“Pagan justos por pecadores” oí una vez
decir a alguien, pero no lo entendí en ese momento.
Un día me enteré de una mujer que trabajó
toda su vida en las cárceles de menores, haciendo horas extra, cobrando un
sueldo bueno pero en su gran parte en negro (parece que el Estado es el mayor
empleador en negro del país…), con lo cual su jubilación no iba a estar en
proporción con todo lo que trabajó. Esa mujer sufrió un desmayo, efecto del
stress crónico, mientras manejaba y no le pasó nada de milagro. O mejor dicho:
no le pasó nada físicamente, aunque emocionalmente esté desgastada. Nuestros legisladores
no trabajan tanto ni en cantidad ni en calidad y dudo que los problemas de la
gente que está en las peores situaciones les impidan dormir. Sin embargo, se
creen merecedores de un aumento de sueldo del 100%. Y lo hacen, porque pueden.
Así me imagino miles de casos donde alguien
tiene el corazón recto y movilizado por la compasión hacia una persona
necesitada y sufre una desdicha agotadora por eso, mientras los verdaderos
responsables o los más capacitados (supuestamente) para ayudar al menesteroso no
sólo no se les mueve un pelo por hacer algo sino que además cobran importantes
sumas de dinero por ello.
A mí me pueden decir que el país está
desarrollándose todo lo que quieran, pero hay un dato objetivo que no pueden
negarme y que me preocupa mucho: cada vez hay más gente viviendo y durmiendo en
la calle. ¿Qué futuro tienen esas personas si desde el gobierno (tanto nacional
como el de la ciudad) priorizan lo vano antes que la asistencia social? ¿Acaso
a esas personas les cambia en algo que se gasten fortunas en transmitir los
partidos de fútbol por canales de aire, o que se use vaya a saber uno cuánto
dinero y recursos humanos en construir una pista de Rally en el Centro? Pero
esa gente nunca fue la prioridad de nadie; ellos no votan y son minoría comparados
con los millones de nosotros… Y las cárceles rebalsan de gente, pero en vez de
hacer hincapié en un sistema educativo que enseñe valores y contenga desde
temprano a los chicos para darles un futuro en serio, se aborda el problema
como quien guarda cosas en un placard y cada vez empuja más hacia dentro en vez
de evitar tener tantas cosas.
Ahora entiendo el refrán. Qué tragedia que
el mundo esté hecho de manera tal que estas (y todas las otras) injusticias
sean posibles, ¿no? Ahora bien, es esta gente también prueba (no racional,
obviamente; no se deduce de ningún axioma lógico) de que el cielo existe,
porque si alguien se lo merece, son ellos. Y no pueden no merecerlo…
Hola Fede, soy nuevo por acá, ex-alumno UCA de Marisa. La verdad que relatos como éste me pegan fuerte, soy muy sensible a ese tipo de injusticias, y me cuesta mantener la lucidez y la calma cuando presencio ese tipo de situaciones.
ResponderEliminarTe voy a hablar en primera persona: tengo 38 años y te confieso que el escepticismo social y político que nos caracteriza a mí y a unos cuántos de mi edad, tiene que ver con lo que vos planteás acá, complementado con el problema del desempleo y del trabajo precario (que hay y mucho: esos trabajos en que te exprimen como un limón y que la retribución no te permite vivir con dignidad y, mucho menos, ahorrar y proyectar algo importante en tu vida).
Sin ir más lejos, sabés cuántos aviones se llenaban por día con gente de mi edad hace 10 o 15 años atrás para empezar de nuevo en España, Italia, México o donde fuere, por temor a terminar como esa gente que vos mencionás? Sabés cuántos amigos despedí en Ezeiza para siempre?
Ahora no estamos tan mal, pero la situación sigue siendo delicada y lo seguirá siendo, sin dudas. En mi caso, a pesar de que agradezco a Dios tener dos carreras terminadas y tener trabajo, nunca puedo quitarme del todo de la cabeza el fantasma del desempleo y la amenaza de la vida precaria. (Será porque me ha tocado ir a ver un lunes por una vacante de un trabajo de cadete en Microcentro y haberme encontrado con una cuadra de cola para llenar la solicitud de empleo?)
La injusticia es tan vieja como el mundo, pero hay países que han llegado a un equilibrio social y a un sistema de contención mucho más sano y justo. En otros países, por ejemplo, si vos estás sin trabajo, no sólo te pagan un seguro, sino que el Estado mismo se preocupa por encontrarte un trabajo relacionado a tus habilidades. Y si lo encuentra y vos lo rechazás, automáticamente te dejan de pagar el seguro. Acá pibe, arreglátelas solito!
Depende de cada uno de nosotros luchar para que eso cambie, pero ese pánico del que te hablaba siempre está ahí contenido y reprimido. No me funciona la tecla "Supr" para borrar esa fobia.
Saludos!
Claro, pero ¿cómo pueden entender la gente del gobierno ese temor si no viven de cerca esa realidad de incertidumbre? ¿Cómo les va a preocupar que el transporte público sea eficiente y seguro si ellos no lo usan? Siempre que veo un helicóptero aterrizar en la Casa Rosada mientras estoy esperando el colectivo me pregunto estas cosas...
EliminarAhora, yo por ejemplo nunca viví ni de cerca una realidad de inestabilidad económica seria. Ahora que tengo edad para buscar trabajo no sé cómo me irá, pero tengo un colchón que me ataja si me caigo, que es mi familia (económica y afectivamente hablando). Sin embargo me preocupa mucho la gente que no tiene esa seguridad y planeo cuando pueda empezar a ayudar en lo que me sea posible desde mi lugar. Cuestión de "educar al soberano" supongo...
Si todos viéramos a todos los demás también como PERSONAS - con dignidad de únicas, irrepetibles, irremplazables, trascendentes y con una misión de vida exclusiva e inalienable, que merecen respeto absoluto simplemente por ser personas, la vida en este mundo seguramente sería distinta: más humana y más hermosa. Y estoy convencido que así la justicia consistiría en la "administración" por parte de la sociedad del RESPETO - por amor - hacia cada persona y en cada circunstancia. ¡Ama y haz lo que quieras! - ¿Quizás suene a utopía?
ResponderEliminarCuando llegamos a la "J" me pareció que Justicia era la palabra más importante y la dejé porque sabía que algún otro la iba a tratar mejor que yo. Me conmovió mucho todo lo que acá se escribió. Muchas gracias.
ResponderEliminar¡Qué buen corazón que tenés Fede!¡Y la señora que trabaja en las cárceles también! Ustedes hacen que el planeta tierra siga siendo habitable.
ResponderEliminarTuve una profesora de Sagradas Escrituras que decía que la historia del hombre está hipotecada entre el Génesis y el Apocalípsis. En el medio asistimos a la lucha entre los osos hormigueros que depredan y las hormiguitas laboriosas que una y otra vez reconstruyen su casa simplemente porque la aman y no soportan verla destruida.
Marisa,su visión de la historia me gusta mucho y, por ahí, estaré tentado en algún momento de hacer uso de la misma. Podríamos desglosarla así: Génesis - manifestación del Bien en plenitud, luego la lucha incesante del Mal contra el Bien y, finalmente, esta lucha alcanzará su paroxismo en el apocalipsis para, luego, concluir con el triunfo definitivo del Bien para siempre.
ResponderEliminarEstanislao: Cuando mi profesora de Sagradas Escrituras decía que la historia del hombre se encuentra hipotecada entre el Génesis y el Apocalípsis, tenía en mente por un lado es verdad, el relato de la Creación, pero principalmente la caída (la expulsión del Paraíso) y por el otro lado el triunfo del Bien que anuncia el Apocalípsis: "Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva –porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron y el mar no existe ya. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que baja del cielo, junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas porque el mundo viejo ha pasado.»” (Ap 21, 1-4) O sea la entrada y la salida del mal en la historia como algo que nos excede a los hombres como usted y yo. Lo único que podemos hacer es tratar de no propagarlo o aliviar en algo el sufrimiento.
EliminarEs una imagen que pone en perspectiva el alcance de nuestros esfuerzos.
¡Qué bueno que le sirvió!
Me gustó mucho la experiencia vivida de cerca que narrás, y tu lanzamiento a la reflexión política y social (que, por cierto, siempre es muy compleja).
ResponderEliminarLo último, sobre el merecimiento, me hizo acordar instantáneamente de la "Crítica de la razón práctica" de Kant, en la que trata el tema de Dios justamente a partir del merecimiento de la felicidad y de la moralidad del hombre. Como para repasarlo.
¡Abrazo!
Nunca entendí del todo la moralidad kantiana, pero de cualquier manera, lo que digo no lo deduzco de la "aprioricidad" del concepto de felicidad o de merecimiento o de libertad o de acción justa, sino más bien una fe en el Bien fundada en la experiencia del bien. Lo cual en un sentido es más arriesgado que guiarse por una deducción formal, pero en otro sentido no lo es...
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