domingo, 10 de julio de 2011

Amor (Ángel Cejas)


Giotto


Entre las palabras que empiezan con “a”, elegí “AMOR”, porque ejercitándolo, sólo con eso, podemos resolver todos los conflictos que puedan surgir entre los seres humanos.
Con la experiencia adquirida en mi actuación profesional en fábricas, resolviendo problemas técnicos aplicando el método de CAUSA Y EFECTO y la dialéctica que surge, he llegado a la conclusión que es aplicable a todos los problemas de la vida: Personales, Familiares, Conyugales, Políticos, Económicos y Sociales.
Siguiendo las enseñanzas de Cristo, que para los que tenemos fe, fue verdadero hombre y es verdadero Dios, y para los que no la tienen, reconocer que fue el Filósofo más influyente de la historia, el AMOR fue el mandato más importante de todo su mensaje.
Pero para llegar a amar, primero hay que decidirse, haciendo uso del don más preciado de la dignidad del hombre que es la libertad. Luego hay que capacitarse, ejercitarse y sacrificarse, como cuando uno decide seguir una carrera, hacer un régimen de comida o de ejercicios físicos para mejorar la figura, o entrenarse para una competencia. Pero para llegar a la meta, se requiere compromiso y responsabilidad.
El AMOR es la CAUSA de todo Bien, y el NO AMOR es la causa de todo Mal.
Como en las relaciones humanas hay infinidad de causas que generan el Bien y el Mal, lo primero que hay que hacer es discernir cuáles son las causas más influyentes.
La felicidad es el camino de la vida brindando AMOR a nuestros semejantes y la esperanza de nuestra trascendencia después de la muerte.
No hay razonamiento que pueda explicar esta esperanza, teniendo en cuenta los infinitos que nos limitan.
¿Y qué es brindar AMOR a nuestros semejantes? Cristo lo explicó con ejemplos sencillos para la gente sencilla, para que todos entendieran, y no sólo los ilustrados. La parábola del Buen Samaritano, la del Hijo Pródigo o del padre misericordioso, el Perdón de la adúltera, la promesa del Paraíso para el ladrón crucificado con Él, pero que tuvo fe, el pedido de perdón para todos los que lo ultrajaban mientras estaba en la cruz, etc., etc.
Y también nos dio ejemplo de prioridades de cómo debemos comportarnos: “Dejemos la liturgia, la ofrenda y la oración para después, y vayamos primero a reconciliarnos con nuestro hermano”. Y que no nos arroguemos “títulos de Padre, Doctor o Maestro, (tan común entre los intelectuales), porque todos somos hermanos”. Reconozcamos que esto constituye la base de la discriminación social.
Nos recomendó también “no juzgar a las personas: Quítate primero la viga de tu ojo para poder ver la paja en el ojo ajeno”.
Cuando en este grupo de Filosofía estudiamos recientemente a Marx, me di cuenta que la historia, escrita por sus detractores, los que vieron cuestionados sus intereses económicos o de poder, lo denostaron despiadadamente, pese a que gran parte de sus predicciones se están cumpliendo inexorablemente.
De allí llego a la conclusión que no hay hombres 100% buenos ni 100% malos. Todos tenemos una parte  de verdad, como el reloj parado que marca la verdad dos veces por día.
Pero la verdad que creemos tener hay que expresarla humilde y sencillamente para que la entiendan hasta los más ignorantes y no sólo los intelectuales.
Elegido el camino del AMOR, que no es un sentimiento sino una habilidad, hay que poner una enorme fuerza de voluntad para lograrla.
Las conductas que debemos asumir son: Humildad, paciencia, tolerancia, compromiso, responsabilidad, fidelidad, veracidad, entre otras.
Si nos quedamos en el camino del NO AMOR, asumiremos otras conductas: Egoísmo, violencia (en los gestos, en la palabra, en los ademanes y en los hechos), la envidia, la soberbia, la codicia, etc., etc.


Ángel F. Cejas

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