jueves, 18 de agosto de 2011

Butaca (María Mercedes Palavecino)


Gullermo Kuitca, Sin título, 1995, tecnica mixta sobre lienzo, 149.9x149.9



Avanzo sobre el piso alfombrado, compro entradas y me dirijo hacia la sala. La puerta está abierta, entro hacia esa oscuridad en donde tengo mi butaca asignada. Dentro de las posibilidades, la elegí, o tal vez, me tocó.
Me dejo caer con ímpetu por esas escaleras empinadas hacia mi lugar, y me ubico en él. Cómodamente sentada, observo lo que hay a mí alrededor: poco a poco va entrando la gente. Bajan lentamente las luces y comienza la película.
Gente distinta, reunidas en un mismo lugar para un mismo fin. Y sin embargo, aunque a simple vista pareciera que estamos sumergidos todos en una misma vivencia, hay en realidad un trasfondo interior de cada uno que enriquece la experiencia y que no se ve.
Uno frente a la película, puede emocionarse. Otro, identificarse con un personaje. Algunos los mueve a actuar, quieren cambiar algo. Otros, reflexionan sobre su propia vida, mientras que muchos simplemente se olvidan de ella.
Cada uno desde su lugar, interior y exterior, posee una visión única y experiencia única de lo que se le presenta.
Esto me hizo pensar que la realidad muchas veces se asemeja a una sala de cine. Tenemos un lugar único, muchas veces lo elegimos y otras tantas nos viene dado. Y en este último caso, podemos elegir qué hacer al respecto. Estamos todos frente a una realidad, la misma en apariencia, pero que cada uno vive de modo distinto. Una misma situación puede hacer llorar, reír, actuar, pensar, cantar, pintar, negociar, aprovechar…
Y cuántas veces no nos conformamos con nuestra butaca, porque vemos otras vacías y sentimos la necesidad de llenarlas. De sentarnos allí y tender la mano a aquel que está solo, que necesita ser escuchado, ayudado, motivado.
Nunca nos contentamos con ser meros espectadores de la realidad, sino que buscamos involucrarnos y crecer en ella. Resulta, entonces, que una butaca, simple, estática y hasta incluso vacía en apariencia, cuando alguien se sienta en ella, la llena de sentido: de un camino sin salida, pasa a ser una bifurcación de infinitas posibilidades. Y lo que es más, estos infinitos caminos se encuentran en algún punto, creando nuevos paisajes, nuevas imágenes, nuevas películas…



María Mercedes Palavecino

3 comentarios:

  1. muy lindo mechi! me gusto eso de que "hay en realidad un trasfondo interior de cada uno que enriquece la experiencia y que no se ve." A fin de cuentas estamos todos en el mismo barco, y nadie no agrega nada. Y no es lo mismo mi butaca conmigo, que mi butaca vacía.

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  2. Mehca!!! me eencantó la imagen..Coincido con tere que la butaca no es la misma. Pero sin embargo, termina la película y nadie se queda en la butaca. Termina la película y desaparecen todos hasta una nueva función en la que la butaca será ocupada por otro. Si no estamos, alguién más puede ocupar nuestro lugar?

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  3. Mercedes, tu texto me recuerda al "azar" de Estanislao por la tensión entre libertad y destino (o quizás mejor, providencia). Pero aquí el cosmos es una sala de cine. Y "anónimo" está encontrando cómo ser espectador y protagonista a la vez.

    ¡Qué bueno Kuitka! Parecería que nos está invitando a la función.

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