Jean Delville
Abracadabra, pata de cabra… que el mundo vuelva a obedecer las leyes de los antiguos hechizos.
Abracadabra, pata de cabra… que los planetas retomen su girar al compás de números y pitagóricos ciclos.
Abracadabra, pata de cabra… que la luna, ni fría ni distante, vele mis sueños con certera confianza. Desterrando temores y justificados miedos.
Abracadabra, pata de cabra… que nos inunden los dones y los regalos, y que nadie más sienta que ha sido olvidado
Abracadabra, pata de cabra… que recupere mi inocencia, mi fe, la gracia.
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Cuentan que Alfonso el Sabio cuando era introducido en las complejidades del sistema ptolomeico del mundo expresó con un suspiro: “Si el Señor Todopoderoso me hubiera consultado antes de empezar la Creación , yo le habría recomendado algo más sencillo”. Si bien parece anecdótica la ocurrencia del castellano Alfonso, no deja de escucharse en ella una queja profunda y experiencialmente justificada. Que las cosas no son, la mayoría de las veces, como uno quiere y que la verdad y el bien son arduos, es algo a lo que sólo nos sometemos después de un largo suspiro. Y tal vez no sería aventurado pensar que algunas de las ficciones aparecidas y que aparecerán en la faz de la tierra, no son más que humildes recomendaciones que unos cuantos hombres –ni los más rebeldes ni los más soberbios- arriesgan sugerir y lanzar al universo.
Acostumbrados y acatando desde siempre la categórica sentencia sobre la necesidad de la aceptación de la realidad y de los designios del mundo, nos inventamos o buscamos aquél en el cual nosotros hubiésemos elegido habitar. Un mundo no más pobre en su estructuración, pero sí más sencillo en su comprensión. Un mundo en el cual los encuentros son fluidos, los finales felices y las circunstancias favorables. Donde no todo cuesta la propia vida y tampoco la de los otros. Aquel donde con una mágica fórmula salimos del paso, encontramos atajos o recuperamos fuerzas. Donde la presencia ocupa el lugar de la esperanza y el cumplimiento el lugar de la promesa.
Me gusta pensar que estas variaciones imaginarias del mundo, no son más que insistentes e instintivas recomendaciones, que en el cansancio de la perseverancia y en la constancia a la vida, se nos escapan –como los suspiros- desde lo más profundo. A la par que seguimos en el esfuerzo por entender, en el trabajo para construir, en el camino para llegar.
Abracadabra, pata de cabra… que impere la eficacia de las mágicas palabras,
Y por qué no la simplicidad de una suerte afortunada.
Ángeles Smart
-Bariloche Encenizado, 20 de junio del 2011-
Hechizos y conjuros. Que los hay..., los hay!
ResponderEliminarCierto, alunas cosas no nos parecen simples en primera instancia. En esos momentos añoramos la seguridad que nos brinda el entendimiento.
Pero los ¨suspiros¨ que escapan y las mágicas palabras, van desempañando el vidrio de nuestra lupa hasta dejarnos percibir, aunque sea en trazos, y con un poco de suerte afortunada, una simpleza que nos maravilla.