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“El encuentro con
el ser que nos colma es para nosotros el
fin del tiempo. Si nosotros pudiéramos asignar un término a la obra del tiempo,
éste sería aquel encuentro. Esta es la hora en que dejamos de atender algo
nuevo que fuese esencial. Lo esencial está ahí en la plenitud que nos colma” J. Durandeaux,
La quies animi,
la quietud del alma, es un rasgo de la templanza para la ética clásica. Y la templanza
es la cualidad del carácter que abre las puertas y ventanas de nuestra persona
al gozo. Gozo hecho posible por una íntima comunión con los seres (con algún ser, con algún aspecto del ser). Entrar en comunión con aquello que
profundamente necesitamos. De modo que la quietud
del alma coincide con la máxima expansión de la vida. Con un “dar a luz” una
nueva vida en nosotros una vez que hemos sido fecundados por otros.
***
“...el alma ansía armonía y la vida está
llena de disonancias. En esta
contradicción se halla el estímulo para el movimiento, pero también la fuente
de nuestro dolor y nuestra esperanza. Es
esa contradicción la confirmación
de nuestra profundidad interior, de nuestras posibilidades espirituales.” A. Tarkovski
de nuestra profundidad interior, de nuestras posibilidades espirituales.” A. Tarkovski
Albergamos la sospecha de que en alguna coordenada, a la vuelta de alguna
esquina, seremos sorprendidos por “algo” que nos permitirá, “pasar de nivel” para estar rabiosamente a gusto con la vida. El andar incluye la contradicción, el desequilibrio, la insatisfacción, el anhelo sin
cumplir, la búsqueda constante de algo mejor, del dar a luz al hombre en el
hombre (¿Sócrates? ¡ Imagen ¿pascual?
del parto y sus dolores!)
***
A veces se me
abren tantos frentes distintos que se suman al desequilibrio de base que
pienso que me haría falta tener una especie de GPS espiritual.
Y entonces me ayuda para el camino volver de tanto en
tanto al legado del hesicasmo. El hesicasmo es una corriente de espiritualidad
originada entre los padres del desierto del siglo IV que persigue justamente la hesiquía, la quietud interior para poder
desde allí entrar en comunión con la
presencia de lo sagrado en el mundo. (Buscan, así dicen los hesicastas: el “el
sentimiento de la gracia” la experiencia de la presencia en la creación de la “luz
del Tabor” y su poder transfigurador)
Aunque no fuéramos creyentes, el hesicasmo tiene mucho para enseñarnos: hacer girar la propia vida sólo en la búsqueda de la comunión
con aquello que consideremos más valioso.
Podar… podar…podar, para que nazca la vida, para
habitar el Reino
Marisa Mosto
Marisa, su texto me encantó por lo profundo y poético. ¡Muchas gracias!
ResponderEliminarY casi pareciera que el cielo se hubiera puesto de acuerdo con los organizadores de este blog para que hoy tus palabras resuenen más aún, Marisa. Porque esta lluvia, este fresquito, hace pensar que se aproxima el otoño y que empieza el tiempo de poda, el tiempo de meterse para adentro pero no herméticamente cerrados, sino para prepararnos para la nueva vida, para el encuentro, para otra primavera. Además el día también llama a la quietud, a permanecer, a observar desde atrás del cristal de la ventana ese mundo que nos invita una y mil veces a la comunión, con él, con los demás, con nosotros mismos.
ResponderEliminarHermosos, texto y día.
ME ENCANTO EL TEXTO:
ResponderEliminaresta parte me gusto mucho:
Albergamos la sospecha de que en alguna coordenada, a la vuelta de alguna esquina, seremos sorprendidos por “algo” que nos permitirá, “pasar de nivel” para estar rabiosamente a gusto con la vida. El andar incluye la contradicción, el desequilibrio, la insatisfacción, el anhelo sin cumplir, la búsqueda constante de algo mejor, del dar a luz al hombre en el hombre (¿Sócrates? ¡ Imagen ¿pascual? del parto y sus dolores!)
MAX HUNICKEN
Marisa, me quedé pensando en eso de "la búsqueda de la comunión con aquello que consideremos más valioso." ¡Qué buena reflexión me has dado! Sin comunión no hay felicidad. Pero la vida, tantas veces, nos arrebata esa comunión. Es un consuelo recordar que la vida está llena de disonancias y que dicha comunión se adquiere con el tiempo. Para un impaciente espiritual como yo, me tranquiliza saber que vos necesités un GPS hesicásmico. Voy a "googlear" para ver qué averiguo y si lo tienen en Mercado Libre, oferto dos. (Creo que no estoy expresando lo que quiero decir, ja)
ResponderEliminarEs curioso que vos, Marisa, que confieses la necesidad del GPS espiritual, sepas también ser GPS para otros, y sé de lo que hablo. ¿Paradoja? Más bien, de eso se trata, supongo. De ayudarnos mutuamente a ser mutuas guías, en la participación de Aquel que es Guía Suprema y en búsqueda definitiva de su encuentro.
ResponderEliminarGPS espiritual, qué bueno!!!!
ResponderEliminarDecía San Juan de la Cruz: "para ir donde no sabes has de ir por donde no sabes".
Hay también una poesía de Emily Dickinson que habla de que somos navegantes sin carta de navegación.
Quietud, entrar en comunión con lo sagrado! Difícil meta, allí está la felicidad, la plenitud.