domingo, 17 de marzo de 2013

Rutina (María Echevarría)








"Morí sin morir 
y me abracé al dolor 
y lo dejé todo por esta soledad 
ya se hizo de noche 
y ahora estoy aquí 
mi cuerpo se cae 
sólo veo la cruz al amanecer."




Siempre a esta hora empiezo a morir.
A veces duele y se me enquista en la garganta todo lo no dicho.
Otras veces el silencio es buen compañero y me prepara para la sepultura,
amortaja lo que queda de mí.
La mayoría de las veces sólo lloro.
Cada contradicción, incertidumbre, mutismo e indecisión se hace lágrima,
y como si cada lágrima fuera llamarada viva, me consumo.
Varía el método y lo que tardo en desangrarme.
Pero siempre, a esta hora, empiezo a morir.



María Echevarría

Ruptura (Lucía Nazar)

http://revistargentina.es/not/453/el_glaciar_perito_moreno_completo_su_ruptura_despues_de_4_anos/





“Una ruptura, un desgajamiento, es lo primero,
lo que ha dado origen a
la conciencia.”
María Zambrano, El hombre y lo divino.



Romper con lo preestablecido, con lo esperado, incluso, con lo ganado, no necesita obligatoriamente ser tomado como una rebeldía adolescente. ¿O sí?
Creo que hay  una gran necesidad de tener todo bajo control, nos inunda una terrible sensación de inseguridad- muchas veces con mezcla de angustia- frente a “lo que se nos va de las manos”. Queremos saber qué sucederá si tomo esta decisión, sus implicancias, sus consecuencias para la vida, y  sobre todo, queremos tener  la seguridad de que todo va a salir bien. Experimentamos que el futuro de nuestra “patria” depende de nuestras inmensas decisiones.
Esto es reflejo de un exceso de confianza en nuestras capacidades y una desconfianza en lo incierto, en los grandes signos de interrogación que se presentan en la propia vida.
Así siempre lo pensé, cuando era más chica tenía mucha seguridad y eso me llamaba la atención. Pero hace tiempo que se desmoronó este castillo de seguridad, de esquemas y límites gruesos y bien trazados. Será que al pasar los años me di cuenta de que no todo es tan matemático y perfectamente calculado.  Ni tan blanco ni tan negro. Que los esquemas sirven para dar un marco, pero no son el contenido.
En mi imperfección encuentro seguridades que me sirven para seguir adelante, y aquellas que no encuentro, las quiero tomar como partes del  camino.
Sostiene María Zambrano que es a partir de la ruptura o el desgajamiento donde se da la posibilidad de dar a luz nuestra conciencia, nuestros deseos sin taparlos de sobreinformación, fotografías, ideas y experiencias. Nuestros espíritus están saturados de todo esto. Buscar la ruptura, es generar espacios de soledad y encuentro con nosotros mismos. Y desde ahí relacionarnos de una manera abierta y humilde evitando el control y la medida calculada que nos empobrecen y nos alejan del verdadero encuentro.

Lucía Nazar

sábado, 16 de marzo de 2013

Rule-mán (Clemencia Campos)





Odio las respuestas obvias.
Pero a veces siento que se me acaban las preguntas ¿y qué queda? El silencio.
Siempre está tan automatizado. Sus palabras están tan conectadas como necesarias y vacías.
Es todas las mañanas siempre la misma historia. Sentarme en mi escritorio, prender la computadora más lenteja de la oficina, hacerme un té verde, un té normal o mate mientras espero que se prenda y así, instalada, espero… Espero a que esa persona, ese sujeto, ese Rulemán, venga y arruine mi mañana.
¿Entienden que yo a propósito pongo el despertador a distinta hora todas las mañanas? No quiero que un reloj decida mi vida. No quiero que un reloj siempre a la misma hora, me ponga en on y haga que arranque mi voluntad, mis pensamientos, mi cadena de acciones. Cada acción de mi día depende exclusivamente de ese despertador. Soy una persona que a propósito llego tarde al trabajo, a propósito a veces camino lento y a veces rápido; a propósito, a veces, camino perdida y me voy  andando para el otro lado del que debería ir.
En fin, a conciencia, me desrutinizo y me pierdo. Ya se me hizo costumbre desacostumbrarme.
Odio las respuestas automáticas; las respuestas “acción – reacción”; las odio. No crean, no producen lo nuevo, no inventan, no te despiertan. Esas palabras ME-CA-NI-ZAN, es decir, ABURREN.
Todas las mañanas con mi té verde, o mi mate espero entonces a algún Rulemán. Este viene, me mira desde lejos con esa cara tan rara, y como divertida, que de TAN expresiva me da ya bronca. Es todo tan correcto: su caminar a ritmo, todo petisito, con su olor de siempre, su camisa cuadriculada metida bien prolijamente dentro de sus pantalones que casi casi que le llegan a las axilas, su sonrisa que no creo, su mirada sin mirar, sus sutilezas de afeminado y esas manos tan pequeñas que siempre cargan lo mismo: en la derecha unas medialunas y en la izquierda un jugo de naranja. No entiendo cómo no le aburre siempre comer lo mismo. Yo tengo la teoría de que el paladar se acostumbra, y que si comes todos los días lo mismo no te termina gustando. Es como la axila, o los perfumes. La axila se acostumbra y entonces te obliga a cambiar de desodorante porque si no, el desodorante ya no funciona; o como los perfumes por ejemplo, cansan que sean siempre los mismos, el olfato se acostumbra y ya te termina como asqueando.
Este tipo es tan correcto y aburrido que no hace más que arruinarme mis mañanas. Siempre llega con sus petates (jugo, medialunas, camisa prolijamente metida dentro del pantalón) y me dice: “Holacómoandás”.  Los dice en un tono sin gracia, sin baile, sin swing. Es tan monótono, nasal y curiosamente, convierte lo que son 3 palabras en una sola. Son de esas personas que al instante lo hacen tiempo y al instinto lo hacen hábito.
Yo antes le contestaba. Le decía: “Bien, ¿vos?”. Odio preguntar eso, pero en mis primeros días de trabajo tenía que hacerlo, era parte de mi trabajo. Después de un tiempo, intenté cambiar mis palabas, mis gestos, o las cosas de lugar, para ver si este Rulemán me decía algo nuevo, algo distinto. Un día inclusive, llegué a poner una silla en la puerta para ver si le parecía raro o extraño que hubiera una silla en la puerta, pero no dijo más que: “Holacómoandás”.  Otro día, me compré una planta. Era tan linda. Pensé que difícilmente pasaría desapercibida, pero para este Rulemán creo que nada era sorprendente. Ni tan siquiera mi plantita.
Viendo que nada nuevo pasaba, decidí no responderle más. ¿Y creen que le afectó? No. Siguió diciéndome exactamente el mismo “Holacómoandás” irritante de siempre con la misma sonrisa falsa y la misma pinta de ñoño.
Era un desafío, una puesta a prueba pero no la entendió. No me sorprendió, pero porque no se sorprendió él tampoco.
Concluí entonces, que a él no le interesaba saber cómo andaba, no le interesaba escucharme. El sólo necesitaba decirlo, cumplir con su hábito, con su “rectitud” y seguir.
Esto y muchas cosas más son suficientes para renunciar, por lo que no me quieran echar porque llego tarde. Renuncio porque no me banco ver Rulemanes todos los días.
Espero la liquidación del último sueldo.
Adiós.
Clemencia Campos

Rueda de Familia: respuesta (José Martín Valle Riestra)

http://www.taringa.net/posts/salud-bienestar/1734011/La-muerte-y-el-duelo.html





…Y de repente llegó, esa llamada telefónica que rompe el silencio, esa llamada esperada pero no querida, esa llamada aliviadora pero no grata. Llegó la llamada que rompía las pequeñas y diminutas esperanzas que asomaban en un lugar recóndito, en algún recoveco, en una parte escondida de nuestro corazón. No llegó en una tormenta, ni climática ni espiritual, no llego de súbito ni de sorpresa; llegó con todos nosotros juntos, con todos alegres, con todos en júbilo.

Hola- contestó el teléfono mi padre- ¿Quién es? (…). Ajá, ajá, está bien, está bien. Mónica, no te preocupes, yo estuve mucho tiempo en ese ambiente y si no sale de la sala de cirugía, puede ser por varias cosas (…). ¿El doctor te dijo, antes de entrar, que no iba a demorar mucho? (…). No, puede ser porque hay gente, porque no causa efecto la anestesia o le hizo efecto tarde, pueden ser varias cosas Moni; no te preocupes, vamos a orar, besos, besos – terminó mi padre, con una voz esperanzadora, con una tranquilidad inigualable-.

Pero se sentó a la mesa para seguir comiendo y no pudo comer. Quiso beber y no pudo mover el brazo. Quiso estar tranquilo pero estaba inquieto.

Mi amor ¿qué dijo Mónica?- una voz suave, de madre, de esposa, dulce, amorosa, de interés genuino-.

Pero fue una voz incómoda, fue una voz que estorbaba, fue una voz que no quiso responder.

Entonces el rostro de amabilidad de mi padre, el rostro afable y divertido se convirtió en un muro eterno, en una roca inmóvil, en una faz sin superficie, en una cara sin cara. Los ojos escondidos por los anteojos, como dos niños escondiéndose de los extraños, dos faros que no señalan la costa, dos estrellas que se apagan, mirando a la comida y mirando a la nada. Es una muralla inexpugnable; y de repente ¡se derrumba!

Las facciones del rostro tambalean, como ladrillos que se quieren desarmar, es una región sísmica que está a punto de abrirse en dos. Las pupilas que son dos gladiadores tratando de permanecer en pie, los ojos húmedos en un entorno desértico, los labios que se desdoblan, que buscan una calma que no llega, la respiración dificultosa una aspiración helada que quiebra la nariz como un cristal, el corazón que recibe puñaladas, y la sensación, esa sensación de abandono, de despojo, y el ritmo de respiración agitada, los ojos escondidos, el rostro que es una piedra seca y parece hacerse añicos, dos lágrimas que amenazan con hacer un río, los músculos tensos que pondría los pelos de puntas a cualquier púgil, y el sentimiento que desborda; el sentimiento de las respuesta que nos da la vida sin haberle preguntado previamente.

Y el corazón roto, un sentimiento, una sensación, una palabra, una tristeza inescrutable que me cala los huesos. El querer llorar, el querer mandar todo a la mierda, el querer preguntar la causa, todo un cuerpo que se estremece, toda una existencia, toda una vida que entra en crisis. Y la impotencia de querer hacer algo y no poder hacerlo, la cargada de la vida que se ríe en tu cara, y la…, y la…, y l, y,…

Y la lágrima que al final sale, que recorre todo un desierto, que da vida a la tierra infértil, la lágrima que escapa de la prisión, que fluye, como fluye la vida, esa lágrima que borra toda tristeza y que convierte la pregunta en una respuesta. Y cae la lágrima y el hombre se vuelve hombre.

Y el ídolo caído, se desenmascara y muestra su faceta vulnerable, pero sabe cuál es su papel y sabe que es el guía, que es el pilar de la casa; y regresa a ser el hombre que todos esperan que sea.

…Y de repente llegó, como con dulzura, una respuesta, una llamada que, si bien no fue querida, fue aceptada.




Al que perdió un ser querido, quiso llorar y no pudo al encontrar una respuesta
en dónde todos encuentran muchas preguntas.
José Martín





viernes, 15 de marzo de 2013

Roto (María Teresita Suriani)






Cuando se sentó en el escritorio de la casi vacía oficina de su papá lo vio. Acostado como un niño cansado. El diario de su hermana dormía, viejo, muy viejo, demasiado para ser un niño.
Su hermana lo había apoyado ahí un día que salió corriendo porque llegaba tarde al cine. Lo había apoyado con mucha suavidad, como si fuera un cristal a punto de romperse. Y luego salió corriendo.
Ahora que ella estaba frente a ese diario ajeno, íntimo, extraño, se sintió abrumada por las posibilidades. Quería abrirlo, quería leerlo. Saber qué pensaba su hermana mayor de la fiesta que habían tenido hace unas semanas, qué pensaba de todo lo que había pasado después, y qué sentía ahora que su papá se había ido a vivir unos kilómetros más lejos. Su hermana nunca le hablaba nada de eso y quizás no le importara nada, ni le angustiara. Le aterró la idea de confirmar que ella era la única con los miedos, la bronca, los sueños raros e invasores a las 3 de la mañana, cuando estaba más sola que nunca. No lo abrió, no quería leer eso.
Sus manos querían acercarse pero prefirió tirar la cabeza para atrás y acomodarse en esa silla tan cómoda, que en cualquier momento un camión de mudanza iba a venirse a llevar, para despejar los últimos vestigios que habían quedado de su papá. En esa posición podía ver perfectamente un agujerito en el techo, no sabía de qué era, pero se quedó mirando fijo.  Era un hueco negro, no muy profundo, ¿lo habría dejado alguna lámpara? En ese estado de concentración se quedó un rato largo. Si miraba muy muy fijo quizás podría convertirse en un agujerito, tomar su lugar en el techo, y quedarse ahí para siempre. Era tan redondo y simple...






María Teresita Suriani

Rompecabezas (Cecilia Mosto)

 (ilust.blog)






Te fuiste en un tren feo, te subiste a un vagón horrible para llegar a un trabajo tedioso.
Pero no era por ahí donde buscabas lo bueno de tus días. Todo eso era por lo otro. Todo eso…todos los días… era por lo otro todos los días.

Tan bueno era lo otro…(manos bocas alientos mates guitarra palabras colores olores cartas costa)…que hacía ligero mínimo e irrecordable eso.

No te gustaba ni el tren, ni esa estación, ni esas calles miserables de miserere y menos ese trabajo. Era la pieza más fea de tu rompecabezas existencial.

Todo eso mínimo feo e irrecordable era solo un camino de regreso a la inmensidad de lo otro… que ahora queda solo…porque eso mínimo, feo y tedioso…solo existente por lo otro terminó absurdamente (y estando convocado a ser todo lo contrario) … ocupando un espacio inmenso y lamentable en el eso y lo otro de todos. 


Cecilia Mosto




jueves, 14 de marzo de 2013

Rodear (Mimi Blaquier)



http://www.cadenaser.com/sociedad/articulo/nieve-partir-700-metros-frio-intenso/csrcsrpor/20121128csrcsrsoc_2/Tes (Ilust. blog)





Las cosas
lejos
no terminan de rendirse
Vivo rodeando
murallas
que al desmoronarse
abren nuevas fronteras
Ando de luz en luz
de silencio en silencio




Mimi B.
marzo 2013


Ritmo de reglas (Dolores Seeber)


http://www.infonews.com/2012/04/09/sociedad-17215-las-mejores-postales-del-planeta-en-las-ultimas-24-horas.php  (Ilust blog)







Camino descalza sintiendo a ratos tierra firme, a ratos el barro entre los dedos. Por lo sombrío el piso frio y en lo soleado calorcito amable. También lo irregular y lo muelle y lo que pincha y lo que ensucia. Quiero hacer contacto pero algo me descentra, me enreda, me nubla y me quedo fuera de foco.
Una mariposa se detiene en la raqueta de Delpo, la besa sonriendo, la invita a dejar la cancha para continuar su rutina. Reglas para todos, versiones diferentes, multiples maneras de un orden mundial...confuso vaiven. Infinitud dentro de lo finito



Dolores Seeber



miércoles, 13 de marzo de 2013

Risas circulares (Inés Lagos)



http://www.abc.es/20100316/cultura-arte/sonrisa-mona-lisa-truco-201003161424.html (Ilust.blog)






Me río
de mis viejos pensamientos
de mis ilusiones
de mis poesías

de mí


Me río
(quería ser tan grande)

¿Y quién soy ahora?
                la misma de siempre
(pero con una risa en los labios)
Más honesta, quizás.
Tal vez, más humana
(más encarnada, no tan imaginada).


Valgan estas líneas como un fin
                               -y un comienzo.
No un comienzo del fin,
Sino un comienzo de un nuevo comienzo
                de un nuevo comienzo

Siempre es hora de volver a empezar
y para volver a empezar,

                               me río
(de mis viejos pensamientos
de mis ilusiones
de mis poesías
de mí)

Inés Lagos

Ríos Profundos (Héctor Makishi)

Trasversal de río profundo en una noche estrellada de Mc Ishi.






Entre valles de sol
y quebradas, te hallé
como una mariposa
llevando en sus alas
el secreto de una vida
sin tiempo.  

Y es que estás desde antes
de todo y te he imaginado bailando
en el aire, y en tus ojos azules
como los de mi padre, una luz
misteriosa iluminó mi porvenir.

He atravesado, por ti,
ríos profundos que me hirieron
para siempre,
pero tu recuerdo, casi mítico,
ha sostenido mi andar.

Anoche, con fiebre y hambre,
 el zumbido de un trompo
ha traído tu voz primitiva
como el agua y he descansado.

Tengo para ti, unos versos
que son como una plegaria:
                                           “Aldeanita de seda
                                            ataré mi corazón
                                            como una cinta a tus trenzas”

(No son míos, los versos, son de Oquendo,
pero el arte no tiene autor,
es para quien se transforma con él)

“Aldeanita de seda”, entonces te diré,
porque tienes una sonrisa de “papel carta”
sin destinatario. ¿Acaso seré yo?

Soy tu destinatario errante,
soy yo, Aldeanita,
el que en una mañana
que ahora es mi cielo,
te vio a la entrada
de un pueblo
que mi padre despreció,
pero yo… empecé a adorar.






Héctor Makishi





martes, 12 de marzo de 2013

El río. el rodrigón y el lago (Mario Teodoro Marzana) (a la manera de una antigua leyenda india)

http://sobregrecia.com/2009/07/28/el-lago-ziro-una-joya-en-el-bosque/ (Ilust.blog)

    



 Cuenta la leyenda que hace mucho, muchísimo tiempo, quizás 5 ó 6 mil años antes de Cristo, un hijo apesadumbrado deambulaba por el bosque, intentando poner orden en su interior luego de la muerte de su padre.  Es que la vida de ambos no había sido nada fácil. El padre había querido mucho a su hijo, pero en su atribulada existencia habían existido muchos momentos en los cuales su conducta había estado distante de la que él había imaginado en su juventud. El hijo, por su parte, también había querido a su padre, pero aquella conducta había motivado su alejamiento y la aparición de sentimientos encontrados respecto de él. En los últimos años, el hijo había debido intervenir varias veces para encauzar la actividad paterna en algunos asuntos familiares y, finalmente, se había ocupado de su atención y cuidado en el período final de su vida. Ahora, una vez que su padre hubo partido, diversos sentimientos se disputaban la primacía en el corazón del joven.

     Tras largo caminar, el muchacho se sentó a descansar a la vera de un río y en un estado intermedio entre la vigilia y el sueño, oyó que el río susurraba que en el curso de la vida de los humanos no puede haber  existido un hijo sin la previa presencia de un padre y que, por consiguiente, las actividades posteriores del hijo jamás hubieran podido tener lugar sin aquel padre. Hasta aquí el susurro del río no despertó la atención del joven, que creía estar escuchando algo decididamente trivial. Pero el río seguía susurrando y ahora decía que si lo anterior era obvio, de allí se desprendía que si un hijo, por ejemplo, dedicaba su vida a hacer el bien y servir a los demás, esa cadena de compasión y caridad no hubiera podido tener lugar sin aquella presencia del padre y que, por lo tanto, en cada uno de los eslabones de esa cadena de amor estaría ineludiblemente, quizás transformada de una manera misteriosa y profunda, la presencia de aquel padre. El joven se sumió en profundo silencio, reflexionando en el susurro del río y continuó su camino.

      Bastante más adelante el cansancio venció nuevamente al muchacho, que se sentó apoyado en el tronco de un viejo árbol, ya seco, el cual había podido mantenerse en pie hasta ese momento por la ayuda de un rodrigón, hecho cuidadosamente con una rama del mismo árbol. Sin poder salir de su asombro, el joven empezó a oír la reflexión del rodrigón. Este le decía que su tarea no había sido siempre grata, porque a veces el árbol había interpretado su apoyo y guía como una limitación a su voluntad de expandirse en otras direcciones, aunque fuera para caer y troncharse definitivamente. Pero decía el rodrigón que lo que lo sostuvo hasta el final en su tarea de apuntalamiento fue que por las noches él llegaba a percibir el silencioso agradecimiento del árbol.

      El asombrado joven siguió su camino y luego de varias jornadas se produjo una apertura en el bosque y tuvo ante sus ojos un hermoso lago, extenso y sereno. Al guardar un respetuoso recogimiento ante aquella calma, el joven logró oír que el lago susurraba que él también provenía de un río tumultuoso y revuelto, como la vida, y que no logró en un día la serenidad que hoy emanaba de sus aguas profundas. Entonces el hijo supo que, con el tiempo y la meditación, todo el enjambre de sus sentimientos se iría decantando y una armonía agradecida ocuparía el lugar central en su corazón.
    
M.T.M


Rinoceronte (Dolores Castaños)



(portaldelmedioambiente.com)




Parada frente a la baranda del San Diego Zoo empecé a hablar con Dios. Honestamente, ¿qué tenías en la cabeza cuando creaste este ser tan feo? Con la cantidad de criaturas lindas, insectos y aves de diseños impresionantes y colores rutilantes, animales de pelajes innovadores como el tigre y la zebra… Pero el ¡¡rinoceronte!!
¿Será que quisite darnos una inspiración para los tanques? No, no creo que los tanques te gusten mucho a Vos… o quizá tanto como a mí me gusta el rinoceronte…
Qué animal más falto de gracia. Con esa piel en forma de placas, parece hecho de hierro oxidado…
Realmente Dios, ¡me desconcertás!

(¿Sería esa tu intensión? J)


Lola Castaños

lunes, 11 de marzo de 2013

Restaurador (Javier Nari)





http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Rosas,_exterminador_de_la_anarqu%C3%ADa.jpg




Ardiente fénix divino
con la sierpe entre las garras,
el orbe entero restaura.
Y renaciendo de las cenizas,
el fuego en el mundo atiza
y quema del hombre las amarras.

Las escuadras están en la línea
y al frente el Lugarteniente
mostrando alzada la frente
con el venablo alistao
pa’ensartar la soberbia del caos
y la testa de la serpiente.

Santa y bendita violencia
que derriba las puertas del Cielo
y revoluciona el duelo
entre esas dos antiguas razas
y que con la tibieza arrasa
como el pajar con el fuego.

Bajo el manto inmaculado
de beatísima mujer
el hombre sabe vencer
aunado con su Señor
al abyecto seductor
y del fuego renacer.

Antaño se dice en mi tierra
gozo de un digno patrón
que enalteció la nación
restaurando la armonía
y con firmeza e hidalguía
defendió la Religión.

La paz, la concordia y el orden,
ya vemos por la Esperanza
como el alba en lontananza
que han de volver algún día
y al fin reinará la bonanza 
y perecerá la anarquía.

Javier Nari