Gerald Scarfe. Pink Floyd The Wall: The Scream. 1979.
Lunes
Confieso que tienes algo
que me autodestruye.
Soy como un vigilante
de la noche solitaria…
« ¡Mierda! ¡Estoy jodido! »
Martes
He soñado que tus trenzas
venían a mí, para llevarme.
He despertado de sobresalto.
Quiero abrigarme con tu aliento.
Quiero abrigarme con tu aliento.
Hace frío, y a nadie le importa.
Miércoles
¿Puedo imaginarme viviendo
sin ti?Ayer te vi
y toda la ciudad desapareció.
Caminabas radiante hacia el ocaso.
Jueves
¿Para qué escribir?
¿Para qué?
Viernes
A la hora nona,
todo el cielo oscureció…
No aguanto tres días más.
Me pudriré en el cemento caliente
con las aguas fieras
de una llu via de marzo.
Así terminarán mis días
en esta tierra
que no late más.
Héctor, otra vez el tema del encuentro-desencuentro en la ciudad ¿no? las narraciones sobre experiencias de la soledad entre la multitud son tan abrumadoras que me estoy convenciendo que es algo definitivamente real. Al no vivir hace mucho en una gran ciudad y al ver que en los lugares chicos también hay mucha gente con las mismas sensaciones, había concluído que es algo inherente a ciertas personas y no en relación a su entorno, sea grande o no tanto. Pero me parece que con los avances de la tecnología todo lugar es hoy "una gran ciudad" y está sufriendo de sus mismas infecciones. Me pregunto si quedará en algún lugar del planeta una porción de tierra "que siga latiendo"...
ResponderEliminarEl desencuentro, la soledad, creo que es casi inherente de la circunstancias actuales de vivir. Es una tensión constante. El tema era más una mirada de alguien que ha perdido su pareja. LO que pasa es que la ciudad es el escenario perfecto. No me imagino a este mismo tipo en el campo. (Jaa) Son tópicos míos, tal vez, que no he hecho otra experiencia que la ciudad y siempre estoy observando, mirando, pensando en ella, sobre ella (la ciudad, me refiero, ja).
ResponderEliminarHéctor, qué buena idea la secuencia "in crescendo" en los días de la semana hasta llegar a la detención del tiempo vital del "viernes" en el que también el cielo se ennegreció.
ResponderEliminarEl sabado y domingo como el tiempo de la desesperación. Muy buena la analogía y el contraste.
¡Gracias!
Eso que comentas, Marisa, lo relaciono con que el domingo para muchos es el día de la desesperación por antonomasia. Es como una vez comentaste, me acuerdo cuando estaba en 1° año, que una monja te había dicho que el diagnóstico de Schopenhauer hubiera sido infalible, si no fuera por la Resurrección de Jesucristo. Esa analogía siempre me llamó la atención. Me pregunté muchas veces, todo pende, entonces, de un acto de fe?
ResponderEliminarTal vez la monja estaba un poco invadida por el pesimismo fideista...o ese día se había despertado un poco sombría... no creo que sea necesario hacer pender todo de la fe. Y siguiendo el tema de tu poesía tampoco creo que si alguien está un poco desesperado porque perdió su pareja, le convenga refugiarse en un encuentro religioso... yo lo alentaría, más bien, a seguir ensayando encuentros con el otro pero humano. Bah! sólo mi idea. Si el mundo necesita de la fe para ser vivible definitivamente no es de mi agrado!
ResponderEliminarTe respondo con un texto que escribí hace unos años pensando en esa "salida" que propone Schopenhauer en la compasión:
ResponderEliminar"La última curda:
Si la vida no fuera nada más que esa herida absurda, una navegación en un barco sin destino, construido sólo por nuestras propias manos, sobre un mar impenetrable y caótico, al menos yo, quisiera seguir allí a la deriva porque están ustedes. Es bueno navegar juntos codo a codo.
Saludar al señor del kiosco, gozar de mis hijos, del amor de mi marido, mirar la carita de mis alumnos iluminada por una idea, pasar horas con amigos conversando… A mi me basta. Me basta la gente y sus paisajes y los paisajes de la naturaleza. Y ese sol. Y todo lo que ustedes han hecho que me regalan, sus cuentos, su música, sus pinturas, sus catedrales.
Brindo por Schopenhauer. (A pesar de la obstinada presencia del sufrimiento en la historia, el ondular de la marea susurra que hay también consuelo en sus manos, en las manos de ustedes). Con suerte y a pesar suyo -de Schopenhauer, digo- quizás algún día se lo pueda contar personalmente."
Ángeles, creo que en mi poema, no hay un salida religiosa a su desesperación. Es un estado de melancolía profundo donde ni el mundo ni él mismo, tienen valor ya. Sí, hay referencias evangélicas como la hora nona y esos tres días, pero no hay una salida. Está bueno, el diálogo que se forma en este blog. Realmente, es un taller de escritura libre filosófica.
ResponderEliminarMarisa, muy acertado tu texto, gracias!
ResponderEliminarTotalmente Héctor, en tu poema no hay salida religiosa, otra tal vez tampoco... sólo fue mi comentario a raíz de la monja que ni debe saber que se la sigue citando en lugares tan diversos!!!
ResponderEliminarYo en cambio creo que el camino de la fe y la religión es el único camino cierto, seguro, en la inmensidad del desierto. Y entiendo que si existe la capacidad de entrega entonces ahí ya tenemos un indicio de la significatividad de todo esto, de este desierto/vida. Y creo que todo eso que menciona profe por lo que uds. perseveraría en la vida, está ahí para que sepamos que la vida tiene un sentido, y que es bueno vivirla al menos para encontrárselo con la garantía de que este existe. Personalmente si no fuere por eso (por mi fe y mi esperanza) ya me contarían entre los pasaron a la otra vida. Yo creo que sí que el mundo necesita de la fe para ser vivible, como necesita también de la esperanza y, sobre todo, de la caridad.
ResponderEliminarJavier, mi mirada no intentaba subestimar la riqueza incuestionable de la fe sino exaltar la belleza de la vida y la fraternidad.
ResponderEliminarTe agradezco la observación que me permite aclararlo.
Me parece que el comentario de Javier estaba más relacionado con mi texto en el cual digo que para mi un mundo que necesite de la fe para ser vivible no me gusta mucho. A partir del texto de Héctor, la introducción (via domingo) de Schopenhauer y el tema de la fe generó un rumbo distinto en este diálogo. Pobre el personaje desesperado de la poesía! ya estamos discutiendo otra cosa. En tus intervenciones Marisa, queda claro que no subestimas para nada la fe y al mismo tiempo reinvindicas lo que sería "la vida natural". Y tus alumnos lo entienden perfectamente. Yo sigo dándole vueltas al tema!
ResponderEliminarMuy bueno, Héctor!! Me gustó mucho ese in crescendo. Que terrible esa caída libre que no encuentra a nadie que lo detenga. Me da la sensación que lo peor de la angustia es ese anhelo profundo por algo que nos sostenga y no terminar nunca de encontrarlo, porque en realidad no existe (saludos a Schopenhauer de mi parte, jaja).
ResponderEliminarEy, Martín: Muchas gracias por tus comentarios. A mi amigo Arthur, le mandos tus saludos. Y con respecto a eso de que nos sostenga, es verdad. Pero creo que en el camino, muchas veces, nos reinventamos. Somos seres siempre para la esperanza!
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