Jugando con
papeles de colores, Lydia Zubizarreta
Me gusta jugar, ¿querés jugar
conmigo?
No te estoy invitando a jugar al
bridge o al poker, ni tampoco a ir al casino.
No es una invitación a jugar al golf o al tenis aunque, pensándolo bien,
no estaría mal. Me encanta el deporte.
Quiero invitarte a jugar como cuando éramos chicos: a jugar por jugar.
Me imagino que aceptás. Vayamos afuera a jugar a la pelota. Después podemos jugar a las escondidas,
cuando llegue el atardecer, a la hora en que las sombras envuelven todo y
cubren y descubren el paisaje. Si querés
vos te escondés y yo te busco. Me
encanta eso: a cada paso se siente que estás dando un paso demás y que el que
está escondido va a surgir de golpe por detrás. Cuando tengamos que entrar,
porque ya no se ve nada, podemos ir al comedor a jugar como lo hacemos siempre,
metiéndonos debajo de la mesa donde nadie nos ve. Ahí creamos ese mundo nuestro, especie de
subsuelo. Me siento tan feliz, me da
tanta risa que me tapo la boca para no largar la carcajada.
Ya no me es tan fácil
jugar con otros. Eso sí, sigo tratando.
Por eso te estoy invitando. Como cuando
estoy en compañía de Iñaki que aún es niño, y juntos tenemos lo que llamamos
nuestro “Happy hour”. Entonces
inventamos situaciones, saltamos, bailamos.
Él es capaz de poner esa chispita necesaria que necesito para empezar a
jugar.
Tantas cosas se aprenden
jugando, se ejercitan tantos modos de ser posibles, tantas actitudes. Se relaciona uno con aquello que está un poco
más allá de nuestro alcance. Se ensancha
nuestro universo. Me gustaría volver a
jugar por el ejercicio de jugar. ¿Por dónde
empezar?
El arte siempre es
juego. El pintar es como un juego: poner
colores, armarlos con ritmo, dejar que aparezcan imágenes. La música también puede ser juego. En inglés y en francés “tocar” un instrumento
musical se dice “play” y “jouer”, lo que traduciendo literalmente
se dice “jugar”. Lo mismo “interpretar”
un rol en teatro, o la obra de teatro misma, en inglés se traduce en “play”, y
en francés se dice que “on joue” (se
juega) tal obra.
El estudiar puede ser
tomado como juego. Son un juego las ecuaciones
de álgebra, todo un misterio a resolver: (a+b)+c=a+(b+c). También los dibujos de geometría y los
gráficos de todo tipo. En cuanto al
científico: juega con los descubrimientos y las pruebas de ensayo y error. Decía Karl Popper: “el juego de la ciencia no
tiene fin”. Tampoco tiene fin el
desafío de aprender que, al ser un desafío, tiene mucho de seriedad y mucho de
aventura, de juego.
El juego siempre hace
parte de la vida. Los niños cuando no
tienen con quien jugar, juegan solos, para sí mismos.
El lenguaje tiene sus
juegos: lo que se denomina “juego de palabras”.
Por ejemplo el dicho “el que gana pierde” que es un juego de
palabras.
Se usa la palabra juego en
varias expresiones, como cuando alguien demuestra tener carácter se dice que “se
juega”, si es arriesgado se dice que “pone todo en juego”, cuando es audaz se
dice que es capaz de “jugarse el todo por el todo”. También están el “juego del poder” y el
“juego de la seducción”, o simplemente el jugar con situaciones, con “lo que
está en juego”.
Cuántas distintas
actividades referidas al juego. Quedó
para el final mencionar los grandes espectáculos de juegos como los Juegos
Olímpicos, los torneos de todo tipo y los partidos de futbol, que tantas
pasiones despiertan. Estos eventos atraen
grandes masas y mueven impresionantes sumas de dinero. Los deportistas profesionales son las grandes
estrellas en el mundo contemporáneo.
Todo eso me atrae, desde
ya. Sin embargo mi corazón está en otro
tipo de juego: en el juego de cuando yo era chica. Esa actividad gratuita, feliz, sin
importancia aparente, y al mismo tiempo tan sana y necesaria a la vida del
cuerpo y de la mente. Por eso insisto en
mi invitación, y te la hago con una sonrisa: ¿querés jugar conmigo, querés
jugar por jugar?
Lydia Zubizarreta
¡Me encantó su texto, Lydia! Por lo rico de las distintas facetas que hacen al jugar en la vida. Pero especialmente esa actitud de "jugar por jugar" que todos tuvimos en la infancia y que, en la práctica del momento, se transfiguraba en la vida misma, ¿no? - Desde el punto de vista lingüístico-comparativo puntualizo que también en esloveno tocar un instrumento es jugar ("igrati na (instrumento)", dónde la preposición "na" es el equivalente de "on" inglés o "auf" alemán. Los deportistas y actores de teatro son "igralci"- jugadores. Asimismo tanto una partida deportiva como la obra de teatro son "igra"- juego, etc. Por supuesto, el juego (igra, igranje) o jugar (igrati) clásicos de la niñez o de adultos tiene el mismo significado que en castellano. Por lo visto, el jugar tiene mucho de común en muchos idiomas.
ResponderEliminarGracias, Estanislao, y qué interesante lo que ponés sobre el esloveno! Me alegro de que te haya gustado lo mío, a mi me gustó lo tuyo.
EliminarMuy lindo, aunque hagamos todas las comparaciones con los juegos de los adultos, como decís del cientìfico, el matemático,etc. los verdaderos juegos siguen siendo los que se persiguen sin ningún fin, me refiero a los de los que no surge nada. Jugás al twister sabiendo que vas a terminar en el piso enredada o de porrazo, y eso està bien, jugas al TEG aunque seguro te vas a quedar con un mísero país y ya nos sabes cómo defenderlo (por lo menos en mi caso, se ve que soy muy mala) pero de nuevo, igual es divertido. Juego, aunque se que voy a perder, pero como cantamos todos de chicos "ganamos, perdimos, igual nos divertimos", y todos ganamos....
ResponderEliminarGracias Teresita, me alegro de que te haya remitido a tus juegos. Que ganas tengo de jugar en este momento!
EliminarLydia, qué lindo! Parece que "juego" se dice de muchas maneras, es una noción análoga, cuyo analogado principal debe ser el juego de niños, el "jugar por jugar", que tan bien describiste. Lo entendí perfectamente, porque tengo una hija de 3 años y la conexión al jugar con ella es tan mágica como purificadora para nuestros espíritus adultos.
ResponderEliminarAprovechá y jugá mucho con tu hijita! Qué lindo que es tener esa posibilidad, y son los mejores recuerdos después para ella. Además, en el juego es donde surge la personalidad más escondida de uno mismo. Disfrutá, yo disfruté de tu comentario, gracias.
EliminarMuy bueno Lydia. Y qué verdad que el juego tiene que ser libre ¿no odiaban cuando eran chicos cuando nos obligaban a ir a jugar afuera a la hora de las siesta? me acuerdo que hasta en el campo de mis primos nos cerraban la puerta con llave para que no entremos. De ese modo no era facil jugar! lo bueno es que después de un rato nos olvidábamos de la coacción y empezábamos a jugar de pura costumbre nomás. Eso era vida!
ResponderEliminarHola Angeles, qué tal la lluvia en Bariloche? Acá llueve fuerte y está lindísmo para leer lo que cada uno escribió. A la hora de la siesta nos hacían descansar en verano, el resto del año no me acuerdo. Con los primos me divertía tanto! Eso era vida!
Eliminar¡A mi Lydia ya me invitó a jugar a las visitas! ¡Y la pasamos muy bien!
ResponderEliminarMuy tierno tu texto, Lydia. Lo leo y pienso ¡Basta de preocuparme por pavadas! ¡A divertirse un poco! ¡Gracias por ponerme en perspectiva!
Si te consuela Angeles a mi me hacían dormir la siesta, ¡Y ojo si hacía ruido! ¡Ojalá me hubieran mandado afuera! (Sí ya sé: sigo dando lástima con mi infancia, ¡perdón!)
¡Muy bueno lo del primer analogado, Claudio! Por fin alguien que pone algo de orden en este caos de juegos.
Gracias, Marisa, como te dije, me dio mucho gusto jugar a las visitas y espero seguir haciéndolo. También quiero seguir jugando a ir a la clase de la maestra.
EliminarEstoy leyendo el "Así Sea" de Gide y cuenta que de chicos, con los primos, después del almuerzo jugaban a reproducir exactamente la conversación de los adultos en la mesa. Dice que este juego le encantaba. Qué buen ejercicio para un futuro escritor!