La partida de Borges, Max Hüniken
"Sólo el que ensaya lo absurdo, es capaz de conquistar lo imposible”
Miguel De Unamuno.
Miguel De Unamuno.
En frondosos pensamientos
de enredos y confusiones, podemos hallar aquellas paradojas, que nos obligan a
esforzarnos, y a revalidar nuestros desencantos
ante el misterio de la enjundiosa vida. Ahora bien, distinta será la
perspectiva de aquel hombre que, desde sus orígenes intentó dar respuesta a sus interrogantes,
tan sólo con las armas de la razón. Mas el relato y lo mítico siempre nos
aleccionarán. Desde el simple hecho, de aquellas historias que se relataron y
constituyeron parte de una tradición. A partir de la ficción y la imaginación
de aquellos pueblos milenarios y rebosados por su propia sabiduría. Entonces el
hombre-niño necesitó su expresión, su lenguaje y los atisbos de una creativa
explicación del mundo y sus maravillas. Sí, entre juegos e imitaciones de
aquella comedia que es la vida, nos circundamos. Es por ello, que por medio de
un vetusto tablero dividido en 64
escaques, cuyos colores son el negro y el blanco. Se deslizan las piezas
de aquel entretenido juego, que un hindú llamado Lahur Sessa, inventó ya hace
muchos siglos, para el regocijo de un rey de la India. Este prodigio
desde ese entonces guardaría una directa relación con números y cálculos. Con
el paso del tiempo su divulgación resultó un verdadero éxito. Y esta
circulación y expansión del juego se debió al pueblo Árabe. Es por ello, que lo
conocemos con el nombre de Ajedrez.
Pero la problemática de un juego
trae aparejado el uso de facultades, que deben ser desplegadas por el hombre,
pero este sujeto responde a las características de un hombre- lógico. Entonces
nos encontramos ante el joven Leibniz, amante de los cálculos, no tan sólo de
aquellos entretenidos escaques, él ante todo es un filósofo, pero ha perdido su
mirada aniñada, ante semejante precocidad de su inteligencia. Desde su
Monadología, armonía preestablecida, y el laberinto del continuo, él presenta
la propuesta de reinventar al ajedrez, y siguiendo con su doctrina de eliminar
el vacío, los espacios temporales se ven condensados en el escaque de la
memoria. No queriendo significar con ello que la razón no sea la facultad por
excelencia de aquel reino espiritual: “Las
almas dotadas de razón pertenecen ya a la sociedad o república de los
espíritus” (Leibniz, Gottfried Wilhelm, Monadología,
Madrid, Biblioteca Nueva, 2001, p. 64.) Ahora bien, su excéntrica herramienta
triangular traza los límites de la libertad
de aquellas piezas, con respecto a sus operaciones, como si se tratara de
los caprichos y obsesiones de un verdadero agrimensor. En cuanto a ese juego
que responde con la frescura de la inventiva y cede espacios y vacíos, que
permiten el uso de dados, para que se deslicen sobre la superficie misma de la
vida. Es pertinente invitar a Nietzsche con su amor por las tragedias, y por su
lucha feroz contra el escaque acuciante de la memoria que petrifica:
“Cuando se petrifica el sentido de un pueblo de tal modo, cuando la
historia sirve a la vida pasada socavando la vida posterior y suprema, cuando
el sentido histórico no conserva ya la vida, sino que la momifica, entonces
muere el árbol de manera antinatural: pereciendo lentamente de la
copa a las raíces, para, finalmente, atacar a la misma raíz”. (Nietzsche,
Friedrich, Sobre la Utilidad y el Perjuicio de la Historia para la Vida (II Intempestiva), Madrid, Editorial Biblioteca Nueva,
1999, p. 63-64).
Justamente la herramienta de Nietzsche no será triangular, sino
circular, haciendo imposible poder trazar con cálculos y especulaciones el
centro de gravedad de aquellos personajes que se cristalizan con la fachada de
una pieza de ajedrez. Entre esta tensión de fuerzas, una amante de los cálculos
y otra que es pregonera de la vida, es
aleccionador decir que la suerte existe, que la fortuna es una condición de
posibilidades que hace más agradable al ajetreo de la paradojal memoria. Por
ello aquí con esta confrontación se intenta presentar a la imaginación con sus
dos caras. Una que no llega a ser esquemática como la del pequeño hombrecito de
Könisberg, sino que es arquitectónica para pretender reinventar un juego como
el ajedrez, ante otra que es profundamente genuina y moviliza la mano de aquel
jugador dionisíaco con el mero cometido de poder expresar un simple jaque
al escaque de la memoria hostil: “Los
verdaderos caracteres del juego leibniziano, y lo que lo opone a la tirada de
dados, son en primer lugar la proliferación de los principios: se juega por
exceso y no por falta de principios, el
juego es el de los propios principios, de invención de los principios. Es,
pues, un juego de reflexión, ajedrez o damas, en el que la destreza (no el azar)
sustituye a la vieja sabiduría y a la vieja prudencia. (Deleuze, Gilles, El Pliegue: Leibniz y el Barroco, Buenos
Aires, Paidós, 2008, p. 91)
Ahora bien, después de esta bipolaridad,
en cuanto a la dinámica de un juego, a la sazón de las controversias y en búsqueda de aquella entelequia
literaria. Es oportuna la imitación que realiza el juego de ajedrez con respecto
a la vida, como también las letras intentaron imitar al artista, y éste a la vida. Entonces nuestro tercer invitado
responde a esa emulación, y lo plasma con creces. Se trata de Jorge Luis
Borges, desde su angustia, su pesimista posición, un poco queriendo inclinar la
balanza del lado de Don Federico:
“No saben que la mano
señalada
Del jugador gobierna su
destino,
No saben que un rigor adamantino
Sujeta su albedrío y su
jornada.
También el jugador es
prisionero
(La sentencia es de
Omar) de otro tablero
De negras noches y de
blancos días.
Dios mueve al jugador, y
éste, la pieza.
¿Qué dios detrás de Dios la
trama empieza
De polvo y tiempo y sueño y
agonías?”.
(Borges,
Jorge Luis, Obra Poética –
Ajedrez, Buenos Aires, Emecé Editores, 1977. p. 119)
Notable pensamiento resulta de su balance, las negras sombras del
arquitecto diletante; Imprimen
su patencia sobre el pavimento de trazados que se envenenan con el peso de un
escaque. La memoria es el movimiento cruel de aquel ingenio agudo y disertante.
Tan sólo la retórica de un sacrificio, puede con su voluntad de poder, salvar a
la dama de las blancas noches de invierno, y de voraz cómputo de dignidades:
En
el ajedrez de un saber
Se
oculta la geométrica fluidez,
De
especulaciones y recintos diagramados,
¡El
peón es sacrificado!
Ante
el inminente jaque.
Una
cultura de sufrimiento y entrega
Sella
la voluntad de la creatividad,
Como
también la trascendencia
De
una visión itinerante.
De
juego y sapiencia lúdica
Se
reviste su infancia,
Cuando
contempla
La
belleza de la dificultad
Con
valor,
Y
busca contemplar el misterio
Amando
la sangre derramada
De
su dolor
Con
la inmediatez de su pequeñez,
Y
con el entusiasmo de su ardor.
Maximiliano Hünicken Segura
Me costó seguirte Max, pues no sé jugar al ajadréz.
ResponderEliminarMe gusto mucho está estrofa tuya que me imagino se encuentra en línea con el título de tu texto,
"Una cultura de sufrimiento y entrega
Sella la voluntad de la creatividad,
Como también la trascendencia
De una visión itinerante."
También la poesía de Borges con su alusión al tablero de la vida con sus negras noches y blancos días (que vos reunís en las "blancas noches de invierno")
¿Quién será el adversario de Dios en ese juego?
Gracias MARISA. el jaque es a la memoria acuciante del veneno de aquel jugador que no se entrega al olvido. en este juego se enfrentan LEIBNIZ Y NIETZSCHE. CREO QUE ES MUY CLARO. JAJAJA. BORGES INCLINA LA BALANZA POR BORGES. EL ADVERSARIO DE DIOS EN ESE JUEGO ES EL DESTINO Y LA ANGUSTIA DE NO CREER EN ESE DIOS. BORGES TUVO ESA GRAN INCERTIDUMBRE
ResponderEliminarme parece que hay una introduccion que remite a los enredos de nuestros pensamientos, y a la necesidad que tiene hasta la alma mas calculadora a jugar con sus facultades. Quiero mostrar ese doble juego en la vda. La imitacion y el arte.
ResponderEliminarel calculo del optimismo de parte de LEIBNIZ, Y EL JUGAR CON LOS DADOS, LA SUERTE DE PARTE DE NIETZSCHE. EL GOLPE DE GRACIA LO DA BORGES, CON ESE HALITO DE PESIMISMO Y EXISTENCIAL LIRISMO, QUE TAMBIEN JUEGA CON EL TIEMPO
Nos cuesta aceptar las indagaciones hechas con creacion. por eso acudimos a una excusa que no tiene hacidero alguno.
ResponderEliminarMAX.