miércoles, 9 de mayo de 2012

Jaque al escaque de la memoria (Maximiliano Hünicken Segura)

La partida de Borges, Max Hüniken



"Sólo el que ensaya lo absurdo, es capaz de conquistar lo imposible”
Miguel De Unamuno.


             En frondosos pensamientos de enredos y confusiones, podemos hallar aquellas paradojas, que nos obligan a esforzarnos, y a revalidar nuestros desencantos  ante el misterio de la enjundiosa vida. Ahora bien, distinta será la perspectiva de aquel hombre que, desde sus orígenes  intentó dar respuesta a sus interrogantes, tan sólo con las armas de la razón. Mas el relato y lo mítico siempre nos aleccionarán. Desde el simple hecho, de aquellas historias que se relataron y constituyeron parte de una tradición. A partir de la ficción y la imaginación de aquellos pueblos milenarios y rebosados por su propia sabiduría. Entonces el hombre-niño necesitó su expresión, su lenguaje y los atisbos de una creativa explicación del mundo y sus maravillas. Sí, entre juegos e imitaciones de aquella comedia que es la vida, nos circundamos. Es por ello, que por medio de un vetusto tablero dividido en 64  escaques, cuyos colores son el negro y el blanco. Se deslizan las piezas de aquel entretenido juego, que un hindú llamado Lahur Sessa, inventó ya hace muchos siglos, para el regocijo de un rey de la India. Este prodigio desde ese entonces guardaría una directa relación con números y cálculos. Con el paso del tiempo su divulgación resultó un verdadero éxito. Y esta circulación y expansión del juego se debió al pueblo Árabe. Es por ello, que lo conocemos con el nombre de Ajedrez.
           Pero la problemática de un juego trae aparejado el uso de facultades, que deben ser desplegadas por el hombre, pero este sujeto responde a las características de un hombre- lógico. Entonces nos encontramos ante el joven Leibniz, amante de los cálculos, no tan sólo de aquellos entretenidos escaques, él ante todo es un filósofo, pero ha perdido su mirada aniñada, ante semejante precocidad de su inteligencia. Desde su Monadología, armonía preestablecida, y el laberinto del continuo, él presenta la propuesta de reinventar al ajedrez, y siguiendo con su doctrina de eliminar el vacío, los espacios temporales se ven condensados en el escaque de la memoria. No queriendo significar con ello que la razón no sea la facultad por excelencia de aquel reino espiritual: “Las almas dotadas de razón pertenecen ya a la sociedad o república de los espíritus” (Leibniz, Gottfried Wilhelm, Monadología, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001, p. 64.)  Ahora bien, su excéntrica herramienta triangular traza los límites de la libertad de aquellas piezas, con respecto a sus operaciones, como si se tratara de los caprichos y obsesiones de un verdadero agrimensor. En cuanto a ese juego que responde con la frescura de la inventiva y cede espacios y vacíos, que permiten el uso de dados, para que se deslicen sobre la superficie misma de la vida. Es pertinente invitar a Nietzsche con su amor por las tragedias, y por su lucha feroz contra el escaque acuciante de la memoria que petrifica:


“Cuando se petrifica el sentido de un pueblo de tal modo, cuando la historia sirve a la vida pasada socavando la vida posterior y suprema, cuando el sentido histórico no conserva ya la vida, sino que la momifica, entonces muere el árbol de manera antinatural: pereciendo lentamente de la copa a las raíces, para, finalmente, atacar a la misma raíz”.  (Nietzsche, Friedrich, Sobre la Utilidad  y el Perjuicio de la Historia para la Vida (II Intempestiva),   Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1999,  p. 63-64).
  
       Justamente la herramienta de Nietzsche no será triangular, sino circular, haciendo imposible poder trazar con cálculos y especulaciones el centro de gravedad de aquellos personajes que se cristalizan con la fachada de una pieza de ajedrez. Entre esta tensión de fuerzas, una amante de los cálculos y otra que es  pregonera de la vida, es aleccionador decir que la suerte existe, que la fortuna es una condición de posibilidades que hace más agradable al ajetreo de la paradojal memoria. Por ello aquí con esta confrontación se intenta presentar a la imaginación con sus dos caras. Una que no llega a ser esquemática como la del pequeño hombrecito de Könisberg, sino que es arquitectónica para pretender reinventar un juego como el ajedrez, ante otra que es profundamente genuina y moviliza la mano de aquel jugador dionisíaco con el mero cometido de poder expresar un  simple jaque al escaque de la memoria hostil: “Los verdaderos caracteres del juego leibniziano, y lo que lo opone a la tirada de dados, son en primer lugar la proliferación de los principios: se juega por exceso  y no por falta de principios, el juego es el de los propios principios, de invención de los principios. Es, pues, un juego de reflexión, ajedrez o damas, en el que la destreza (no el azar) sustituye a la vieja sabiduría y a la vieja prudencia. (Deleuze, Gilles, El Pliegue: Leibniz y el Barroco, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 91)   
     Ahora bien, después de esta bipolaridad, en cuanto a la dinámica de un juego, a la sazón de las controversias  y en búsqueda de aquella entelequia literaria. Es oportuna la imitación que realiza el juego de ajedrez con respecto a la vida, como también las letras intentaron imitar al artista, y éste  a la vida. Entonces nuestro tercer invitado responde a esa emulación, y lo plasma con creces. Se trata de Jorge Luis Borges, desde su angustia, su pesimista posición, un poco queriendo inclinar la balanza del lado de Don Federico:


“No saben que la mano señalada
Del jugador gobierna su destino,
     No saben que un rigor adamantino
Sujeta su albedrío y su jornada.


También el jugador es prisionero
(La sentencia es de Omar)  de otro tablero
De negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza
De polvo y tiempo y sueño y agonías?”.



(Borges, Jorge Luis, Obra Poética –  
Ajedrez, Buenos Aires, Emecé Editores, 1977. p. 119)




          Notable pensamiento resulta de su balance, las negras sombras del arquitecto diletante; Imprimen su patencia sobre el pavimento de trazados que se envenenan con el peso de un escaque. La memoria es el movimiento cruel de aquel ingenio agudo y disertante. Tan sólo la retórica de un sacrificio, puede con su voluntad de poder, salvar a la dama de las blancas noches de invierno, y de voraz cómputo de dignidades:




En el ajedrez de un saber
Se oculta la geométrica fluidez,
De especulaciones y recintos diagramados,
¡El peón es sacrificado!
Ante el inminente jaque.

Una cultura de sufrimiento y entrega
Sella la voluntad de la creatividad,
Como también la trascendencia
De una visión itinerante.


De juego y sapiencia lúdica
Se reviste su infancia,
Cuando contempla
La belleza de la dificultad
Con valor,
Y busca contemplar  el misterio
Amando la sangre derramada
De su dolor
Con la inmediatez de su pequeñez,
Y con el entusiasmo de su ardor.



Maximiliano Hünicken Segura

4 comentarios:

  1. Me costó seguirte Max, pues no sé jugar al ajadréz.
    Me gusto mucho está estrofa tuya que me imagino se encuentra en línea con el título de tu texto,

    "Una cultura de sufrimiento y entrega
    Sella la voluntad de la creatividad,
    Como también la trascendencia
    De una visión itinerante."

    También la poesía de Borges con su alusión al tablero de la vida con sus negras noches y blancos días (que vos reunís en las "blancas noches de invierno")
    ¿Quién será el adversario de Dios en ese juego?

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  2. Gracias MARISA. el jaque es a la memoria acuciante del veneno de aquel jugador que no se entrega al olvido. en este juego se enfrentan LEIBNIZ Y NIETZSCHE. CREO QUE ES MUY CLARO. JAJAJA. BORGES INCLINA LA BALANZA POR BORGES. EL ADVERSARIO DE DIOS EN ESE JUEGO ES EL DESTINO Y LA ANGUSTIA DE NO CREER EN ESE DIOS. BORGES TUVO ESA GRAN INCERTIDUMBRE

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  3. me parece que hay una introduccion que remite a los enredos de nuestros pensamientos, y a la necesidad que tiene hasta la alma mas calculadora a jugar con sus facultades. Quiero mostrar ese doble juego en la vda. La imitacion y el arte.
    el calculo del optimismo de parte de LEIBNIZ, Y EL JUGAR CON LOS DADOS, LA SUERTE DE PARTE DE NIETZSCHE. EL GOLPE DE GRACIA LO DA BORGES, CON ESE HALITO DE PESIMISMO Y EXISTENCIAL LIRISMO, QUE TAMBIEN JUEGA CON EL TIEMPO

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  4. Nos cuesta aceptar las indagaciones hechas con creacion. por eso acudimos a una excusa que no tiene hacidero alguno.
    MAX.

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