Uno - ἐνα (autopercepción)
Y es que yo soy así, canchero. Si me gusta, lo obtengo. Nada, ni nadie me detiene, por eso me dicen “el bala”, porque nadie me para.
Dos – δυο (religión)
¡Yo te voy a enseñar! Y te lo digo así, señalándote con este dedo que Dios y la Virgencita me dieron: Lo de los católicos es todo mentira, porque yo no soy católico, los curas son todo mentira. Yo soy cristiano, pero cristiano posta, no de los truchos, como esos católicos.
Tres – τρια (trabajo)
Robo. Para vivir, robo. Dios me lo perdona, Dios perdona todo.
Cuatro - τεσσερα (justicia)
Pero ya viste como es ésto, la cárcel es para los pobres, son todos pobres acá… Pero los que deberían estar acá no somos nosotros. ¿Nosotros? Nosotros somos las víctimas, acá deberían estar los políticos, esos son los verdaderos chorros.
Cinco – πεντε (hijos)
Yo también te quiero a vos, hijito. Vos sabés que sos lo único que hice bien. Solo vos.
Seis - ἐξι (defensa)
Si se defiende lo hacés boleta. Yo voy por atrás y lo agarro del cuello mientras vos le quitás lo que tiene en los bolsillos, y el reloj, no te olvides del reloj.
Siete - ἐπτα (la mujer)
La única mujer que vale la pena, es nuestra mamá. Todas las demás son re-gato.
Ocho - ὁκτω (amistad)
Es mi amigo, es mi hermano. Yo, al Rolo me lo banco, le perdono todo, es de diez el chabón. Tiene sus cosas como todos, pero como amigo es muy piola.
Nueve - ἐννεα (pasiones)
Te voy a matar la conchadetuhermana. Te voy a matar, esto no se queda así, te metiste con lo que es mío, mi mujer es mía. Sabelo, ¡La granputaquetepario, te vas a morir!
Diez – δεκα (familia)
De mi viejo nunca supe nada, a mi vieja no le importo un carajo, no quería que vaya a la escuela, que perdía el tiempo, me decía, por eso no supe leer, pero yo solito aprendí, todo lo aprendí solito... Pero yo no soy como ellos, yo sé perdonar, la perdoné, siempre le doy plata, pero mi vieja se lo termina dando a mis hermanas y ellas a sus maridos…
Once - ἐντεκα (amor)
¡Hay amor en mis golpes!
Doce – δωδοκα (sexualidad)
Yo no beso a los hombres, si querés que te coja, todo bien. Te hago el favor. Pero nada de besos, esas son mariconadas. Chorro soy, pero puto… puto, no soy.
Martín Acero Vivanco
Qué radiografía de la actualidad, Martín. Muy buena. Me hizo acordar al impresionante libro de Manuel Puig "Boquitas Pintadas", si no lo leíste te lo recomiendo. Muy interesante las doce temas tratados y los doce ritmos que marca el griego ¿el concierto final tiene algo de eso? yo de música no entiendo mucho...
ResponderEliminarUna secuencia "tumbera" en 12 pasos atravesada por la violencia. En realidad me pasó con tu texto como me pasa con Schoenberg: cuando lo empiezo a escuchar estoy deseando que termine.
ResponderEliminarAgrede mi sensibilidad. En eso tu texto es genial. Como leer a Lamborghini ("El niño proletario", no recomendable para cardíacos) aunque en otro grado, nos pone frente a frente y sin anestesia con la miseria de la que somos capaces.
Ángeles
ResponderEliminarManuel Puig es mi prosista argentino favorito, sus obras recorren mi vida transversalmente y cuando vine a Buenos Aires ansiaba ver lo que él veía, olvidé que no tengo sus ojos. Lo llamé dodecafonismo porque eso es lo que intenté hacer, un cuento dodecafónico. En la música, el dodecafonismo tiene otra estructura, una contraria a la clásica y dividida matemáticamente en 12 notas con la peculariedad que ninguna de las notas sobresale de las otras, de tal forma que no hay un aria o un momento en la obra que recordemos sino que uno asimila la obra al finalizar de escucharla, es un todo inseparable en el análisis, es el subjetivismo llevado a su máxima esplendor. Eso es lo que intenté hacer en mi cuento, doce piezas, en las que ninguna sobresalga de las demás y tenga que ser leída como un todo, pero con las mismas particularidades que de la música, las expresiones interiores del ser humano que intenta romper con todo un pasado, recreando para sí mismo un nuevo mundo.
Gracias por el comentario.
Profesora, su crítica me hizo recordar a unos artículos que leí de Stravinsky sobre Schoenberg. Varios amigos habían querido juntar a estos dos compositores que había roto en pedazos dispares el siglo XX (musicalmente hablando), Stravinsky con la Consagración había dado el inicio de la nueva música pero cuando llegó a USA se arrepintió, y dio pasos atrás, sus conciertos para violín (piezas riquísimas) ya no eran revolucionarios, regresaba al romanticismo: Había traicionado lo que él mismo había creado. Schoenberg sigue sus pasos y lo supera, no retrocede nunca, experimenta y experimenta y crea un tipo de música que te “hace sentir cosas”, un subjetivismo extremo, justo eso que es el arte ahora, expresiones subjetivas.
ResponderEliminarStravinsky no quiso saber nunca nada de Schoenberg, cuenta la leyenda que nunca se vieron ni se cruzaron y cuando alguien pronunciaba el nombre de Schoenberg frente al otro compositor, Stravinsky se quedaba mudo. Yo me ponía a pensar en eso siempre, pues sin querer Stravinsky había sido tocado por Schoenberg del mismo modo que el segundo por el primero. Schoenberg continúa los pasos musicales inaugurados por Stravinsky y lo moviliza a seguir sus pasos a los cuales él mismo había renunciado. Stravinsky es movido por Schoenberg del mismo modo que Schoenberg quiere, que es que no te quedes quieto, que la música movilice tu erótica y no tengas la oportunidad de ser indiferente ante ella. La Kammersymphonie es justamente eso, es la más radical de sus obras, me mueve desde adentro, me hace sentir un montón de cosas, no todas agradables, pero logra su cometido.
El mundo es tragedia y no hay belleza en la tragedia, es como si me dijeran, a eso apuntaba mi cuento, a un mundo donde la pobreza impide la belleza, pues tampoco hay belleza en la pobreza como pretendía mostrar al personaje de mi relato. Ni el Lulu de Berg, (muerte y suicidio) ni en los lieder religiosos de Webern (un Dios lejano), ni aún en el Moises y Aarón de Schoenberg (culmina con la destrucción de Aaron) hay belleza, solo relatos miserables.
Gracias por su comentario, porque era eso mismo lo que quería transmitir.
Martín
Cuestión de sensibilidad, o de vivencias, o de deseo de vivencias. No me gusta la cosa edulcorada, pero lo sórdido, sin esperanza, no es para mi tampoco. Acabo de leer El estrangero de Camus, es muy duro, pero hay un gran amor hacia la interioridad, la integridad del ser humano.
ResponderEliminarHola, Martín: Muy buen texto. Muy original. Ahora que volví con un texto de Oswaldo Reynoso (Los inocentes), me acordé de tu escrito. Por eso, volví a leerlo para comentarlo. Me gusta mucho esa poética que emerge de la realidad sin metáforas, pienso que a veces es la mejor metáfora. Como sacar una foto a una metáfora viva y listo; ya tenemos el poema. ¿Metáfora viva, a eso se refiere Ricouer? Nunca leí su texto.
ResponderEliminar