Una señora de arena
cálida,
risueña, de vieja
gloria y
de besos húmedos me
llama.
Grita al cielo
pidiendo por un hijo
natural,
que ensordece al
escuchar.
El niño llegó un día
y ella lo acogió,
el adulto se fue,
y ella lo espera.
Porque sabe que va
regresar,
Porque sabe que no
podrá soportar,
Que cada viaje que
haga será para recordar,
Que cada día que pase
es para olvidar.
Olvidar un fuego que
no sea olvida
Un fuego que apasiona
su vida
Porque ese fuego es
un fruto prohibido
Un fruto que lo tiene
exhibido.
Se exhibe en otros
lares
Clama ser de otros
mares
Pero sabe que es su
hijo
Y clamara por él
¡CARIJO!
Sin ser su hijo
Una linda señora me
llama
Recuerda el día
Que de los dioses me
dio,
un fuego eterno me
entregó.
¿Será algo tan
caliente, como ese fuego abrasador?
¿Conocerá alguien ese
calor abrumador?
O será que el frío de
una madre muda puede más.
O conocerá alguien de
donde viene esa frialdad, acaso jamás.
Pero me levantaré a
los cielos y clamaré
Por esa Limeña de
ojos de pasión
Por esa hermosura de
jazmín
Por ese idilio que me
consume
Por sus hermosos
celos y no callaré
Llama en la suave
brisa de un sueño
Llama sin testigos y
sin dueño.
Inca
Valle-Riestra.
¡Cuánto tironeo interior José!
ResponderEliminar¡Cómo no vas a estar enamorado de Lima! Es una ciudad preciosa y los peruanos son un encanto de amables.
Dos mujeres hermosas se disputan tu corazón. Mmm La opción final siempre será buena.
Me gusta ese juego de tu mirada que traslada al otro la propia expectativa. Atenúa la soledad de la decisión. O de la nostalgia
A mí también Lima me encantó cuando fui. Ese mar y esas flores! Eso sí, ahora, José, somos testigos de su llamado... más dificil te va a ser no responder!
ResponderEliminarGracias por los comentarios. Deberían saber que en Lima es muy raro que llueva.
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