y yo espío debajo, atisbo una luz en la oscuridad que envuelve, baja y vuelve a ocultarla. Me seduce, muestra y esconde. Me atrae, me anima y me desanima. Confiada, la busco, la sigo buscando. Mi piel envejece pero ella me mantiene joven. Me sigue señalando puertas, senderos, avenidas, callejones, espejos. No permite que me quede quieta, que me estanque, que tire la toalla, que diga “basta, hasta aquí llegué.”
Estoy acompañada. Somos una multitud que caminamos desde hace siglos tras ella y nos pasamos datos, a veces vamos al paso, otras corriendo, la perseguimos por caminos que se bifurcan y se vuelven a unir, la vemos doblar la esquina, se adelanta y huye.
Pero ¿qué podría reprocharle? Ha agitado mi vida con sus imanes y lo sigue haciendo. Soy tan poca cosa sin ella.
Marisa, tenía que ser algo tan maravilloso como la filosofía la que buscara a una persona como vos. No quiero imaginar una vida sin filosofía, pero que ella te busque para que la sustentes, eso sí que es un honor muy grande, al cual vos has sido llamada y has respondido con generosidad. ¡Ella, a su vez, te va a sostener siempre!
ResponderEliminarQué bueno, Marisa, esto de escribir sobre qué es para uno aquello a lo que le ha dedicado tantos días de su vida. Y qué acertado eso de que nos pasamos datos, creo que es lo que más disfruto de todo esto. Porque uno empezó aceptando información sobre la filosofía pero como uno ya confía en la mirada del otro, le acepta datos sobre temas de lo más variados. Desde qué serie televisiva seguir, qué hacer para sobrevivir a fin de año, con qué talante enfrentar un encuentro. Me parece que vos te tomaste en serio lo de Steiner de pagar las deudas de amor: siempre nos hacés un giro a los demás con aquello que encontraste!
ResponderEliminarHermosa reflexión Marisa! Creo que esta experiencia que relatás la vivimos todos los que tratamos de "con-vivir" con la filosofía.
ResponderEliminarBendita esa reflexión socrática final: somos tan poca cosa... Ojalá nunca nos abandone la sensación de que, cuánto más leemos y profundizamos en los misterios del Ser, sigámonos dando cuenta de que somos tan poca cosa...