La quietud
de Edipo ante la verdad, Max Hünicken
“La verdad
puede más que la razón"
Sófocles
Cuan pesada pueda resultarnos la verdad, es una
inquietante invocación de nuestra precaria existencia. Y es Edipo el hombre
capaz de sobrellevar con grandeza semejante desafío. Pero es el itinerario de
aquella santa amargura, la que arroja al héroe con su apetito de
desocultamiento. Este deseo moviliza a la moral y justicia del protagonista. Y
así se corroe la convención de una vida que se consagra a la quietud. Ahora bien, se necesita de un
análisis fenomenológico que no expire
con la presunción sistemática, sino que se adapte a
los avatares de la tragedia. Por ello se propone seguir los lineamientos de una
fenomenología que va desplegando todos los elementos que se pueden apreciar en
Edipo Rey. Entonces la embestida del destino es dejar que los dados de la
providencia sigan el curso natural, para que la ofensa del crimen asumido pueda
resolver el conflicto:
Que nunca vacile yo en el esfuerzo de darme
con piadosa pureza, palabras y obras al cumplimiento de la ley que vive
eternamente en las santas regiones del éter. Hija es del cielo, no obra de los
hombres mortales. Nunca duerme. Dios es fuerte en ella: nunca pasará. Pero
aquel que en palabra y obra va por el camino de la soberbia, sin temer a la
justicia, caiga en el maldito destino (Sófocles, Edipo Rey, Frag, 863.
ss, Apud: Nestle, Wilhelm, Historia del Espíritu Griego, Griechische Geistesgeschichte, Barcelona, Ariel, 2010, p.164.)
Un Destino capaz
de intimidar a nuestra labilidad, y provocar en nuestra conciencia el
cultivo del colere trágico, aquel arte que con
suspicacia pueda posicionarnos ante la dialéctica del nudo dramático. Y de ese
modo, buscar en la analogía de la acción, la verdadera naturaleza de la
tragedia, es decir, acudir al equilibrio de la visión de Aristóteles: “Pues la tragedia no es imitación de hombres,
sino de la acción, esto es, de la existencia [. . .]” (Aristóteles, Poética, Madrid, Gredos, 1998, p.57)
Ahora bien, la vida de la tragedia, suscita el brío del
ocultamiento, y no sólo con la razón se podrá quitar el velo. Porque la
permanencia de la desdicha, reclama la incesante prerrogativa de la verdad. De este modo, se le da
continuidad a la tracción de la compasión y el temor, a la piedad de su
justicia, y a la nobleza de su acatamiento. Edipo representa al héroe del
desocultamiento, y en ese desatar se siguen las efigies de la trama. Y es
justamente, a modo de fenomenología, que se puede desentrañar el reconocimiento
de aquellas figuras que atañen a la máscara de un conflicto no resuelto.
En cuanto a
la incursión que Hegel realiza a partir de su poética, podemos divisar lo
trágico de los actos, que se ordenan al plan purificador de un destino. La
condena está inscripta en la esencia de su ensanchamiento, y la dialéctica del
conflicto deberá ser culminada por una nueva instancia superadora, es decir,
una analéctica como combinación conciliadora de analogía y dialéctica. Es así
como la tragedia de Sófocles logra esta concordancia, en la llamada armonía expresiva, y allí radicaría la
originalidad del desocultamiento. Por ello, es fundamental reconocer en el arte
de la tragedia, el principio de virtud que hace posible el desenvolvimiento: “Ahora bien, en virtud de este principio, lo
trágico consiste principalmente en el espectáculo de semejante conflicto y su
desenlace” (Hegel,
Poética, Buenos Aires, Servicios Editoriales – ESE, 2005, p. 133)
Aunque no tan sólo en ese aspecto
debe inclinarse la visión del desarrollo trágico.
Otro aspecto, con el que se daría
el giro final a este desocultamiento, remite a la compasión trágica, dado que
lo fenomenológico estaría dado por los estados de ánimo del personaje central,
sin descuidar la peculiaridad de Edipo, y los contrastes que se pueden
ocasionar, con las tensiones propias de la obra. Por eso se hace referencia a
la creación del arte trágico, como la fuente de aquel verdadero
desocultamiento. Y en ese sentido los
actos en la tragedia permanecen revestidos de una inteligencia dramática y
moral:
Una
verdadera compasión trágica, por el contrario, solamente se vincula con los
personajes como consecuencia de sus propios actos, legítimos y culpables de la
colisión al mismo tiempo; actos que tienen en sí mismos perfecta inteligencia y
llevan consigo la responsabilidad (Hegel, op.cit.,
p.134)
CONCLUSIÓN
Se ha de presentar en el itinerario
de todo héroe, la corrosiva y auténtica presentación de la tragedia. Y como si
fuera pertinaz, el destino lúdicamente
provoca su desmoronamiento con las máscaras de un eterno litigio. Hacer de
Edipo Rey una fenomenología del desocultamiento, es dejar a la vista el rostro
del sufrimiento humano y finito. Y no es suficiente describir el escenario de
una conmiseración, sin antes haber dilucidado la esencia del descubrimiento. Un
hallazgo que se torna religioso, y solicita un reconocimiento, que se expande
desde lo inmanente del sujeto actuante. Para luego trascender con la conciencia
consuetudinaria de una voz colectiva. La tradición de lo trágico ha de
inmiscuirse en las entrañas de un corazón compasivo y temeroso. Porque se
siente piedad de rectitud, cuando se cae en el abismo de la desventura, y se
propicia nuestro sentido cuando hemos superado el recelo hacia nuestros oscuros
sentimientos.
Por ello, ha de sucumbir la vida de
una tragedia, en las penumbras del artístico siniestro, y sin embargo, una
nueva desdicha nos hace reflexionar con acerbos. Edipo quiere ser un artista de
su propio desconcierto, y nunca callar la justicia de sus controvertidos
intentos:
“El arte
escandaliza el orden de nuestro mundo vital”
Max Hünicken
¡Muy interesante tu reflexión Max!
ResponderEliminarEse estilo tan tuyo que invita al lector a descifrar misterios se ve ahora multiplicado porque el tema también trata ahora de la resolución de un enigma.
La paz del desocultamiento.
Me vinieron a la cabeza los versos de Serrat "Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio"
A veces creo que sí, que algunas verdades son muy tristes y que la paz puede hallarse en el hacerse cargo de que "no tienen remedio".
Tu reflexión sobre Edipo en este contexto es similar a la que hace Camus hacia el final de "El mito de Sísifo":
"Si el descenso se hace así algunos días en el dolor, puede hacerse también con alegría. Estas palabras no están de sobra. Imagino a Sísifo volviendo hacia su roca, y el dolor estaba en el principio. Cuando las imágenes de la tierra se aferran demasiado fuertemente al recuerdo, cuando el llamado de la felicidad se hace demasiado urgente, sucede que surge la tristeza en el corazón del hombre: es la victoria de la roca, la roca misma. La inmensa angustia es demasiado pesada para poderla sobrellevar. Son nuestras noches de Getsemaní. Pero, las verdades aplastantes perecen al ser reconocidas. Así, Edipo obedece primeramente al destino sin saberlo. En el momento que sabe, comienza su tragedia. Pero en el mismo instante, ciego y desesperado, reconoce que el único vínculo que le une al mundo es la mano fresca de una muchacha. Resuena, entonces una frase desesperada: «A pesar de tantas pruebas, mi edad avanzada y la grandeza de mi alma me hacen juzgar que todo está bien». El Edipo de Sófocles, como el Kirilov de Dostoievski, dan así la fórmula de la victoria absurda. La sabiduría antigua se une con el heroísmo moderno."
(La mano de la muchacha es la de su hija que lo acompaña)
Dice, "las verdades aplastante perecen al ser reconocidas"
"dan así la fórmula de la victoria absurda"
o como decís vos "El arte escandaliza el orden de nuestro mundo vital.
Adorno tiene una parecida "El arte introduce el caos en el orden" Pero para que eso sea posible, el arte es una revelación que pone en evidencia un orden falso.
Maxi... ¡qué análisis te mandaste!
ResponderEliminarMe ponía a pensar sobre esto:
"Ahora bien, la vida de la tragedia, suscita el brío del ocultamiento, y no sólo con la razón se podrá quitar el velo. Porque la permanencia de la desdicha, reclama la incesante prerrogativa de la verdad (...) Edipo representa al héroe del desocultamiento, y en ese desatar se siguen las efigies de la trama."
La tragedia como suscitador del brío del ocultamiento, de una verdad no dicha, de una realidad ignorada que al ser descubierta nos trae la tragedia. Pienso en esas categorías de verdades trágicas en la vida, que sí las hay. No es suficiente con develarlas sino que es necesario un arte para decirlas. Eso es la tragedia. Pero eso es también una llamada de atención para nuestra vida cotidiana.
Una verdad trágica siempre escandalizará el orden de nuestro mundo vital, pero eso ya no depende de nosotros. El escándalo está en la misma verdad. Ahora bien, lo que sí dependerá de nosotros es dar a esa verdad, un aspecto poéticamente tolerable para seguir en pie...
Gracias MARISA. MUY LINDO Y OPORTUNO TU APORTE. LO DE ADORNO NO LO CONOCIA. LO VOY A BUSCAR.
ResponderEliminarMAX HUNICKEN
Gracias QUERIDO HECTOR. Es cierto lo que mencionas sobre el escándalo y la verdad, ahora bien, menos mal que existe el arte, para recrearnos y hacer una santa EXPIACION.
ResponderEliminarMAX HUNICKEN
Me resultó muy interesante, profundo, el texto!
ResponderEliminar..."no sólo con la razón se podrá quitar el velo"...
Me llevó a unas páginas de Gadamer ('La actualidad de lo bello', Paidós,1998):
"...en la experiencia del arte ...no se puede hablar de una transmisión o mediación de sentido sin más" (pág. 94)
..."lo simbólico [en la obra de arte] no sólo remite al significado, sino que lo hace estar presente" (pág. 90)
[en el símbolo, en lo simbólico] "tiene lugar una especie de paradójica remisión que, a la vez, materializa en sí mismo e incluso garantiza, el significado al que remite. Sólo de esta forma,que se resiste a una comprensión pura por medio de conceptos, sale el arte al encuentro -es un impacto..." (pág. 95)
Edipo, "artista de su propio desconcierto", nos sorprende a nosotros en el nuestro, "escandaliza" nuestro orden.
Concuerdo con esa idea de Aristóteles de que la tragedia no es imitación de hombres, sino de algo inherente a la trama oculta de la existencia. Todo drama se basa en el conflicto y si nos atraen tanto las películas, las obras de teatro, las novelas, es porque viven del conflicto, es lo primero que te enseñan en cualquier taller literario.
ResponderEliminarEn algún otro lado, Sófocles dice que el conocimiento es dolor, lo cual revela el sentimiento trágico de la vida como dice Unamuno, sobretodo porque sabemos que vamos a morir y, ante la muerte, nadie la tiene atada, nadie que la piense en profundidad se salva del temor y temblor, sino ahí está el hermoso poema de la Madre Teresa que pregunta cuál es el mayor misterio y responde magistralmente la muerte.
Te felicito amigo y me extrañó mucho que no hayas incluido El origen de la tragedia de Nietzsche en esta cuestión.
Gracias MIMI, me ENCANTO TU OBSERVACION. ME GUSTA MUCHO GADAMER.
ResponderEliminarun beso.
MAX HUNICKEN
jajaja. TENES RAZON QUERIDO CLAUDIO. PERO HAY QUE DESCANSAR UN POCO DEL TACITURNO DE DON FEDERICO.
ResponderEliminarGRACIAS CLAUDIO. jojojo. TE DEBO UNA CON NIETZSCHE.