Wabi (japonés): belleza oculta que se presenta
en forma despojada o rústica.
Belleza oculta
para quien no la sepa ver, no la busque,
no la intuya. Promesa cumplida, en cambio, para el que está atento y a la
espera de que se revele al fin el tesoro escondido entre los pliegues que
intentan negarlo. Esa belleza es un sí dicho por la materia a nuestros ojos,
oídos, manos, corazón; es un sí a la
búsqueda de sentido y armonía, un sí que
llega sobre corceles de imágenes, sonidos, sabores y sentimientos, y se apea y
saluda con un ademán de su sombrero.
Wabi, la belleza que no quiere anunciarse con luces al neón, brillos, paillettes, voz de vendedor de feria. Llega con discreción, y espera con paciencia la mirada que la busca. Si no, se va misteriosa, en nada disminuida, lista para la próxima ocasión. Cuando finalmente se produce el encuentro, una paz serena y gozosa invade cada espacio interior y se vuelve certeza.
(Yo también quiero ser wabi para alguien.)
Wabi, la belleza que no quiere anunciarse con luces al neón, brillos, paillettes, voz de vendedor de feria. Llega con discreción, y espera con paciencia la mirada que la busca. Si no, se va misteriosa, en nada disminuida, lista para la próxima ocasión. Cuando finalmente se produce el encuentro, una paz serena y gozosa invade cada espacio interior y se vuelve certeza.
(Yo también quiero ser wabi para alguien.)
María Paola Delbosco
¡Qué lindo deseo y que linda palabra Paola!
ResponderEliminarEstamos acostumbrados a percibir sólo lo que impacta con cierta violencia, como un sacudón. Es como si la realidad necesitara zamarrearnos para llamar nuestra atención y ser reconocida.
Pero hay bellezas suaves que simplemente susurran, acarician y son las que nos hacen sentir en casa, ¿no? No tanto como espectadores mudos sino en diálogo con ellas. Como cuando a la mañana nos saluda una bandada de pájaros o esa flor sencilla y al alcance de todos, que alegra la mesa
Sumaría a lo de Marisa, esa otra cualidad que nombras al principio de "belleza rústica". A veces de tanto buscar la buena factura, lo bien terminado, se nos escapa que hay también belleza en lo que podría ser la "materia bruta", pienso en las casas esas viejas de piedra o los cercos de madera sin pulir que me encantan!
ResponderEliminar¡Yo también quiero ser wabi para alguien! ¡Que lindo texto Paola! Me trajo muchos recuerdos de Japón, del carácter simple y silencioso de los japoneses...tuve la oportunidad de recorrer el país cantando con el coro Ars Nova de Salta y la verdad es que está lleno de wabi, exceptuando quizás Tokio, que parece haberse olvidado de que tal belleza existe...En Fujisawa, una de las ciudades que recorrimos en nuestra gira, la señora que me hospedó en su casa, me llevó a una plantación de te, a un templo y a observar los árboles de cerezo...tu texto me hizo pensar que ella sí que entendía lo que era wabi...
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