Takashi-Murakami, Versailles exhibition, view-flower-matango
Desde chico llevo inculcado que las “malas palabras” no debían ser empleadas, ¡nunca! En las mismas estaban comprendidas las relacionadas con la genitalidad. Tenían existencia, pero… ¡a no ser usadas!
Originariamente boludo tenía connotación de idiotez, es decir, de hombre de pocas luces – en oposición a aquél cuyos pensamientos están iluminados por la razón. Por consiguiente, la boludez y las boludeces de ella derivadas también tendrían ese tinte descalificante, en menor o mayor grado. En principio, nada de valor podría trascender de una mente oscurecida y posiblemente influida por las ‘bajas pasiones’. Pero…
Sobre el escritorio de mi amigo investigador D. entre libros y carpetas hay una cuya tapa está atravesada por una leyenda en letras grandes: “Boludeces”. A decir verdad, nunca me atreví a abrirla para conocer su contenido. Soslayo que se trata de ideas, proyectos o intentos intelectuales interesantes pero que no hicieran al tema central de sus desvelos de estudio – digamos, de importancia secundaria, de potencial foco de distracción de sus esfuerzos en pos del primero o de resolución más o menos sencilla pero que puede demorarse. Una manera, pues, de catalogar las cosas por su importancia relativa…
Para mis adentros pienso que para lograr lo importante - por lo tanto: lo valioso - debo esforzarme con alma y cuerpo. Lo importante es costoso o, viceversa, lo que no es costoso – ¡no ha de valer la pena! Por eso las cosas sencillas que se realizan sin mucho esfuerzo mental o físico, aunque buenas y útiles, también solemos catalogarlas como cosas de poca monta, boludeces. Sin embargo, el sentido común me dice que la vida consiste de numerosísimas cosas sencillas bien hechas - ¿de boludeces, pues? ¡Cuántas son las cosas sencillas y sinceras que hacen feliz a la gente! Podríamos constatar innumerables circunstancias en las cuales alguna boludez apropiada contribuye a amenizar la situación y la armonía del momento, ¿no? ¡Bienvenida sea!
Hay asuntos, relacionados con nuestra intimidad - en todos sus niveles - que tratamos de sustraer a la atención de la gente, a modo de ‘boludeces’ que, puertas adentro, tanto apreciamos.
Hay temas que preferiríamos que fueran boludeces como para que no nos comprometan y sigamos viviendo despreocupados. Al mejor estilo del avestruz metiendo la cabeza en la arena. ¿Acaso no nos asiste el ‘derecho’ de no ver ciertas cosas?... Pues, sí, cuando ‘estamos en soberbios’ el valor a esas cosas se lo asignamos nosotros… ¿Qué boludez, no? ¿Y si fueran trascendentes…?
Estas son algunas de las variantes de boludeces que se me cruzaron. Tú que lees esto, seguramente podrás añadir otras, que seguramente han de ser muchas – buenas y de las otras - que hacen tan loca a esta vida y que – parafraseando a C. M. de Heredia – “loco hay que ser para vivirla”.
En fin, parecería que asistimos a una interesante resignificación del vocablo boludez. También de la del aun descalificante boludo, que en la actualidad coexiste con la muletilla afectiva homónima para el trato afable entre amigos. Finalmente, a esta altura de mi vida aun me queda algo de ese chico y por ello la palabra boludo sigue siendo “mala” pero ya no tanto, aunque sí fea. En cambio, algunas boludeces ya me están resultando casi familiares.
Estanislao Zuzek
¡Infaltable esta palabra en la letra B! ¡Me hizo reír mucho su texto Estanislao! ¡Muy completa la lista de analogados!
ResponderEliminarEn apoyo a su teoría cito la colaboración que hiciera Fontanarrosa en el III Congreso de Lengua Española de Rosario en 2004 sobre las malas palabras
http://www.youtube.com/watch?v=-IPa20i8-0Y&feature=related
Hay un cuento de Fontanarrosa que es como un "doctorado" en el tema. Pero no me animo a citarlo aquí. Si a alguno le interesa me pregunta, jajaja
Gracias Estanislao, muy bueno! Me atrevo a decir que cuando se aproximaba "la letra B" esta fue la primera palabra que a muchos se nos vino a la cabeza (innegable y curiosa fascinación nos causa esta palabra), pero vos (y quizá en algún texto todavía por aparecer) tuviste la audacia de elegirla!
ResponderEliminarA Marisa M.: Gracias por la sugerencia del link referente a Fontanarrosa. ¡Me reí mucho! Y es verdad, en ciertas ocsiones son las únicas que valen para la expresión cabal de algo, sea sentimiento, emoción, calificación... y su calidad de "malas" o "buenas" dependerá de nuestra intencionalidad y, finalmente, de nuestra conciencia o sea de lo moral.
ResponderEliminarA Noelia: Es curioso: Justo antes de publicarlo me surgió la pregunta: "¿Qué pensarán algunos de mi?" Bueno, el texto fue algo remodelado y... salió. No sé si alguna vez saldrá a luz lo que 'quedó en el tintero'.
Me sorprendiste, querido Stane!!! Muy gratamente, por cierto!!! Qué bueno esto.
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