Pablo Picasso
Se me anuda en la garganta una ausencia.
Ausencia de palabras que nadie inventó,
verbos que no sé escribir, adjetivos que no existen.
Se me hace el alma una tarde de domingo
y no sé cómo agregarle un poco de plaza y hamacas.
No, sólo lluvia, domingo, viento y frío. Y ausencia.
Tanta ausencia, tanta soledad que ya ni el recuerdo me acompaña,
ni nostalgia tengo siquiera.
Si por lo menos este dolor de garganta fuera por el pasado,
si al menos fuera por lo apostado y perdido,
si al menos tuviera una figura a quién extrañar,
algo que evocar,
un mínimo tinte azulado que tiñera un poco el gris...
Pero no.
Es un ruido sordo, un grito huérfano de voz.
Y lo tengo acá, en este punto exacto entre las clavículas,
sí, acá, en este hueco arriba del esternón,
en este pocito donde mi cabeza pretende unirse a mi pecho.
Pretende, pero no lo logra...
ese puente nunca se terminó de construir,
y así va mi corazón por un lado y mi cabeza por otro.
Ajenos uno del otro.
Y este dolor es llanto estancado.
Es palabras calladas.
Es silencio forzado.
Es una ausencia.
Es nada.
Ya ni es.
Ausencia de palabras que nadie inventó,
verbos que no sé escribir, adjetivos que no existen.
Se me hace el alma una tarde de domingo
y no sé cómo agregarle un poco de plaza y hamacas.
No, sólo lluvia, domingo, viento y frío. Y ausencia.
Tanta ausencia, tanta soledad que ya ni el recuerdo me acompaña,
ni nostalgia tengo siquiera.
Si por lo menos este dolor de garganta fuera por el pasado,
si al menos fuera por lo apostado y perdido,
si al menos tuviera una figura a quién extrañar,
algo que evocar,
un mínimo tinte azulado que tiñera un poco el gris...
Pero no.
Es un ruido sordo, un grito huérfano de voz.
Y lo tengo acá, en este punto exacto entre las clavículas,
sí, acá, en este hueco arriba del esternón,
en este pocito donde mi cabeza pretende unirse a mi pecho.
Pretende, pero no lo logra...
ese puente nunca se terminó de construir,
y así va mi corazón por un lado y mi cabeza por otro.
Ajenos uno del otro.
Y este dolor es llanto estancado.
Es palabras calladas.
Es silencio forzado.
Es una ausencia.
Es nada.
Ya ni es.
María Echevarría
María me conmueve mucho tu texto. Ese grito huérfano. Es hermoso y tremendo. Personal y a la vez común a todos.
ResponderEliminar¡Gracias!
es terrible!
ResponderEliminarMe conmovió cómo expresás ese dolor de ausencia. Y cómo lo ubicaste en el cuerpo, allí donde la cabeza no logra conectarse con el corazón.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me alegra que les haya llegado lo que intenté expresar que, como bien dice Marisa, es muy personal y a la vez común a todos.
ResponderEliminarEs espléndido tu poema, y qué bueno que ya ni es..., se puede empezar a sanar! Gracias
ResponderEliminarGenial!! Como conmovido lector me quedo a la espera de una vuelta de hoja en la letra P.
ResponderEliminar¿Por qué en la P, Martín? Pero...
ResponderEliminarEso, eso, antes están la b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o y recién ahí la p.
ResponderEliminar"Ausencia de palabras que nadie inventó", hermoso Mery!! que siga habiendo palabras que nadie inventó y que nadie va a inventar me da vértigo y también esperanza, que algo siempre falte y nos falte, es un signo de que todo lo que es (y lo que somos) es inagotable ¿no?
ResponderEliminar"P"resencia, a eso me refería. Igual, tienen razón, no hay por qué esperar tanto.
ResponderEliminarEstuviste muy bien, Martín, y muy lenta yo. Sí, esperemos que la P se imponga sobre la A.
ResponderEliminarGracias a todos por decir cosas tan lindas.
me encantó! gracias!
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